Iván Colmenares
Después de la colosal paliza que el pueblo venezolano le dio a Nicolás Maduro el 28 de julio, el régimen ha tratado de pasar la vergonzosa página de su inaudita carrera de corrupción, incumplimientos, mentiras y descalificaciones que han sido estos 25 años de una esperanza, devenida en estafa. Hicieron todo lo posible para evitar esa derrota, inhabilitando, coartando, deteniendo, saboteando, burlándose desde el mazo y los lunes y todos los días en cadena nacional, del venezolano de a pie, que tenía una decisión tomada y la ejecutó con valentía y con dignidad, eligiendo el camino del cambio liderado por María Corina Machado y personificado en Edmundo González Urrutia.
Ya consumado el atraco electoral decretado por el CNE con la bendición infamante del TSJ, se inventaron una consulta pública para proyectos que otra vez, porque ya lo habían hecho en el 2023, serán birlados porque nunca verán la luz, ya que la dictadura se gasta el dinero en el gran circo rojo que han montado para invisibilizar la gesta histórica del 28J.
Se montaron en el primer gran acto de la larga función de hipocresía y mentiras: el Congreso contra el Fascismo, es decir, metiéndose autogoles porque el mundo civilizado sabe de la mano de hierro, guiada por los cubanos y la mafia internacional del mal con base en este país, donde sus gobernantes dicen proteger las riquezas nacionales del imperio norteamericano, pero se las entregan a los chinos, a los rusos, a los iraníes y a los chulos cubanos.
No hubo en ese Congreso una figura internacional de relieve de izquierda, porque a decir de Lula, José Mujica y Petro, la máscara inmoral se le cayó a la dirigencia del PSUV y a sus lacayos, con el ocultamiento de las pruebas de su proclamada “victoria”. Por cierto, esos carajos que viven de la lucha por Gaza y se rasgan las vestiduras por Hamás y Hezbolá, en lugar de echarles bolas en el terreno, andan paseando su “dolor” disfrutando los verdes imperiales, regalados por Maduro y su élite.
Se llevaron a Tellechea, presidente de PDVSA en los cachos, sin que veamos juicios, ni detenidos, ni discursos, ni prisiones. Al igual que Tarek el Aissami que, a decir de ellos mismos, les robó 28 mil millones de dólares en menos de lo que canta un gallo, no se sabe nada de ellos, ni del monto del atraco del último presidente de PDVSA. Dicen que agarraron con la mano en la masa, al Potro Alvarez y andan detrás del merenguero toñeco del régimen, Omar Enrique, aunque les apareció el padrino mayor, para que vean los del bando rojo contrario, quién les protege. Estuvieron inmersos en un Congreso Ideológico de Bloques Históricos, esas vainas rimbombantes a la que la gente asiste, con todos los gastos pagados, durmiendo y comiendo bien esos días, mientras sus “representados” siguen pasando aceite con pensiones para mendigos, sueldos miserables, CLAP con amedrentamiento, en un país con más policías y militares que ciudadanos normales, con regalos de cargos en el sector educativo, a gente que ni siquiera sabe hablar ni escribir, simplemente porque necesitaban un voto que les fue negado. De pueblo en pueblo andan con un festival de música venezolana, para seguir distrayendo, y anunciaron la elección de 15 mil jueces de paz, en una ruta cuyo fin es violarse la constitución, una vez más.
Soltaron dos centenares de muchachos de las mazmorras de Tocuyito, Tocorón y las Crisálidas y de verdad, nos entró un aire de esperanza, pero que en verdad retrata, los dos bandos que existen en la élite roja. Unos que quieren dar señales de negociación, porque no les queda más camino, aunque parezca que no hay salidas y otros, que quieren mantenerse a punta de sangre y tortura, porque saben que no tienen futuro ni salvación. Aunque sigo creyendo en que es necesario, establecer puentes de plata, para salir de esta pesadilla.
Alguien escribió al ver los videos de las excarcelaciones de los muchachos, convertidos en héroes de una patria amenazada, que esos rostros ansiosos por el abrazo de sus madres y de sus amigos, cómo podían pertenecer a unos terroristas, como los satanizó el régimen porque se atrevieron a tumbar las estatuas del creador de esta estafa que se llama socialismo del siglo XXI, liderado por unos tipos que quieren emular a Mao, Stalin, Fidel y Marulanda, que segaron la vida de millones de seres humanos.
Sigue la carpa montada para el show, por parte de un régimen que no resuelve ninguno de los problemas estructurales, que gasta dinero irracionalmente en funciones de un circo de mala muerte, alimentando a sus chulos y propagandistas para que le digan, lo que ellos también saben que no son: autoridades legítimas.
Yo estoy sorprendido de la gente de a pie: tienen una fe inquebrantable. Lo que alerta a la dirigencia nacional sobre las expectativas planteadas. Yo lo único que sé, es que hay que comprar alpargatas, porque lo que viene es joropo.