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Iván Colmenares

La temperatura en Miraflores debe estar por encima de los 40 grados, porque los desaciertos frente a lo que está pasando, tienen límites de locura. Los pasillos se inundan de dimes y diretes, la sala situacional peor que Jumanji, con los riesgos de los diferentes escenarios y la hemorragia oral del segundo a bordo en el PSUV es incontrolable, nerviosa y temerosa.

Creyeron que la detención de Tarek El Aissami y su precuela con Hugbel Roa y compañía, lavaban su cara. Fue tirar de un hilo de la madeja que se enredó como telaraña hasta que llegan a un gran amigo del hijo del Presidente, que cayó en la mala como los hermanos de los grandes edificios en Las Mercedes de Caracas. Esta detención de Santiago Morón, responde más a los humores del nefasto psiquiatra y así será la amenaza, que no valen los ruegos de Nicolasito.

Nos entramparon hasta que tuvimos que dejar a Edmundo González Urrutia como candidato presidencial, porque después de la enorme victoria arrolladora de María Corina Machado, se pusieron remate. Resulta que no han podido detener el paso victorioso de la líder por el país y el diplomático de carrera ha sorprendido a todos y más, a los rojos, por su carácter conciliador, calmado, respetuoso, que dibuja la transición que queremos para la tierra de gracia que anhelamos. Y además porque ha sumado apoyos que no se esperaban en este lado correcto de la historia, que Venezuela agradecerá. 

Pero el radicalismo rojo explora caminos de insensatez. Hablan de suspensión de elecciones, del modelo Nicaragua, donde detuvieron a todos los candidatos de la oposición, en nuestro caso, hay uno solo, porque los demás son de la comparsa al son de los verdes, la oposición sodomizada. Ya comenzaron a practicar nuevamente con la “escasez” de gasolina, guion que repiten cada tres  meses, y la permanente domesticación con los más severos racionamientos eléctricos, que pudieran producir un gran apagón en la semana electoral. Con estos “bichitos” cualquier cosa es posible. Pero lo que sí está claro es como me dice un paisano a quien respeto mucho, con profundo conocimiento de causa, que fue protagonista de los hechos golpistas del 92: “Estamos en presencia de un régimen haciendo toda clase de maniobras, maniobrillas, trucos, artimañas, bufonadas y cosas semejantes, que revelan su enorme debilidad. La derrota del régimen pueden postergarla y es impredecible, pero no inevitable”, aunque alerta que “soberbia y egos elevados han servido en el pasado para fortalecerlo”. 

Ese nerviosismo se está viendo en Portuguesa. Los actos con Diosdado no fueron exitosos, a pesar de su colosal costo para actos portátiles y a los dirigentes del PSUV no los miden por sus actividades, sino por los de la oposición con María Corina a la cabeza, el paso por la tierra de Páez estremeció la llanura y sus montañas. Por eso suena mucho en la región, un posible cambio en la Gobernación y como la política es como la tos, no se puede esconder, por ahí apareció nuevamente Reinaldo Castañeda, quizás no para sustituir a Cedeño, pero en algo anda y se nota la mano que mece la cuna.

El problema para que se vaya Cedeño a un alto cargo, no es que no quiera, es quién se queda. La Constitución, para lo que a ellos les importa, habla de que será el secretario general de gobierno quien complete el período, en este caso, Amarilys Pérez. Pero Tivo, antes muerto que sencillo, pone obstáculos y trabas, aunque ya pidió que la emperatriz sea la sustituta inmediata en la Alcaldía de Araure y la próxima candidata en ese municipio. Tampoco tiene en sus manos Cedeño la llave que destranque ese juego. Eso lo decide Caracas y punto. Sería un Torrealba el que concluya el mandato y el candidato para las regionales del 25 y el almirante Castañeda iría a la Alcaldía de Páez.

Este torbellino interno tiene a las facciones internas enfrentadas. Primitivo que tiene un peso importante por el hecho de la cabeza del PSUV y Gobernador, pero que perdió la protección de quien tuvo el atrevimiento de calificarlo como un mandatario ejemplar, como si conociera el sebo de su ganado, los Torrealba que tienen como jefe al Ministro del Trabajo y por supuesto, el gran peso del Ministro de Agricultura, Castro Soteldo, que pareciera que no moja, pero empapa.

Y después dicen que los rojos van en la misma dirección. Hay mucha desazón adentro, teniendo a un candidato que no levanta el ánimo, que es más de lo mismo, sin esperanzas de mejorar. Por eso, hay que tener los pies sobre la tierra y organizar sin aspavientos, explicando posibles confusiones en la tarjeta. El mandado no está hecho. Hay que utilizar al máximo los días que quedan para que Venezuela sienta el aire de la libertad y del cambio. 

Ya no es como decía Antonia: cagajón que se prenda…es que son muchos. Ahora el miedo se mudó de acera.