Tengo muchos amigos a los que les gusta el tema gramatical y lingüístico, y de cuando en cuando me sugieren que escriba sobre casos en los que tienen dudas, pues su ocupación habitual les impone la obligación de escribir bien y hablar de mejor manera, para lo cual, lo he dicho en reiteradas oportunidades, no es necesario ser miembro de la Real Academia Española. Solo basta con poner en práctica los conocimientos que en materia de lenguaje se adquieren en las diferentes etapas de la educación formal. Lo demás llegaría por añadidura, siempre que se le dé la importancia necesaria.
Y al hablar de amigos, debo referirme a Raimond Gutiérrez, quien me envió por WhatsApp un contenido sobre uno de los tantos usos de la coma, que me llamó la atención, pues en los innumerables artículos que he dedicado a ese importante signo de puntuación, aunque sé que existe, no lo había tocado.
Raimond, aparte de ser abogado con una larga y admirable trayectoria, maneja con gran facilidad y elegancia el tema gramatical y lingüístico, lo cual le ha permitido incursionar con éxitos en el periodismo de opinión, como articulista y columnista de importantes medios de comunicación de Venezuela y de otros países. Otra virtud que lo distingue, es que es fiel cultivador de la amistad popular.
Solemos intercambiar impresiones sobre las impropiedades más comunes, tanto en los medios de divulgación masiva, como en el habla cotidiana. A veces lo consulto sobre temas jurídicos y políticos, para lo cual siempre tiene la respuesta adecuada.
Gracias a su aporte, hoy volveré a hablarles sobre la coma, que es –a mi entender y el de otras personas que se dedican a estos temas-, el más difícil de usar correctamente. Por esa razón, cada vez escribo sobre este asunto, procuro ser lo más explícito posible, en función de contribuir a disipar las dudas e infundirles seguridad a quienes se preocupan por el buen decir, escrito u oral. Lo paradójico es que los casos en los que más se incurre en impropiedades, son los más fáciles de manejar.
Alrededor de la coma se ha escrito mucho, con la finalidad de derrumbar las barreras que impiden que haya un manejo relativo del asunto. Es frecuente toparse con anuncios sobre los 5, los 10, los 20 o los 50 usos de la coma. Cada autor se basa en los criterios que al respecto aplica la Real Academia Española; pero al final tratan de imponer el de ellos. Sandro Cohen, en su libro “Redacción sin dolor”, muestra lo que él considera los diez usos de la coma. Quienes deseen profundizar sobre esto, deben leerlo.
Cuando hablo de la coma, me centro en mostrar los casos en los que más se incurre en situaciones viciadas. Hay redactores (y redactoras también), que colocan coma donde no debe ir, y la omiten cuando es necesaria. Existen otros que no la usan en ningún caso, lo que hace que solo por adivinación pueda entenderse lo que escriben.
La coma, entre otras cosas, se usa para separar elementos de una enumeración: “Compré papas, lechuga, tomate y cebolla”. Para marcar el inicio y el fin de un inciso. Un inciso es una frase que brinda información adicional: “El Libertador Simón Bolívar, Genio de América, nació en Caracas el 24 de julio de 1783”; “Mi hermano, que es historiador, aclaró nuestras dudas sobre la Gesta Emancipadora de Venezuela”.
Hay otros usos; pero estimo que la coma elíptica, la coma vocativa y la combinación que se hace con el punto y coma para separar el nombre del cargo, y este del nombre, son los casos en los que frecuentemente se incurre en error. Lo lamentable es que quienes más cometen esas faltas, son personas que por el rol que desempeñan ante la sociedad, deberían ser ejemplos del buen decir.
La coma elíptica es la que permite la omisión de algo que es sobrentendido, y por tanto no se dificulta la comprensión del texto: “Su hijo mayor es rubio; el menor, moreno”; “Los que no tengan invitación, por aquella puerta”.
La coma vocativa o coma del vocativo, es la que se emplea para separar el vocativo del resto del texto. Entiéndase por vocativo la persona o cosa personificada a la que nombra o se alude en la oración: “Buenos días, muchachos”; “Puedes venir a buscarme, papá”; “Levántate, Lázaro”.
Cierro con la combinación de la coma y el punto y coma en casos de personas con relación a su cargo u oficio: “Carlos Mendoza, director; Luis Parra, secretario general; María Rodríguez, asesora jurídica”. Si solo se colocara coma, sería difícil saber quién desempeña tal o cual cargo.