Con “bombos y platillos” el presidente Nicolás Maduro arribó a Rusia este martes para asistir a la cumbre de los Brics con la esperanza de concretar el ingreso de Venezuela al organismo, un hecho que protegería al país del impacto económico generado por las sanciones impuestas por Estados Unidos.
El Nuevo Herald reseñó que medios de comunicación brasileños apuntan que el gobierno de ese país fue el principal obstáculo para las pretensiones venezolanas de ingresar a la agrupación, liderada por Rusia, China, India, Brasil y Sudáfrica, establecido para fomentar estrategias conjuntas de desarrollo en aras de rivalizar con las economías de Europa y Estados Unidos.
Venezuela esperaba entrar este año a la organización en aras de esquivar el efecto producido por las sanciones de Estados Unidos y crear las condiciones para comenzar a recibir los miles de millones de dólares en inversiones que necesita para revivir a su moribunda economía.
Pero el gobierno de Luiz Inácio “Lula” da Silva, que en los últimos meses ha expresado dudas sobre el anuncio del régimen de Caracas de que Maduro ganó las elecciones presidenciales de julio, le dijo a sus socios dentro del Brics que el ingreso de Venezuela a la organización no es buena idea.
El veto de Brasil representa una nueva señal del distanciamiento entre Lula y el presidente venezolano, “una relación que ha estado congelada desde hace ya un tiempo”, reportó el diario Brasileño El Globo. Las intenciones del gobierno brasileño de interceder para que a Venezuela no se le dejara ingresar al Brics habían comenzado a ser evidentes esta semana en medio de los comentarios brindados por el asesor para asuntos internacionales del gobierno brasileño, el ex canciller Celso Amorim.
“Yo no defiendo la entrada de Venezuela”, dijo Amorim a CNN Brasil. “Creo que hay que ir despacio. No sirve de nada llenar (a la organización) de países, porque de lo contrario pronto se convertiría en un nuevo G-77″.
Presionado por un incremento de las críticas internacionales en el marco de los cuestionamientos a la victoria de Maduro en las elecciones presidenciales del 28 de julio, su Gobierno había comenzado a ver al Brics como un salvavidas que podría ayudar a la economía venezolana resistir a la aplicación de nuevas sanciones económicas por parte de Europa y Estados Unidos.
En un intento por asegurar el ingreso de Venezuela al grupo, Maduro viajó a Kazán, Rusia, junto con su esposa Cilia Flores en la noche del martes, para comenzar a realizar labores de cabildeo.
El miércoles en la mañana, Maduro se reunió con los presidentes de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, Palestina, Mahmud Abás, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro etíope, Abiy Ahmed. Y en la tarde se reunió con el gobernante ruso, Vladimir Putin, para tratar “asuntos bilaterales y la cooperación en el marco de los BRICS”.
Tras el encuentro, Putin celebró la amistad entre Caracas y Moscú. “Venezuela es uno de los viejos y fiables socios de Rusia en América Latina y en el mundo en general”, dijo el presidente ruso.
“Las relaciones de asociación estratégica entre nuestros países continúan fortaleciéndose”. Rusia es uno de los pocos países que se han pronunciado a favor del régimen de Caracas en medio del escándalo desatado en torno a las elecciones, diferenciándose por ejemplo de los gobiernos de Colombia y de Brasil, que pese haber estado entre sus tradicionales aliados han expresado escepticismo sobre su anuncio victoria electoral.
Brasil y Colombia son los países más inmediatamente en riesgo de ser afectado por un temido éxodo de migrantes venezolanos, ante pronósticos de que millones de ellos podría salir próximamente de Venezuela si Maduro permanece en el poder.
Hasta el día de hoy, el Gobierno no ha presentado las actas confirmando que Maduro ganó la elección, pese a los repetidos pedidos de la comunidad internacional de que lo haga.