«La era de oro de Estados Unidos comienza ahora». Con estas palabras en un momento crucial para la historia de los Estados Unidos, Donald John Trump inauguró su presidencia este lunes.
Y prometió “poner a Estados Unidos en primer lugar” al marcar un nuevo capítulo para el país. «El declive del país se terminó», agregó en su discurso inagurual.
Minutos antes, Trump apoyó la mano sobre la Biblia que perteneció a Abraham Lincoln y también sobre otra que la mamá del magnate le regaló cuando era pequeño. “Sí, juro”, dijo, y se convirtió en el 47 presidente de la primera potencia global que inicia ahora un segundo mandato, con un enorme poder entre sus manos y una nueva era que se abre para los estadounidenses y el mundo.
Trump vuelve a la Casa Blanca de la mano de 77 millones de votos y con una capacidad de maniobra impensada hace 4 años, cuando perdió las elecciones y sus seguidores asaltaron el Capitolio. Pero el magnate, que es el primer presidente que asume con una condena penal en sus espaldas, tuvo una resurrección apabullante al sintonizar con las necesidades de los estadounidenses, conquistar al Partido republicano sin fisuras, derrotar a la candidata demócrata Kamala Harris e incluso ganar la mayoría en la Cámara de representantes y el Senado.
Esta nueva realidad, sumada a una Corte Suprema de mayoría conservadora, le dará al nuevo presidente una capacidad de maniobra para imponer su plan de gobierno que tendrá como ejes la lucha contra la inmigración, el proteccionismo comercial y una escasa intervención en los conflictos internacionales.
La ceremonia fue en la llamada Rotonda del Capitolio, un salón circular al que fue trasladado la ceremonia programada inicialmente al aire libre, en las escalinatas del Congreso, pero que Trump decidió cambiar por el frío intenso de estos días en Washington. De hecho, a la hora de la jura la sensación térmica era de 11 grados bajo cero. La última vez que un presidente asumió dentro del parlamento fue hace 40 años, cuando Ronald Reagan mudó el evento al interior también por las bajas temperaturas.
Trump, que raramente no utilizó su tradicional corbata roja sino que prefirió una bordó con finas estampas azules, llegó al edificio junto a su esposa Melania, que lucía un fino tapado oscuro, sombrero de ala ancha y stilettos.
Primero juró el vicepresidente electo JD Vance, empresario y escritor best seller, con su esposa que tenía a su hijita de 3 años en brazos, y sus otros hijos pequeños a su lado y también su mamá, con la que estuvo peleado por años y se amigó hace poco.
Luego siguió Trump, a quien se le veía emocionado, con Melania al lado y sus 5 hijos. Ella se llevo las dos Biblias, flanqueada por su hijo menor Barron, de 19 años y quien se cree que tendrá mucha mayor influencia en este mandato. Sonaron las salvas de cañones, como es la tradición.
En el recinto estaban los presidentes y vices salientes Joe Biden y Kamala Harris, los jueces de la Corte Suprema (el presidente John Roberts fue quien le tomó juramento) y los ex presidentes Barack Obama, George W Bush y su esposa Laura, Bill Clinton y Hillary, el ex vicepresidente Mike Pence. Personalidades como Michelle Obama y la ex jefa de la Cámara de Diputados Nancy Pelosi faltaron a la ceremonia.
También se vio al presidente Javier Milei y su hermana Karina, invitados especiales de Trump, que saludaron a la primera ministra italiana Georgia Meloni, otra de las asistentes junto con el presidente salvadoreño Nayib Bukele y el ex premier británico Boris Johnson.
En primera fila, detrás de la familia de Trump y con mejor ubicación que los futuros miembros de su gabinete, estaban ubicados los magnates tecnológicos que tendrán enorme influencia en el segundo mandato de Trump: Elon Musk de Tesla, Tim Cook de Apple, Mark Zuckerberg de Meta, Jeff Bezos de Amazon, Sundar Pichai de Google y Shou Zi Chou de TikTok. Es un símbolo de la influencia que tendrán estos empresarios en la futura administración, un conglomerado que el presidente saliente Joe Biden denunció como una “oligarquía”, un “complejo tecnológico-industrial” que amenaza la democracia.
En otro salón del edificio, el Emancipation Hall, los organizadores colocaron a otros 1.800 invitados, entre ellos gobernadores, que pudieron presenciar el discurso inicial del presidente. Además, la ceremonia fue seguida por televisión por unos 20.000 simpatizantes desde un estadio cercano, el Capital One arena, donde muchos de los que pensaban presenciar la ceremonia al aire libre fueron trasladados.
El día más que ajetreado comenzó temprano para Trump. Durmió, como indica la tradición para los presidentes electos, en la Blair House, la mansión de invitados frente a la Casa Blanca. Poco después de las 8 se trasladó con su esposa Melania a pocos metros de allí a la Iglesia episcopal St John, donde asistió a misa junto con su vice electo, sus futuros ministros y magnates tecnológicos como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos. También estuvo allí Milei.
