Hoy, Domingo de Resurrección, una de las fechas más importantes del calendario cristiano, fecha propicia para expresar desde lo más profundo de nuestros corazones, nuestros sentimientos, nuestras
alegrías y nuestras tristezas.
YO LA APROVECHO para agradecer a El Redentor haberme dado la oportunidad de celebrar una fecha muy importante para mí, y es que hace apenas dos días, el 29 de marzo, se cumplieron 50 años de haber egresado de la Escuela de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades de la ilustre Universidad Central de Venezuela, “la Universidad que vence las sombras”, la primera promoción de licenciados en periodismo, de la cual orgullosamente formo parte y, aunque peque de vanidoso o presumido, me convirtió también en el primer portugueseño en obtener ese preciado título, firmado y entregado por el entonces rector Rafael José Neri, que bautizamos con el nombre de “Promoción Jesús Rosas Marcano”, en homenaje a aquel poeta bonachón, profesor de periodismo humorístico, nativo de Margarita, quien, emocionado por ese gesto nuestro, nos ofreció un almuerzo en su apartamento y nos dio como regalo adicional un verso de su inspiración a cada uno de nosotros, el cual conservo como una reliquia, y que en una nueva oportunidad lo haré público ¡Gracias Dios mío por tanta bondad!
VIENEN A MI MENTE aquellos momentos en que después de haber cursado mis estudios de primaria en mi pueblo natal, Guanarito, y haber obtenido el título de bachiller en el primer instituto de educación media de Venezuela, el liceo “José Vicente de Unda” en Guanare, llegué a una pensión en Caracas, con una maleta, donde solo habían tres pantalones e igual número de camisas. Allí, en esa maleta, no había ningún par de zapatos, pues tenía puestos los únicos que poseía. Sigan leyendo.
ES CIERTO, ESO ERA LO QUE HABIA desde el punto de vista material, pero con dignidad, entereza y recuerdo emotivo, debo decir que allí dentro de esa vieja maleta estaban mis sueños de adolescente y, sobre todo, estaban los sacrificios de mis padres, Angel Parra Mendoza y Emiliana Pinto de Parra,
quienes se quitaban el pan de sus bocas “para que su hijo menor fuese algo en la vida” como solían decir.
COMO OLVIDAR mi primer día de clases, hace más de 50 años, cuando este grupo que hoy integramos puros adultos, fuimos recibidos por una joven profesora de Ética, llamada Gloria Cuenca de Herrera, quien nos dijo lo siguiente: “Si escogieron esta profesión para hacerse ricos, entonces se equivocaron, pero si la escogieron para servir a los demás, entonces, bienvenidos”. Esa misma Gloria Cuenca, quizás uno de los pocos docentes que sobreviven en esta promoción, que ha sido la seleccionada para ser la
Oradora de Orden en el Reencuentro que tendremos, tentativamente previsto, a finales de este mes de abril en la sede del Colegio Nacional de Periodistas en Caracas, pues motivado a la Semana Santa no lo pudimos hacer el 29 de marzo, como era lo deseado.
NO SABEMOS cuántos han fallecido, quienes están fuera del país o a quienes no se pudieron localizar, y creo que eso le da más emotividad a este esperado reencuentro, pues la mayoría no nos vemos desde hace cincuenta años, salvo algunas excepciones, pero como nos hemos intercambiado fotos viejas y nuevas, me cuentan que las chicas, compañeras de promoción, ya han exclamado ¡Pero, caramba, Grossman está igualito!.
EN ESTE PUNTO, quiero hacer un paréntesis para recordar a quien todos los años de estudio en la UCV fue mi pana, Francisco Javier Loreto, y a quien logré ver y conversar durante los Juegos Nacionales del CNP realizados en Apure años atrás, de donde era oriundo. Francisco Javier falleció hace dos años, víctima del nefasto Covid en San Fernando.
HAN PASADO CINCUENTA AÑOS, y con la frente en alto digo a toda voz que no le he fallado al mensaje de la profesora Gloria Cuenca, no le he fallado a mis compañeros y compañeras de promoción, no le he fallado a mi pueblo, pero sobre todo, no le he fallado a mis fallecidos padres, a mi esposa Reinelda, a mis hijas Marlin y Linmar, a mis nietos Enoha y Juan Pablo, a mis
hermanos vivos y a los que ya murieron. ¡Gracias, Dios mío, por tanta felicidad y por tanta bondad! HAN PASADO CINCUENTA AÑOS, y siempre desde Guanare, he trabajado con diarios de Portuguesa, Lara y Barinas, he trabajado en noticieros, en programas de opinión, en relaciones públicas y en muchas otras facetas de la comunicación social, como esta Antena, publicada desde el ocho de febrero de 1982 en una variedad de diarios y espacios de comunicación, destacando igualmente mi programa “Primera Plana Radio”, en diversas emisoras de la región, cerrado hace dos años, después de estar en el aire alrededor de 48 años, y “Primera Plana Televisión” cerrado hace poco más de un mes, después de veinte años en un canal guanareño, por aquellos que creen que el poder es eterno y que solo viven para la adulación, y es hasta posible que ni siquiera se hayan dado cuenta de la solidaridad masiva que he tenido y el rechazo popular que brotó hacia ellos, lo cual no me amilana, pues siempre tengo presente, y ya las he repetido anteriormente, las palabras del cantautor cubano, Silvio Rodríguez, quien solía decir que “una vida sin riesgos es una vida muy aburrida”.
SON CINCUENTA AÑOS, y en verdad pareciera mucho tiempo, pero creo interpretar el sentimiento de mis compañeros y compañeras de promoción, y recordar con ellos y con ellas que todavía nos queda mucho trecho que transitar “pues escogimos esta profesión no para hacer dinero, sino para servir al pueblo” y así honrar el consejo de nuestra profesora Gloria Cuenca, y por ello, apreciados colegas, compañeros y compañeras de promoción, si este 29 de abril, cuando nos abracemos en ese reencuentro, no me tilden de débil, cuando de mis ojos salgan dos o tres lágrimas que ustedes verán, pero les aseguro que no verán que en mi corazón existe un torbellino de pasiones, recuerdos y sentimientos, porque CINCUENTA AÑOS SON CINCUENTA AÑOS.