En la amplia gama de impropiedades lingüísticas está el uso de verbos con significado diferente del que registran los diccionarios. Lo curioso y cuestionable de eso, es que quienes incurren en esas faltas, son personas medianamente cultas o por lo menos eso es lo que aparentan, cuya ocupación habitual les impone un manejo relativo de la escritura y de la expresión oral.
He sido reiterativo al señalar que los periodistas, locutores, presentadores, publicistas y demás integrantes de ambiente comunicacional, deben ser ejemplos del buen decir, pues de eso dependerá en gran parte el éxito que deseen alcanzar; pero lamentablemente ha habido mucho desinterés, aunque es justo señalar que en los tiempos más recientes ha surgido un deseo y una intención de liberarse de esos vicios que ajan, envilecen la escritura y la expresión oral, al tiempo que denuncian descuido y, en el peor de los casos, la poca preparación de aquellos que son las figuras más «sobresalientes» en los medios de comunicación social.
Es insólito que existan periodistas y/o educadores que no usen la coma; los hay por montones, y no usan ese importante signo de puntuación, no por frivolidad o por innovación ortográfica, sino porque simplemente no saben usarla; pero se enorgullecen de ser profesionales de la comunicación social y la educación en cada caso, ante lo cual nada de eso podrá criticársele; pero ellos (y ellas también) deberían sopesar la importancia de escribir bien y hablar de mejor manera. Eso sí es posible.
Entre los verbos mal utilizados en español están: andar, conducir, reducir, masticar y mascar; constatar, degollar, aumentar, distender, señalizar y señalar; divergir, prever, satisfacer y aplicar, entre otros. En el caso de andar, reducir y conducir, el problema surge en la primera persona del singular del pasado perfecto simple de modo indicativo: anduve, conduje, reduje. Algunos dicen: «andé», «conducí», «reducí».
En los otros, que por ahora no voy a analizar, hay problemas fonéticos y de otra naturaleza. Quiero centrarme en el verbo aplicar, utilizado de forma errónea, lo cual lo ha convertido en un vicio casi indesarraigable, con el agravante que aparece casi a diario en los medios de comunicación, además de que es un mal que ha hecho metástasis en otras áreas.
Desde hace muchos años en Venezuela, y no sé si en otras naciones de habla hispana, el verbo aplicar se utiliza de forma inadecuada. Los estudiosos del tema atribuyen el fenómeno a la implementación del Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que ofrecía oportunidades de estudio, tanto en el país, como en el exterior, mayormente en Estados Unidos, y de allí que el formulario (solicitud) estaba escrito en inglés y debía ser llenado en ese idioma. A partir de allí, to apply (solicitar), del que deriva application (solicitud) en inglés, pasó a ser aplicación, en español, lo cual, en mi opinión, no es una innovación, sino una muestra de colonialismo lingüístico.
Es por eso que ahora, todo lo que implique solicitar, es aplicar: «Fulano de Tal va a aplicar a una universidad»; «Las aplicaciones deberán entregarse a más tardar el martes»; «Los egresados de la más reciente promoción aplicaron a becas para estudiar en el exterior», etc., cuando lo apropiado es solicitar, solicitud u otro término que aluda al deseo y necesidad de pedir, de postular (se), ofrecer.
En el ámbito publicitario también el verbo aplicar aparece con asombrosa frecuencia, por lo que es común y corriente la aparición de la frase sin sentido: «Ciertas condiciones aplican», empleada para advertir que las bondades de un producto o servicio no benefician a todos los sectores de la población o existen aspectos que incluyen a unos y excluyen a otros. La forma adecuada es: «Ciertas condiciones se aplican»; pero como existe la falsa creencia según la cual en publicidad todo se vale, entonces los «creativos» apelan a lo impropio.
Es prudente recalcar que aplicar significa poner una cosa sobre otra o en contacto con ella: «Debo aplicar dos capas más de pintura a esa pared»; «Me aplicaron dos inyecciones esta mañana». Es además emplear, administrar o poner en práctica un conocimiento, medida o principio, a fin de obtener un determinado efecto o rendimiento en alguien o algo: «Nuestros dirigentes suelen aplicar modelos económicos extranjeros a los mercados nacionales». Asignar un nombre, calificativo, cualidad, a alguien o a algo: «Por su pereza constante le aplicaron el apodo de cuerpo malo». Poner esmero, diligencia y cuidado en ejecutar algo, especialmente en estudiar: «Si quieres pasar la materia, tienes que aplicarte más». Si los interesados en el asunto se aplicaran por mejorar su expresión escrita y oral, podrán usar el verbo aplicar de forma adecuada.