De allí se cruzó junto con Vance a la Casa Blanca donde lo esperaba Joe Biden y Kamala Harris con sus parejas en otra tradición inaugural: tomaron un té juntos por cerca de una hora en la mansión presidencial.
Luego se trasladaron al Capitolio para la ceremonia inaugural. Tras la jura y su primer discurso como presidente 47 almorzó con su vice y se dirigieron a los escalones de la fachada este del Congreso para pasar revista a sodados.
El desfile tradicional que sobrevenía luego por la Avenida Pennsylvania fue cancelado por el frío y Trump decidió igualmente tener contacto con sus seguidores en un estadio cerrado en el centro de la ciudad, el Capital One arena, donde se agolparon cerca de 20.000 invitados que habían llegado de todas partes del país. Tenía pensado emitir una serie –se hablaba de 200—decretos inmediatos que marcarían el sello de su mandato.
Donald Trump promete una “tempestad” de decretos en el primer día y anular las medidas “tontas” de Biden
A tono con el temporal de frío que azota Washington, Donald Trump prometió una «ventisca» de decretos en el primer día de su presidencia. Se estima que por la noche del lunes, tras asumir, firme entre 100 y 200 órdenes ejecutivas.
Algunas órdenes ejecutivas serán jurídicamente vinculantes. Tambíén firmará directivas presidenciales, como proclamaciones, que normalmente no obligatorias.
«Cada orden de Biden será derogada»
«Cada orden ejecutiva radical y tonta de la administración Biden será derogada a las pocas horas de que preste juramento», dijo el presidente entrante.
Trump prometió órdenes ejecutivas que intensificarían los programas de inteligencia artificial, formarían el Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge), pondrían a disposición registros relacionados con el asesinato de John F. Kennedy en 1963, ordenarían al ejército que creara un escudo de defensa antimisiles Cúpula de Hierro y eliminaría las políticas de diversidad, equidad, e inclusión (DEI) en el Ejército.
Inmigración: deporación masiva
Para Trump «el Día de la Liberación en Estados Unidos» es este lunes, cuando cumplir sus promesas de campaña: deportar migrantes e imponer aranceles aduaneros, entre otras.
Se trata de decisiones radicales que pondrán inmediatamente a prueba su margen de maniobra institucional. Muchas de ellas las proclamará también por decreto.
Trump, que califica de «invasión» la entrada de migrantes sin visa en territorio estadounidense y los acusa de envenenar «la sangre» del país, promete una deportación masiva.
También quiere poner fin al derecho de obtener la ciudadanía por nacimiento, que considera «ridículo».
Se calcula que unos 11 millones de personas vivían ilegalmente en Estados Unidos en 2022.
Según el Wall Street Journal, Trump declarará el estado de emergencia en la frontera con México.
Fox asegura que además designará a los carteles del narcotráfico como organizaciones terroristas extranjeras y restablecerá el programa ‘Quédate en México’, para que los migrantes esperen el desenlace del proceso migratorio del otro lado de la frontera.
Los defensores de los migrantes prevén que elimine una aplicación de teléfono móvil (CBP One) para solicitar cita con las autoridades migratorias y un programa humanitario concebido para los migrantes de Haití, Cuba, Nicaragua y Venezuela, que les permite solicitar la entrada en Estados Unidos por un periodo de dos años, si tienen un patrocinador en el país y pasan una verificación de seguridad.
Su poder tiene límites. El derecho de suelo está, por ejemplo, garantizado por la Constitución y Trump no podrá abolirlo por un simple decreto.
Además los programas de expulsiones pueden tropezar con la justicia o con la negativa de algunos países a acoger a sus nacionales.
Indultos
El 6 de enero de 2021 una multitud de partidarios de Donald Trump irrumpió en el Capitolio para intentar impedir la certificación de la victoria de Joe Biden.
Cerca de 1.270 personas han sido condenadas.
Desde hace tiempo repite que podría indultarlas y, en su discurso del domingo, Donald Trump aseguró a sus partidarios que estarán «muy felices» con la decisión que tomará al respecto este lunes.
Aranceles aduaneros
«El 20 de enero, como una de mis primeras órdenes ejecutivas, firmaré todos los documentos necesarios para cobrar a México y Canadá un arancel del 25% sobre TODOS los productos que entren en Estados Unidos y sus ridículas fronteras abiertas», escribió a finales de noviembre en su red Truth Social.
Estos países vecinos están vinculados a Estados Unidos por un acuerdo de libre comercio, por lo que cabe preguntarse si la amenaza es real o intenta ejercer presión antes de emprender negociaciones.
Trump justificó la advertencia aludiendo a la entrada de drogas e inmigrantes irregulares.
Otro país en su punto de mira es China, al que ha amenazado con subir un 10% los aranceles aduaneros, además de los que ya le impuso a determinados productos durante su primer mandato (2017-2021).
Agencias