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La tradicional ceremonia de traspaso de poderes ministeriales se inició en Paris el lunes, luego que finalmente el primer ministro, el conservador Michel Barnier, consiguiera formar el gobierno el sábado por la noche.

Un gobierno minoritario de Emmanuel Macron, que debe depender del apoyo de la extrema derecha para sobrevivir, tras su incomprensible decisión de disolver la Asamblea Nacional y luego, no conseguir la mayoría. El primer Consejo de ministros estaba prevista para las 15 hora de Francia, después de un desayuno conjunto con el primer ministro en el palacio de Matignon, su sede de gobierno.

El voto de confianza amenaza a un gobierno que nació débil, híbrido y con ministros que casi nadie conoce. Solo hay que poner fecha para cuándo será y frente a qué proyecto.

Un gobierno de derecha vigilado

Michel Barnier buscó poner fin a semanas de crisis política presentando un gobierno de derecha al presidente Macron. El rechazó su primera lista porque no era “un gobierno de unión o consenso. El que finalmente aceptó es una suma de derechistas y macronistas que los vigilan.

El nuevo gobierno de centroderecha de Francia ha sido duramente despreciado, tanto por la oposición de izquierda como por la de extrema derecha. Ambas lo calificaron de ilegítimo y de poco probable que dure.

En la elección nadie consiguió la mayoría absoluta. Pero fue el Bloque Nuevo Popular, la unión de los socialistas, los comunistas, la Francia Insumisa y los ecologistas, los que obtuvieron más bancas. Ellos consideran que este gabinete les robó sus resultado y Macron los ignoró, Miles de sus militantes han salido por segunda vez a la calle en toda Francia pidiendo la dimisión de Macron y Barnier los dos últimos sábados.

Cómo gobernará Barnie

Michel Barnier, de 73 años, quien fue designado por el presidente Macron para formar un gobierno minoritario, restó importancia a la arremetida del bloque de izquierda y de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Pero su sobrevivencia depende del partido lepenista, porque la izquierda ha prometido rechazarlo sistemáticamente y caería en caso de una moción de censura de ambos bloques.

Después de 11 semanas de incertidumbre tras las elecciones anticipadas y dos semanas de disputas con Barnier, Macron respaldó a un equipo de 39 miembros extraídos de su bloque centrista, incluidos siete de su gabinete saliente, y del partido conservador Republicanos de Barnier.

Muchos dudan de que Macron permita a Barnier dirigir independientemente su gobierno de «semi-oposición», como prometió. Los que lo conocen argumentan que con la disolución de la Asamblea arbitrariamente quiso demostrar que conservaba el poder.

La mayoría de los nuevos ministros son inexpertos y poco conocidos. Los leales a Macron representan la mayor parte de las carteras importantes, incluyendo a Antoine Armand, de 33 años, un diputado de segunda línea, para Finanzas, Sébastien Lecornu, de 38 años, que permanece en Defensa, y Jean-Noël Barrot, un centrista del Modem de 41 años, ascendido de Europa a ministro de Asuntos Exteriores.

El principal objetivo de la bronca y las críticas de la izquierda fue el nombramiento en el Ministerio del Interior de Bruno Retailleau, de 63 años. Un defensor de la ley y el orden, que lidera la derecha tradicionalista de los republicanos. El nombramiento de un conservador de línea dura en materia de inmigración fue visto como una concesión a Le Pen.

“Ordeennn”

En el traspaso del poder en la mañana del lunes, Bruno Retailleau bajó línea. Anunció frente a su antecesor Gerald Mussa Darmanin: “No cederé, no toleraré ninguna ofensa física o verbal contra la policía. El mensaje es claro: los franceses quieren más orden en las calles, en las fronteras”, afirmó.

“Tres prioridades: la primera, restablecer el orden, la segunda, restablecer el orden, la tercera, restablecer el orden. Cuando no hay orden, la libertad se ve amenazada. Creo en el orden como condición de la fraternidad. No todo va a suceder con el movimiento de una varita mágica. Nunca les contaré una historia a los franceses”. “Debemos tener el coraje de ser firmes”, insistió Bruno Retailleau.

