MEDIAS TINTAS NO SE VE BIEN
En tiempos de crisis y cambios profundos, la claridad y la definición son más necesarias que nunca. Sin embargo, nos encontramos con una creciente tendencia de individuos que, en lugar de tomar una postura clara, prefieren mantenerse en una zona gris, jugando para todos los bandos sin comprometerse con ninguno. Esta actitud, lejos de ser una muestra de prudencia o diplomacia, refleja una falta de compromiso y convicción que resulta perjudicial para la sociedad en su conjunto.
La política, como cualquier otro ámbito de la vida, requiere de decisiones firmes y posiciones claras. Los líderes y ciudadanos que se mantienen en “medias tintas” no solo confunden a quienes buscan orientación, sino que también debilitan el tejido social al no ofrecer un rumbo definido. En un mundo donde los desafíos son cada vez más complejos, la ambigüedad no es una virtud, sino una trampa que nos impide avanzar.
Es comprensible que en un entorno polarizado, tomar una postura pueda parecer arriesgado. Sin embargo, es precisamente en estos momentos cuando más se necesita de personas valientes que estén dispuestas a defender sus principios y trabajar por el bien común. La neutralidad, en muchos casos, no es más que una forma de complicidad con el statu quo, una manera de evitar el conflicto a costa de la justicia y el progreso.
La historia nos ha enseñado que los grandes cambios y avances han sido impulsados por aquellos que no temieron definirse y luchar por sus ideales. Desde los movimientos de independencia hasta las luchas por los derechos civiles, siempre han sido las voces claras y decididas las que han marcado la diferencia. Hoy, más que nunca, necesitamos de esas voces.
En conclusión, es hora de dejar atrás las medias tintas y asumir con valentía nuestras responsabilidades como ciudadanos. Definir nuestro rol político no solo es un acto de coherencia personal, sino también un deber cívico. Solo así podremos construir una sociedad más justa, equitativa y con un rumbo claro hacia el futuro.
Venezuela es un gran país, y debemos entender que a fuerza de bloqueos y guerras sucias nos ha debilitado en lo económico y lo social, más no en lo político, solo por no rendir pleitesía a gobiernos hegemónicos creídos dueños del mundo.
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