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El ejército israelí ordenó el lunes a decenas de miles de palestinos en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, que comenzaran a evacuar la zona, lo que apuntaba a que la invasión terrestre prometida desde hace tiempo podría ser inminente.

El anuncio complicaba los esfuerzos de mediadores internacionales, incluido el director de la CIA, de negociar un cese al fuego. Hamás y Qatar, un importante mediador, han advertido que una invasión de Rafah, junto a la frontera con Egipto, podría descarrilar las conversaciones. Estados Unidos ha reiterado a Israel que no invada la ciudad.

Israel ha descrito Rafah como el último bastión significativo de Hamás después de siete meses de guerra, y sus líderes han reiterado que necesitan una invasión terrestre para derrotar al grupo armado.

El teniente coronel Nadav Shoshani, vocero del ejército, dijo que se ordenaba a unas 100.000 personas que fueran a Muwasi, un área cercana declarada por Israel como zona humanitaria. Indicó que Israel preparaba una “operación de alcance limitado” y no aclaró si era el inicio de una invasión más amplia de la ciudad. Pero el pasado octubre, tras el ataque sin precedentes de Hamás contra el sur de Israel del 7 de octubre, Israel no anunció oficialmente el inicio de una invasión terrestre que continúa hasta hoy.

El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, dijo durante la noche al secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, que Israel no tenía más opción que atacar en Rafah. Hamás lanzó el domingo un cohetes desde la zona de Rafah que mató a cuatro soldados israelíes.

Shoshani dijo que Israel había publicado un mapa de la zona de evacuación y que se habían transmitido las órdenes en panfletos arrojados desde el cielo, mensajes de texto y emisiones de radio.

Añadió que Israel ha ampliado la ayuda humanitaria a Muwasi, lo que incluye hospitales de campaña, tiendas, comida y agua.

El plan de Israel de invadir Rafah ha despertado la alarma global por el riesgo que plantea para más de un millón de civiles palestinos que se cobijan allí.

Unos 1,4 millones de palestinos —más de la mitad de la población de Gaza— están hacinados en la localidad y sus alrededores. La mayoría huyeron de sus casas en otros lugares del territorio para escapar de la ofensiva israelí y ahora enfrentan otro doloroso traslado o el riesgo de enfrentar el grueso de un nuevo ataque. Viven en abarrotados campamentos de tiendas, refugios de Naciones Unidas sobrepasados y apartamentos llenos de gente, y dependen de la ayuda internacional para conseguir comida, con un sistema de saneamiento e instalaciones médicas muy dañados.

La agencia de Naciones Unidas que ha ayudado a millones de palestinos en Gaza y Cisjordania durante décadas, conocida como UNRWA, advirtió el lunes de las devastadoras consecuencias de una ofensiva en Rafah, como más sufrimiento de los civiles y muertes. La agencia dijo que no evacuaría y que se quedaría en Rafah todo lo posible para seguir prestando asistencia que salva vidas.

El cruce fronterizo de Rafah con Egipto, el principal punto de entrada para la ayuda que llega a Gaza, estaba en la zona a evacuar. El paso seguía abierto el lunes tras la orden israelí.

Pero incluso mientras Estados Unidos, Egipto y Qatar presionaban para que se acordase un alto el fuego, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, reiteraba la semana pasada que el ejército avanzaría sobre la ciudad “con o sin acuerdo” para alcanzar su objetivo de destruir al grupo armado Hamás.

Netanyahu acusó el lunes a Hamás de “torpedear” el acuerdo de rehenes y de no ceder en sus “extremas demandas”, y prometió impedir que los milicianos retomen el control del territorio. En un encendido discurso el domingo por la noche con motivo del día anual de recuerdo del Holocausto en el país, Netanyahu rechazó la presión internacional para que detenga la guerra y afirmó que “si Israel se ve obligada a alzarse solo, Israel se alzará solo”.

Un oficial de Hamás dijo a The Associated Press que Israel intenta presionar al grupo para que haga concesiones en el alto el fuego, pero que no cambiarían sus demandas. Hamás quiere un compromiso de que la guerra terminará por completo, la retirada de las tropas israelíes de Gaza y la reconstrucción futura de la Franja a cambio de los rehenes israelíes retenidos por los milicianos.

Shoshani no dijo si la inminente operación en Rafah respondía al ataque de Hamás del domingo en el paso fronterizo, que obligó a cerrar un cruce importante para las entregas de ayuda. Dijo que el incidente no afectaría a la cantidad de ayuda muy necesitada que entra en Gaza, porque había otros pasos operativos.

Sin embargo, no hizo comentarios sobre las advertencias estadounidenses de que no invada la ciudad ni aclaró si la evacuación se había coordinado con Egipto.

Egipto, un socio estratégico de Israel, ha dicho que una toma militar de la frontera entre Gaza y Egipto —que se supone debe estar desmilitarizada— o cualquier iniciativa para llevar palestinos a Egipto amenazaría el acuerdo de paz que ha mantenido durante cuatro décadas con Israel.

En Rafah, la gente recibió folletos escritos en árabe el lunes por la mañana que detallaban qué cuadras debían vaciarse y adónde se habían ampliado las zonas humanitarias. Los folletos decían que los servicios de ayuda se expandirían de Deir al Balah, en el norte, a la ciudad de Jan Yunis, en el centro de la Franja de Gaza.

“Cualquiera encontrado cerca de organizaciones (milicianas) se pone en peligro a sí mismo y a los miembros de su familia. Por su seguridad, el (ejército) le insa a evacuar de inmediato a la zona humanitaria expandida”, decía el aviso.

Palestinos en Rafah dijeron que la gente se había reunido para comentar sus opciones tras recibir los folletos. La mayoría dijeron que no querían trasladarse solos y preferían viajar en grupo.

“Mucha gente aquí está desplazada y ahora tiene que moverse de nuevo, pero nadie se quedará aquí, no es seguro”, dijo Nidal Alzaanin a The Associated Press por teléfono.

Alzaanin, que tiene cinco hijos, trabaja para un grupo internacional de ayuda y se vio desplazado a Rafah desde Beit Hanoun, en el norte, al inicio de la guerra.

La gente está preocupada porque las tropas israelíes dispararon a los palestinos cuando se trasladaban por órdenes de evacuación anteriores, señaló.

Alzaanin dijo que había empacado sus documentos y su equipaje pero esperaría 24 horas para ver qué hacían los demás antes de trasladarse. Dijo que tenía un amigo en Jan Yunis y tenía la esperanza de que pudiera conseguir una tienda para su familia.

Pero algunas personas dijeron que estaban demasiado cansadas y hartas tras meses de destrucción como para huir de nuevo.

Sahar Abu Nahel se vio desplazada a Rafah con 20 de sus familiares. Su esposo está retenido por Israel y su yerno está desaparecido, señaló.

“¿A dónde voy a ir? No tengo dinero ni nada. Estoy agotada, igual que (mis) hijos”, dijo enjugándose las lágrimas. “Quizá para nosotros sea más honorable morir. Nos están humillando”, dijo.