Por Robert Alvarado (@robertveraz)
“El escenario político venezolano para el 2024 se presenta como una encrucijada entre la continuidad del proyecto autoritario de Maduro y la posibilidad de una transición democrática liderada por la oposición.” Antonio de la Cruz, experto en política venezolana
En el escenario político electoral venezolano, Nicolás Maduro lo que está haciendo es poner al Presidente de la Asamblea Nacional como una especie de árbitro, porque es uno de los que conoce las trampas electorales, porque no le tiene confianza a Elvis Amoroso, a lo mejor Amoroso no tiene toda la mala fe de Jorge Rodríguez, pero al hacer eso Nicolás Maduro está violando la constitución, está violentando las leyes, las instituciones, puesto que no puede quitarle al CNE su papel protagónico y pasárselo a la Asamblea Nacional, no es que yo le tenga confianza a Amoroso, sino que Maduro le tiene desconfianza a Amoroso en el sentido de que se siente más tranquilo de que la trampa electoral la puede hacer es el Presidente de la Asamblea Nacional.
Esta falta de confianza en Amoroso por parte de Maduro tiene consecuencias graves para la democracia y la legitimidad del proceso electoral. Al desplazar al CNE de su función de organizar y supervisar las elecciones, Maduro le resta credibilidad y transparencia al sistema electoral, y le da más poder al Presidente de la Asamblea Nacional. Obvio, esto puede generar desconfianza y rechazo en la población, que puede sentirse engañada y manipulada por el gobierno, en el fondo esa es la pretensión de Maduro y su combo, que el ciudadano se desencante del sistema electoral. Además, esta falta de confianza en Amoroso puede provocar tensiones y conflictos entre los distintos poderes del Estado, que pueden verse enfrentados por intereses políticos. Esto puede afectar la estabilidad y la gobernabilidad del país, y aumentar la polarización y la violencia entre los sectores sociales. Por lo tanto, la falta de confianza en Amoroso por parte de Maduro es un síntoma de la crisis política y electoral que vive Venezuela, y un obstáculo para la solución pacífica y democrática de nuestro país.
Maduro busca garantizar su reelección mediante el fraude electoral, sin importarle la legitimidad ni la transparencia del proceso. Esta preocupante situación pone en evidencia la falta de respeto hacia los principios fundamentales de la democracia y el desprecio por la voluntad del pueblo venezolano. Es decir, el deseo de Maduro de mantenerse en el poder a cualquier costo es evidente en sus acciones. Utiliza todo su poder y recursos para manipular el sistema electoral a su favor, sin importar las consecuencias que esto pueda tener para la estabilidad del país y la confianza de los ciudadanos en las instituciones democráticas. Obvio, el fraude electoral es una violación directa de los derechos fundamentales de los ciudadanos y socava la legitimidad de cualquier gobierno resultante.
Las pruebas del fraude electoral de Maduro son diversas y han sido denunciadas tanto por la oposición venezolana como por la comunidad internacional. La comunidad internacional ha manifestado su rechazo y ha calificado el proceso electoral como fraudulento. Estados Unidos, el Grupo de Lima, la Unión Europea y 37 partidos de la oposición mayoritaria han expresado su desconfianza en los resultados y han denunciado el diseño del sistema electoral para favorecer a los candidatos del oficialismo. Insólito, la empresa Smartmatic, proveedora de sistemas de voto electrónico, ha demandado al régimen de Maduro por cometer fraude en las elecciones de 2017 y por la expropiación de activos. Esta demanda evidencia la existencia de irregularidades en el proceso electoral.
Volviendo a Elvis Amoroso y al alto gobierno de Nicolás, es cierto que la confianza en ellos se ha visto erosionada debido a las falsedades, manipulaciones y acciones que van en contra del bienestar de la sociedad venezolana. Es especialmente preocupante cuando se desconoce la voluntad popular, como en el caso reciente en el que intentan ignorar el liderazgo democrático legítimo otorgado a María Corina Machado por más de dos millones quinientos mil electores. Aunque abordar esta temática de manera jocosa puede parecer inapropiado, podemos explorar un enfoque humorístico para examinar la complejidad de la situación. Esto nos permite resaltar las contradicciones y absurdos que se presentan en el escenario político actual.
Imaginemos una escena en la que Elvis Amoroso y Jorge Rodríguez, dos miembros prominentes del gobierno, se encuentran en un concurso de confiabilidad televisado. El objetivo del concurso es que cada uno de ellos demuestre por qué deberían ser considerados dignos de confianza por parte del pueblo venezolano. Elvis Amoroso, con su característico tono pomposo, comienza su participación tratando de convencer al público de su honestidad y transparencia. Sin embargo, en cada intento de argumentar su confiabilidad, se revelan sus acciones cuestionables y engañosas. Por ejemplo, podría afirmar que siempre ha defendido los intereses del pueblo, pero se muestra un video en el que se observa cómo desestimó las denuncias de corrupción en su entorno cercano. Por otro lado, Jorge Rodríguez, conocido por sus habilidades retóricas, intenta persuadir al público de que es digno de confianza. Sin embargo, cada vez que intenta demostrar su integridad, se descubren más evidencias de su participación en actos de manipulación y desinformación. Podría llegar al colmo de mencionar su compromiso con la democracia, algo recurrente en él, pero se muestra un archivo de audio en el que se escucha cómo manipula información para beneficiar al gobierno.
En una temática tan compleja como la situación política en Venezuela y las acusaciones de falta de confianza en el gobierno, es importante reconocer que se trata de un asunto serio y delicado que afecta la vida de millones de personas. No hay nada inherentemente gracioso en esta situación, ya que implica la estabilidad política, los derechos humanos y el bienestar de la sociedad venezolana.
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