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En 2024 se estima el procesamiento de 4.000.000 de toneladas de caña de azúcar para moler, lo que significaría una meta de 30.000 toneladas de azúcar que estarían disponibles en el mercado nacional, según indicó José Ricardo Álvarez, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Cañicultores de Venezuela (Fesoca).

Sin embargo, para alcanzar esta meta los productores deben transitar por un camino que está lleno de obstáculos que solventar, además de problemas de logística como la falta de gasoil para acelerar procesos operativos y de las importaciones del producto, de las cuales el gremio afirmó que se hacen  sin los aranceles correspondientes.

La capacidad de molienda del país se ha reducido en los últimos años debido a la inoperatividad o cierre total de centrales azucareros en diversas regiones del país y los cañicultores, que tenían la opción de arrimar la caña a los denominados trapiches –molinos para procesar el jugo de la caña y convertirlo en panelas, azúcar no refinada- cada vez ven menos viable esta alternativa.

De los 16 centrales azucareros instalados en el país, solo cinco están funcionando y de los que están operativos, cuatro están manejados por la industria privada y solo uno es administrado por el sector público, explicó José Ricardo Álvarez, quien precisó que solo se arrima caña de azúcar en los estados Portuguesa, Lara y Aragua.

El resto de los centrales están cerrados. Entre los que están inoperativos, dos están situados en los municipios Montes y Ribero del estado Sucre, y los cañicultores de la zona, en octubre de 2023, sumaban tres años sin poder cosechar.

El central azucarero Motatán, en Trujillo, está paralizado desde 2013 y a mediados del año pasado medios locales de esa entidad reflejaron que también había sufrido desvalijamientos.

Una situación similar ocurre en el Central Azucarero Venezuela, en el municipio Sucre del estado Zulia, el cual está inoperativo desde 2021, según indican reportes de medios locales y nacionales. Su cierre implicó el despido de unos 800 trabajadores.

Centrales activos

Desde Fesoca explicaron que de los cinco centrales azucareros disponibles en el país, cuatro son privados: uno en Lara, uno en Aragua y dos están en Portuguesa.

En Portuguesa funciona el único central, manejado por el Gobierno, que está operativo en la zafra actual, el Majaguas en Santa Elena. También se estima que el central «Batalla de Araure» inicie operaciones en esa entidad, la mayor productora del endulzante en el país.

Sin embargo, los cañicultores se han enfrentado a otros escollos. Según explicó Miguel Pimentel, representante del gremio de cañicultores Socadulce, solo en Portuguesa, unos 350 productores pequeños y medianos estiman moler 160 toneladas de caña, pero  ha habido problemas para arrimar en el central Majaguas.

Este central no aceptó el ingreso de material y “dejó a muchos productores varados y sin saber a dónde entregar la cosecha”, explicó Pimentel.

“Este año inició con 12.000 toneladas de caña que iban a un central azucarero que no funciona. Por lo que veo está difícil moler hasta 100.000 toneladas de caña”, lamentó Pimentel.

El ingenio Majaguas fue reactivado a finales de 2022 y tenía la meta, según indica una nota del portal Últimas Noticias de junio de ese año, de producir 25.000 a 30.000 toneladas de azúcar en la zafra de 2023.

Gasoil: situación complicada

José Ricardo Álvarez indicó que otro de los problemas que enfrentan los productores en la zafra actual es la falta de combustible tipo gasoil. “Se requieren, solo para cosecha, 15 gandolas diarias de combustible, sin contar con lo que demanda la parte agroindustrial”, explicó el vocero.

En ese sentido, el vocero de Socadulce, Miguel Pimentel, agregó que la falta de combustible ha influido en la ralentización de las labores en los centrales azucareros y que la insuficiencia de gasoil ocasionó también que se paralizaran los núcleos y que los productores agrarios nom realizaran las labores estructurales en las cosechas.

Al panorama que desencadena la dificultad para acceder al combustible, Pimentel asomó también el factor climático que, aunque hasta ahora no se ha manifestado, la experiencia de años anteriores apunta a que se debe hacer una labor preventiva para evitar los desborde de ríos y quebradas, los cuales con anterioridad significaron pérdida de cosechas.

 Por Nayrobis Rodríguez