Por Robert Alvarado (@robertveraz)
“La lucha entre el bien y el mal es la línea de batalla de la historia. Pero la historia no es solo lo que sucedió antes. Es también lo que sucede ahora.” Terry Pratchett
La idea de que el bien siempre prevalece sobre el mal ha cobrado fuerza en boca de María Corina Machado, líder indiscutible de los venezolanos. Sin entrar en odiosas diferenciaciones, tanto el bien como el mal están claramente identificados de cara a las elecciones del 28J. La percepción en ambos sentidos es innegable. Para demostrarlo, una pregunta ingenua: ¿el actual y azaroso proceso electoral es el resultado de un propósito guiado por el bien o por el mal? Las opiniones varían, también en torno a otra cándida interrogante concerniente al desenlace: ¿las elecciones del 28J nos conducirán a lo bueno o a lo malo? La respuesta es proporcional a la actitud que asumamos respecto al sufragio, puesto que nuestra elección podría comprometer nuestra contribución al país como buena o mala, particularmente si optamos por una alternativa opuesta a la eventual transición democrática.
No se trata de hacer un inventario de las cosas malas que nos agobian. Con la percepción de lo malo que está el país, basta para afirmar la necesidad de asumir nuestra responsabilidad de transformar ese estado de cosas. ¿Asumir esa responsabilidad nos hace buenos o malos? La respuesta dependerá del punto de vista desde el cual se observe. Sin embargo, la tendencia es a una connotación de hacer el bien, no solo al país, sino también a nosotros mismos y a nuestro entorno familiar y de amistades. Aunque pueda sonar candoroso, esto se enmarca en lo que se conoce como la dinámica del bien.
¿Conoce la dinámica del bien? La dinámica del bien se refiere a cómo las acciones positivas o constructivas interactúan y afectan el entorno, las personas y la sociedad en general. No necesariamente tiene una connotación espiritual, sino más bien se relaciona con la influencia positiva que nuestras decisiones y comportamientos pueden tener en el mundo que nos rodea. Va más allá de lo individual y se extiende al bienestar colectivo y al impacto positivo que podemos generar en nuestra comunidad y sociedad. La determinación de María Corina Machado de no salirse de la ruta electoral y de recorrer el país para llamar a votar, ¿se insertaría en la dinámica del bien?
En el contexto electoral actual de Venezuela, María Corina insiste en que esta es una lucha del bien contra el mal y que el bien siempre prevalece sobre el mal. Por lo tanto, considera que esta lucha no es solo electoral, sino también espiritual, en la cual la participación activa y consciente de los ciudadanos es fundamental, apelando a la ayuda divina, con la oración, y eligiendo el 28J, con el voto, para decretar “el cierre de un ciclo de destrucción, de dolor”, como valientemente lo ha expresado ella. La respuesta sería afirmativa, esa determinación se inserta en la dinámica del bien y ha quedado demostrado en su recorrido por el país. Sin embargo, muchos dudan del poder de la oración para cambiar el curso de la historia, sobretodo en situaciones adversas, como las que vivimos. En este contexto, es relevante recordar el siguiente hecho:
Cuando Winston Churchill vio perdida Inglaterra, porque Hitler venía a invadirla, dijo para sí mismo que lo único que quedaba era orar, y se armó en todo el país con cadenas de oración. Hitler iba ya en camino, pero nunca llegó; no se sabe aún que lo detuvo; al parecer una bruma muy extensa lo cubrió y se detuvo para nunca más volver. Por eso la reina de Inglaterra, Isabel II, al conocer ese hecho, dijo: “le temo más a un ejército de personas orando, que a un ejército militar”.
Esta poderosa afirmación refleja la creencia en el poder de la oración y la espiritualidad. La idea detrás de su declaración es que la fe y la esperanza pueden ser más poderosas que las fuerzas militares en ciertas situaciones. A veces, las acciones aparentemente insignificantes, como la oración, pueden tener un impacto significativo. Es interesante cómo esta idea se relaciona con la historia y cómo incluso en momentos de conflicto, la fe y la esperanza pueden desempeñar un papel crucial.
Así las cosas, la confrontación entre el bien y el mal, aunque tiene raíces espirituales y bíblicas, se manifiesta en el contexto venezolano como una expresión de la realidad política-electoral y social. Esta confrontación está marcada por una polarización inducida, que muestra signos de un desgaste avanzado debido a la abrumadora aspiración de cambio, que se traduce en el propósito de salir del mal vivir en que nos han sumido. Mal vivir que está relacionado con aspectos censurables que derivan de políticas públicas que, aunque se presentan como humanistas, en la práctica resultan deficientes. Un ejemplo emblemático es el programa de distribución de bolsas de comida, que ha sido objeto de críticas, así como la diáspora que afecta a todos.
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