Su antecesor Gerald Darmanin se despidió de una manera inusual. Dijo que se marchaba “con mucha emoción”. “Mi nombre es Gérald Moussa Jean Darmanin. Mi padre quería inscribirme como Moussa Darmanin, que lleva el nombre de mi abuelo, un fusilero argelino que había servido en Francia. Es bastante obvio que, si mi nombre hubiera sido Moussa Darmanin, no habría sido elegido alcalde ni diputado y, sin duda, no habría sido nombrado ministro del Interior en el primer intento”, prosiguió el exministro.

El canciller saliente Stéphane Séjourné y nuevo comisario europeo en reemplazo de Thierry Bretton recibió al centrista a Jean-Noël Barrot, nuevo ministro de Asuntos Exteriores. “Señor ministro y querido Stéphane, usted sale del ministerio por la puerta grande. No puedo dejar de señalar que está usted siguiendo los pasos de uno de sus ilustres predecesores: un tal Michel Barnier. Así que, querido Stéphane, ministro, gracias por todo lo que ha aportado a este ministerio”, declaró Jean-Noël Barrot, nuevo ministro.

“Al asumir este cargo, mido la escala de los desafíos que enfrentamos: paz, clima, democracia, prosperidad” concluyó.

A pesar de las esperanzas de Macron de reclutar en la centroizquierda, solo consiguió a Didier Migaud, un ex diputado socialista de 72 años, que se retiró hace 14 años.

“Una farsa»

El izquierdista Nuevo Frente Popular denunció al nuevo gobierno como “una farsa”, ya que Macron había ignorado el primer lugar de la alianza en las elecciones parlamentarias y mantuvo el control con la ayuda de los republicanos, que sufrieron una gran derrota y consiguieron solo el 5 por ciento de los votos. Los centristas de Macron quedaron en segundo lugar en las elecciones, seguidos por el Reagrupamiento Nacional o lepenismo en tercer lugar. El presidente no ofreció a la alianza de izquierda la oportunidad de formar un gobierno porque dijo que no sobreviviría.

Jean-Luc Mélenchon y la izquierda francesa han prometido rechazar sistemáticamente al nuevo gobierno.

El fundador de la Francia Insumisa dijo que Francia ahora tiene «un gobierno de los perdedores de las elecciones». «Deberíamos deshacernos de él lo antes posible» declaró. Olivier Faure, el líder socialista, calificó al gobierno como «el más derechista» en la historia de la Francia moderna.

Los socialistas se unirían a sus aliados en una votación contra «este gobierno, que es la expresión de una negación de la democracia», dijo. La votación no tiene muchas posibilidades de prosperar “porque Marine Le Pen ha decidido dar su bendición al gobierno de Barnier”, añadió el socialista Faure, líder del partido.

François Hollande, el presidente socialista que precedió a Macron, calificó al nuevo gobierno de “light” y “frágil porque su supervivencia depende de la Reagrupación Nacional”.

¿Qué hará el lepenismo?

Le Pen, archienemiga de Macron y segunda en las últimas dos elecciones presidenciales, ha dicho que no rechazará al nuevo gobierno por el momento. “Este gobierno transitorio es la consecuencia del lio creado por las alianzas impías forjadas en las elecciones”, dijo el árbitro de la Asamblea Nacional.

Jordan Bardella, el lepenista presidente de la Reagrupación, dijo que el nuevo gobierno “no tenía ningún futuro”. Sébastien Chenu, su adjunto, dijo el domingo: “Veremos lo que dice Michel Barnier y, a la luz del presupuesto que se presente, nos reservamos la posibilidad de una moción de censura”.

La ley de presupuesto, que es crucial para que Francia contenga sus enormes déficits, debe presentarse a principios de octubre. El proyecto de ley está ahora en manos de Armand, un funcionario con sólo dos años como diputado y 33 años.

¿Castigo de la UE?

La UE ha advertido a París que espere un castigo si no controla su déficit, ahora en el 5,5 por ciento de la producción, y su deuda en el 110 por ciento. Francia debe encontrar 110 mil millones de euros en ahorros en los próximos años para cumplir. Armand indicó el domingo que se impondrían nuevos impuestos a las personas con altos ingresos y a las empresas, pero no a los más modestos o a la clase media.

Macron puede hacer pasar la ley del presupuesto por un decreto de emergencia. Pero su impopularidad será su fantasma hasta el 2027, cuando hay oficialmente elecciones presidenciales en Francia.