Por José Luis Centeno S.
El polvo de oro, con el que se bañaba un rey indígena, pulula hoy día en El Dorado.
En el sur de Venezuela, camino a parajes inhóspitos cercanos a Guyana (invitados por familiares, como en diciembre de 2016, cuando recorrimos y escribimos sobre las minas), anduvimos por El Dorado, pueblo del estado Bolívar que, en esta oportunidad, tenía un movimiento económico asombroso, intensificado por una “bulla” en pleno desarrollo.
En el contexto de las minas venezolanas, una “bulla” se refiere a un hallazgo de oro o un yacimiento aurífero que ha sido descubierto recientemente. Este término es comúnmente utilizado por los mineros para describir un área donde se ha encontrado una cantidad significativa de oro, lo que genera una gran actividad y afluencia de personas en busca de este preciado metal.
Esa “bulla”, en predios aledaños a El Dorado, en la confluencia de los ríos Cuyuní y Yuruari, nos recordó la legendaria ciudad de oro, del mismo nombre, que los exploradores europeos buscaron con gran ahínco en América del Sur durante los siglos XVI y XVII. Nunca se encontró tal ciudad, pero, en pleno siglo XXI, percibimos ecos de los relatos del rey indígena que se cubría de polvo de oro, que originaron dicha leyenda.
En TikTok se hizo viral el video de una joven revelando que en el sur solo se compraba en oro. No, no solo se compra en oro. Usted va a pagar… Y la cajera le pregunta, ¿va a pagar en efectivo o en oro? Claro, a los mineros, prácticamente todos quienes habitan El Dorado, se les hace más fácil pagar en oro y así lo hacen al hacer sus compras. El dólar, poco se ve o circula, al punto que lo reciben a bajas tasas.
De repente, nos encontramos sumidos en un mercado de trueque de oro por todo lo que pueda ser transable, incluyendo las empanadas, arepas de chicharon y jugo de moriche de nuestro desayuno en el Kilómetro Cero, a la entrada de El Dorado. Gracias a nuestros familiares, mineros de vieja data, siempre con oro, cual efectivo, escapamos a las pérdidas pecuniarias que suelen tener los viajeros.
Conocimos dos hipermercados, sin nada que envidiarle a los del centro del país, uno se denomina La Gran Manzana, el otro, la Gran Muralla China, cuya grandeza y exceso de productos sorprende. Se encuentra de todo, por ejemplo, los escoceses y aguas (Perrier, San Pellegrino) con las que suelen libarse. Lo que usted busque, lo encuentra.
Los mineros, como cubiertos del polvo de oro, compran por pacas o bultos, también adquieren aires acondicionados, televisores, un sinfín de artículos de línea blanca o marrón y motos, que abundan, “de paquete”. Los fines de semana, cuando salen de las minas a comprar, los hipermercados se hacen pequeños y dejan ver la “corriente dorada” o “río de oro” en El Dorado. Así refirieron algunos vendedores.
“Los electrodomésticos, la ropa, todo pues, todo es bueno. Y ropa buena, porque aquí los mineros no es que porque son mineros se van a vestir mal. ¡No! Andan mal vestidos en el día, pero en la noche tú ves que parecen maniquís. Perfume, aquí perfume del que tú busques”, una explicación elocuente de lo que se puede conseguir.
Diferente a lo que se pudiese pensar, los precios también sorprenden, “súper económicos”, expresó una dama con su batea bajo el brazo. “La comida súper barata”, dicho por un gocho, marca un raro contraste en una zona donde el 2016 “todo era carísimo, ahora esta es la zona más económica, El Dorado”, comentó un transeúnte.
“Una caja de aceite, tres puntos y medio. La paca de harina pan, dos puntos con cinco. O sea, dos puntos con cinco milésimas. La milésima, cada milésima son 20 bolívares. O sea, serían 600… Casi 700 bolívares, algo así.” Nos explicó una vendedora. “Una paca de harina pan en Upata te cuesta hasta 30 dólares”, ripostó una señora atenta a nuestra conversación.
“El paquete de calabresa, dos puntos. La mortadela importada con pistacho, esa inmensa, un punto”, prosiguió la vendedora. “Súper, súper económica la comida. Súper económica”, insistió un joven cubierto de tierra, salido, según él, “de una excavación en la bulla”. El costo aproximado de un punto de oro se calcula a partir del precio diario del gramo de oro.
Cuando pasamos por El Dorado, una milésima eran 20 bolívares, un punto 360 bolívares y la grama, 80 dólares. “Imagínate, aquí con 80 dólares tú te cansas de comprar”, agregó una madre con un niño en brazos. El costo promedio de una moto, de las que abundan en la zona, está en el orden de 12 gramas de oro.
“Con la escasez de gas, la bombona de gas aquí está en 2,5 gramas la mediana y la chiquitica está en 1,8 gramas”, fue lo único caro que vimos. “Un pollo te cuesta un punto, un pollo grande.” Eso compensa el alto costo del gas, opinaron varias de las personas con quienes conversamos en nuestro recorrido.
Y bueno, en medio de este torrente de oro, usted se preguntará por la seguridad. Baste con decir, que a todos se les ve tranquilos y contentos, por efecto de las acciones de un grupo liderado por “El Negro”, de quien supimos se encontraba en el pueblo cuando recorríamos sus calles. Ahora bien, “es tierra de nadie, lo cual eleva la relación de riesgo para cualquiera”, explicó un funcionario policial.
Bajo el sol de las diez de la mañana del 18 de diciembre pasado, las aguas marrones del río Cuyuní reflejaban su brillo cuando abordamos los lanchones. Nos esperaba una travesía río abajo, de aproximadamente siete horas, para llegar a nuestro destino, enclavado en la selva guayanesa y donde esperaremos tanto al Niño Jesús como al Año Nuevo. Los Reyes, Dios mediante, nos encontrarán en nuestro hogar.