Iván Colmenares
Dos hechos marcaron esta semana pasada a la que podemos calificar de escabrosa, como si fuese un presagio de un futuro inmediato incierto para los venezolanos de ambos bandos, aunque hay que sumarle la tragedia que persigue a los motorizados, que son protagonistas de la primera causa de muertes y accidentes viales en nuestro Estado Portuguesa.
La primera fue el fracaso del régimen encabezado por Nicolás Maduro, con su vicepresidenta y canciller como grandes responsables del papelón puesto por el jefe de estado aún “legítimo” en Rusia, con el desplante hecho por los anfitriones su carnal Putin, su hermano chino y el largo etcétera del bloque de los Brics, que pretende convertirse en equilibrio mundial, por lo demás frustrado, ante la Unión Europea y Estados Unidos.
Las imágenes que llegaron fueron testimonio del gran ridículo de la revolución venezolana en esa cumbre, el uso de tres aviones para una pequeña comitiva, un viaje que puso en evidencia las contradicciones del régimen y el veto de su gran amigo perdido por la desconfianza, la sexta economía del mundo, liderada por Lula Da Silva.
El 28 de Julio se sigue atravesando en la narrativa del régimen. Los jerarcas militares y políticos son el hazmerreír del mundo democrático, y pesar de las “diplomáticas” salutaciones por su “victoria”, no los dejan entrar ni siquiera como oyentes a la reunión, donde Venezuela con su potencial tuviera mucho que dar, pero la desconfianza no es sólo en lo electoral, sino en el manejo de los fondos bilaterales construidos, por ejemplo, con China, donde la corrupción los deja al desnudo. En fin, un fracaso estruendoso que remata con una frase malcriada a su llegada: “nadie vetará ni callará a Venezuela”. En fin, cada día más solos y, en consecuencia, cada día más represivos y altaneros.
El secuestro y asesinato del dirigente de Voluntad Popular en Apure, Edwin Santos, ante la excesiva tortura de agentes represivos, que reciben órdenes del Ministro del Interior, rememora las páginas oscuras de la dictadura, Fernando Albán, el teniente Rolando Ojeda en Chile, Oscar Pérez, Raúl Isaías Baduel, Franklin Brito y tiñe de sangre los días finales de esta semana. Lo vieron en el cuerpo de seguridad que lo detuvo y su esposa, que seguía su huella, le responde a César Pérez Vivas, según cuenta él “me lo mataron”.
Santos fue llamado a una reunión con Daniel Ceballos y según narra su esposa, vino muy cambiado, porque al parecer le ofrecieron un acuerdo para desmentir lo que había hecho, como responsable de las actas del 28J en ese peligroso municipio Páez. Trabajaba en Radio Fe y Alegría y acompañaba al pueblo en sus expectativas y sus denuncias, era un católico militante, era un verdadero servidor público y un dirigente político de profundo talante democrático y mucho coraje. Su sepelio fue un inmenso dolor colectivo.
El domingo, su partido al que ayudó a construir antes de su fundación le rindió homenaje, donde Leopoldo López destacó la fe, el compromiso y el entusiasmo por una mejor Venezuela, de ese muchacho que hoy es símbolo de lucha y valentía ante un régimen que está cavando su propia tumba. “No callaremos en la búsqueda de justicia. No nos podemos acostumbrar a que el miedo se siembre en la normalidad que quiere imponer a Maduro a punta de sangre y fuego, persecución e injusticia” dijo el líder fundador. “Cuando dudemos si esta lucha vale la pena, cuando necesitemos fuerza, amor y compasión, ahí estará ese joven apureño. Este homenaje se queda corto ante su legado” afirmó la dirigencia de Voluntad Popular.
La dictadura tiene a casi dos mil presos políticos, de los cuales más de un centenar son menores de edad y hay muchos más, si seguimos el patrón ONU. Por eso, hay que seguir, aunque sea boca a oreja, abonando el terreno para la transición, para que se respete la voluntad popular expresada el 28 de Julio, para agradecer a la comunidad internacional, el inmenso apoyo brindado, para seguir manteniendo firme la esperanza de que el día del cambio pronto llegará.
COLOFON CON VLADIMIR VILLEGAS: “La detención e incomunicación de Nelín Escalante es una nueva agresión contra el gremio periodístico venezolano. Su nombre se suma a una larga lista de comunicadores sociales presos o castigados por cumplir con su trabajo. El periodismo se ha convertido en una profesión riesgosa, criminalizada por los enemigos de la libertad de expresión, algunos de ellos firmantes de la Carta Magna de 1999, y con altísimas responsabilidades en distintos poderes públicos. Incluso cumplir con los postulados de nuestro código de ética profesional puede ser un pasaporte a la cárcel. El derecho a informar y a estar informado está en entredicho en la Patria de Bolívar. El estado de excepción se ha convertido en lo cotidiano. Los periodistas y los venezolanos en general vivimos sin garantías constitucionales.”