El estrechón de manos entre los presidentes Nicolás Maduro y Luiz Inácio Lula da Silva se reemplazó por bombardeo comunicacional hecho desde la Cancillería venezolana y funcionarios del alto Gobierno, quienes satanizaron el veto de Brasil a Venezuela para su ingreso en los Brics el pasado 24 de octubre.
Lo que pasó después es historia. Celso Amorim, asesor de Lula, explicó que Venezuela “rompió la confianza” que tenían al negarse a presentar las actas de escrutinio de las elecciones del 28 de julio. “Nos dijeron una cosa y no fue hecha”, expresó el funcionario, justificando su decisión de cerrarle las puertas a Maduro en el organismo internacional.
Sus declaraciones, lejos de esclarecer el asunto, enfurecieron a la cúpula venezolana. Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, pidió declarar «persona nom grata» a Amorim, al acusarlo de ser «instrumento» de Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
El fiscal general de la República, Tarek William Saab, por su parte, llamó a las acciones de Brasil un “chantaje”. Y, finalmente, este 31 de octubre, Venezuela llamó a consultas a su embajador en Brasilia, Manuel Vadell.
Dionísio Perdomo, analista político, explica que “lo que está privando en el Gobierno es la ideologización: si no estás conmigo, estás contra mí”, así como la radicalización de relaciones “amigo-enemigo”.
“Este juego de palabras en nada le favorece al Gobierno. Es un error circunstancial alejarse de un aliado ideológico como lo representa Brasil para Venezuela”, dijo Perdomo.
El analista asegura que la reacción del Gobierno venezolano viene porque “Lula ha pedido lo que la comunidad internacional ha exigido a Maduro, que presente las actas”.
“Ante esto, la respuesta de elevar el tono hasta llevarlo a un plano ofensivo solamente habla de la carencia de formación política, lo que no le favorece en nada (…) Si algo le hace daño a la política es la ideologización excesiva”, apuntó.
No conforme con los enfrentamientos en comunicados y declaraciones públicas, la plataforma informativa del número dos del chavismo, Diosdado Cabello, “Con el mazo dando”, publicó este 1 de noviembre una imagen de Lula da Silva con el rostro difuminado en color negro, acompañado por la bandera de Brasil y la frase “El que se mete con Venezuela se seca”.
La gráfica fue reposteada en la cuenta oficial de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y la reacción de Brasil no se hizo esperar. En un comunicado, reclamaron el “tono ofensivo” empleado contra el Presidente y sus símbolos patrios.
Pese a que la publicación fue eliminada de la cuenta de la Policía Nacional, permanece en la del “Mazo dando” y, a juicio del politólogo Luis Rendueles, representó “un ataque directo al jefe de Estado de Brasil”.
“Esta imagen significa, desde el ámbito de la comunicación política, el uso de una comunicación partidista para una plataforma institucional. Es un irrespeto claro y un ataque directo al jefe de Estado de Brasil”, expuso el especialista.
Rendueles sostuvo que este accionar “no abona en nada a la construcción de diálogo y puentes, si no que busca desprestigiar a los países que no apoyan al 100 % al gobierno nacional”. También explica que, puede tratarse de un mensaje dirigido a las bases del oficialismo para “resaltar el orgullo partidista y mantener una comunicación consistente”.
Sumado al comunicado que el Palacio Itamary (sede de la Cancillería brasileña) extendió, el politólogo asegura que lo más probable es que Brasil envíe una nota de protesta diplomática a Venezuela.
Distancia y aislamiento
El analista Perdomo estima que el Gobierno venezolano podría estar cometiendo un error al distanciarse de quienes en otrora fueron sus grandes aliados: Lula da Silva y Gustavo Petro.
“Decir Brasil significa decir Foro de Sao Paulo. Decir Lula da Silva significa una biblioteca de la ideología izquierdista en América Latina. No es sano para un país como Venezuela que se use una diplomacia de tan baja categoría, eso no produce algún efecto positivo”, expresó.
