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La Comisión Europea puso este miércoles la primera piedra de lo que se teme que sea una importante guerra comercial con China. El brazo ejecutivo de la Unión Europea anunció, tras meses dando vueltas sobre el asunto, que aumentaba los aranceles a los autos eléctricos chinos. Bruselas considera que Beijing ayuda a sus automotrices con subsidios que serían ilegales a la luz de la normativa de la OMC porque distorsionan el mercado mundial de autos eléctricos y perjudican a sus competidores.

La solución europea para proteger a sus automotrices, que llevan la transición al auto eléctrico más lenta que las chinas, es aumentar los aranceles. Así, a la empresa SAIC se le exigirá un 38,1% de arancel, a BYD, el mayor fabricante chino de autos eléctricos, un 17,4%, a Geely un 20%, a otras empresas que cooperaron en la investigación europea sobre los aranceles chinos un 21% y a las que no cooperaron un 38,1%.

El comisario europeo de Comercio y vicepresidente del ejecutivo europeo, Valdis Dombrovskis, dijo en Bruselas que el objetivo de la medida “no es cerrar el mercado de la Unión Europea a los vehículos eléctricos chinos, sino garantizar que la competencia sea justa”. La decisión es provisional, no entrará en vigor hasta el 4 de julio y cuando lo haga podrán imponerse aranceles de forma retroactiva a los autos llegados a Europa desde este miércoles. El movimiento de la Comisión Europea no tiene consenso entre los 27 Estados miembro de la Unión Europea.

Hay varios grupos que defienden posturas diferentes. Los países que tienen más fábricas o empresas nacionales de autos eléctricos de baja gama, como España, Hungría o Eslovaquia, en el primer caso, y Francia en el segundo, están de acuerdo. Para ellos los autos chinos eléctricos baratos son competencia directa y apenas producen autos de lujo que exporten a China.

El gobierno alemán lleva meses mostrando su malestar ante la eventualidad de que se tomara esta medida. De las usinas alemanas salen sobre todo autos de lujo de sus propias marcas, los autos eléctricos baratos chinos no son competencia para su producción, pero las represalias que se espera que tome China sí podrían afectar a los autos que Alemania exporta al gigante asiático.

El problema es de fondo

Las automotrices chinas, empujadas y subsidiadas por su gobierno, iniciaron la transición del auto de motor de combustible al eléctrico prácticamente una década antes que las automotrices europeas. Esa ventaja hace que los chinos sean capaces de poner en el mercado europeo automóviles con las mismas prestaciones pero hasta un tercio más barato que sus competidores europeos.

Entre los compradores europeos sigue siendo primera opción comprar un Volkswagen o un Renault que un auto de una marca china que apenas conoce, pero cuando el chino es un tercio más barato el precio se convierte en una variable importante en la decisión de compra. Los aranceles hacen que ese diferencial desaparezca.

El gobierno chino reaccionó diciendo que es una medida “proteccionista”. Según un cable de AFP, un portavoz de la Cancillería china dijo esos aranceles recién anunciados son “contrarios a los principios de la economía de mercado y a las normas del comercio internacional, socavan la cooperación económica y comercial y la estabilidad de la cadena mundial de producción y suministro de automóviles y, en última instancia, perjudicará los propios intereses de Europa”.

En Bruselas también hay diferencias entre los técnicos, si bien es cierto que China subsidia a sus fabricantes de una forma que violaría la normativa comercial internacional, también lo es que los europeos intentan proteger a una industria que no hizo los deberes a tiempo. Expertos en transición energética, como el español Pedro Fresco, consideran que la Comisión Europea debe empujar a los fabricantes europeos a acelerar el desarrollo de autos eléctricos más baratos y que la protección de los aranceles no puede alargarse de forma que se sientan protegidos y así sigan arrastrando los pies.

La decisión tomada hoy muestra cómo ha cambiado en pocos años la idea que Europa tiene de su relación con China. De la cooperación a las tiranteces. Después de años de aceptar que China inundara el mercado europeo con productos subsidiados con fondos públicos, como hizo con los paneles solares, que secaron a los productores europeos, Bruselas se revuelve y cambia de estrategia.

En los próximos meses podría haber decisiones similares sobre esos paneles solares o sobre aerogeneradores. Europa está cambiando su relación con China, de quien quiere depender lo mínimo posible tras ver durante la pandemia de covid que prácticamente todo lo que necesitaba estaba controlado por Beijing.

PB