En paralelo a la controversia con Brasil, el canciller venezolano Yván Gil, también entró en un “estira y encoge” de comunicados contra su homólogo colombiano, Luis Gilberto Murillo. Esto, a raíz de una publicación en X en la que asegura que el país cafetero no reconocerá una juramentación de Nicolás Maduro como presidente reelecto sin la verificación de resultados.
Profesor Wasserman, la postura del Gobierno Nacional sigue siendo clara: la presentación de las actas debe realizarse antes de que culmine el actual período presidencial, el 10 de enero de 2025. De lo contrario, como ya lo ha expresado el señor Presidente, Colombia no otorgará… https://t.co/N8SWq9FU8t
— Luis Gilberto Murillo (@LuisGMurillo) October 30, 2024
El comentario de Murillo generó una erosión similar al caso Brasil. Gil acusó a su par de seguir “chantajes” de Estados Unidos, y resaltó que “Venezuela le responderá en su momento y se arrepentirá de la constante intromisión en nuestros asuntos internos”.
Incluso, este sábado, Gil volvió a pronunciarse poniendo límites de una manera tajante. “No toleramos una palabra más sobre la patria de Bolívar, las consecuencias las lamentará profundamente, ya se lo hemos advertido”, escribió en su canal de Telegram.
A juicio de Perdomo, lo más difícil del contexto es que Venezuela asuma un lenguaje de amenazas contra sus aliados ideológicos, lo que se traduciría en un aislamiento para el país. “Cuando usted tipifica una relación política desde esas circunstancias, se radicaliza de tal manera que no ve opciones de diálogo real cuando se producen controversias hasta con un aliado”, explicó.
“Yo creo que, en estos momentos, y como nos encontramos como país, no estamos para amenazar a nadie, estamos para crear puentes para la solución de los problemas de la región y del país”, opinó el analista.
“Es un perder-perder”
El profesor en economía internacional de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), Carlos Náñez, expone que, de agravarse la situación política entre Colombia y Venezuela, se verían afectados los tratados de libre comercio suscritos entre Maduro y Petro.
“Esa situación nos coloca en dificultades diplomáticas y económicas porque Venezuela suscribió un convenio, se abrieron las fronteras de Paraguachón, de Táchira. Ese convenio comercial se ve empañado por las tensiones entre Bogotá y Caracas”, sostuvo.
De acuerdo con el especialista en economía internacional, esta disputa “forma parte de toda esta trama de equívocos diplomáticos”. “Venezuela no solo está en un conflicto ideológico con Colombia, Venezuela tiene un conflicto ideológico con 31 naciones del planeta y tiene un conflicto con el 90 % de los ciudadanos que viven en el país”, aseguró.
No obstante, politólogos como el licenciado Adolfo Galué analizan que “ese toma y dame” con Brasil y Colombia “quedará en nada” debido a que los tres países podrían tener más desventajas que beneficios en un hipotético rompimiento de relaciones comerciales y diplomáticas.
En el caso de Lula, estima que su veto a Venezuela en los Brics fue parte de una estrategia. “Brasil hizo valer su posición como jefe de la economía latinoamericana, y le hizo un gesto a Estados Unidos poniendo en incomodidad a Venezuela. Fue un ganar-ganar para ellos”, aseguró Galué.
El especialista también sostiene que las elecciones municipales tuvieron influencia en su decisión. “Lula perdió hace poco las municipales donde su rival, Bolsonaro fue el ganador. Necesita mostrar fortaleza, y lo más fácil es señalar a Maduro”, expuso.
Resaltó que Venezuela no ha roto relaciones con Brasil pese a diferencias con sus gobernantes, incluso, durante el mandato de Bolsonaro, un derechista radical que en más de una ocasión criticó la gestión de Maduro.
Por el lado de Colombia, Galué expone que Gustavo Petro tiene en sus manos un “perder-perder” en el ámbito comercial y migratorio, a lo cual, no accederá de manera ingenua. “Hay demasiado en riesgo para Colombia y para Venezuela en los intercambios terrestres (…) Necesita el intercambio comercial”, dijo el politólogo.