Luego de que un enviado de Donald Trump se reuniera el viernes con Nicolás Maduro en Caracas, el gobierno de Venezuela liberó a 6 estadounidenses detenidos en su territorio pero, además, acordó ir a buscar a sus ciudadanos que están ilegalmente en Estados Unidos, incluidos los miembros de las pandillas del Tren de Aragua, y llevarlos de regreso al país.
Richard Grennel, enviado especial de Trump para resolver distintos conflictos internacionales, se reunió sorpresivamente el viernes en el Palacio Miraflores con Maduro y varios de sus altos funcionarios.
Era el primer contacto personal entre un funcionario del nuevo gobierno de Estados Unidos con el líder del gobierno de Venezuela. Maduro celebró la visita como “un nuevo comienzo en las relaciones bilaterales”.
Según había dicho antes la Casa Blanca, Grennel tenía dos objetivos precisos, que era la liberación de los “rehenes” estadounidenses que estaban detenidos, y acordar la deportación de venezolanos que están ilegalmente en Estados Unidos, sobre todo los de la pandilla del Tren de Aragua.
De la reunión se supo muy poco. Pero poco después, en la noche del viernes Grenell anunció por X que estaba volando de regreso con 6 estadounidenses que estaban detenidos en Venezuela. Poco después, Trump festejó la noticia en su red Truth Social.
Entusiasmo de Donald Trump
Este sábado se supo, además, que había novedades en cuanto a los migrantes.
“Es muy bueno tener a los rehenes de Venezuela de vuelta en casa y, muy importante notar, que Venezuela ha acordado recibir, de regreso a su país, a todos los extranjeros ilegales de Venezuela que estaban acampados en los EE. UU., incluidos los miembros de las pandillas del Tren de Aragua”, escribió Trump en su red social.
Incluso añadió que Estados Unidos no se hará cargo del traslado. “Venezuela ha acordado además proporcionar el transporte de regreso. Estamos en el proceso de expulsar a un número récord de extranjeros ilegales de todos los países, y todos los países han acordado aceptar a estos extranjeros ilegales de regreso”.
Finalmente el presidente se jactó de su política de deportación, una de sus grandes promesas de campaña: “Además, un número récord de criminales están siendo expulsados de nuestro país, y los números fronterizos son los más fuertes desde el primer mandato de la Administración Trump”.
Antes de que se concretara la reunión, en Washington habían señalado que Grenell le exigiría aceptar las condiciones para la repatriación de “criminales y pandilleros venezolanos” del Tren de Aragua (una organización que Trump consideró como terrorista en un decreto) y que si no lo hacía habría “consecuencias”. Y también pediría la liberación de los estadounidenses presos en Venezuela.
Qué es el Tren de Aragua
Algunos de sus miembros están detenidos en cárceles de Estados Unidos y serían los primeros deportados, pero Trump dijo también que habían acordado la deportación de venezolanos que están en campamentos de EE.UU., lo que podría referirse también a indocumentados que solo estén detenidos por cuestiones migratorias.
Organizaciones de derechos humanos y la oposición venezolana han advertido en contra de repatriaciones a países donde se violan sistemáticamente los derechos humanos. Hay unos 600.000 venezolanos en Estados Unidos que han pedido asilo y su status es provisorio.
Según el jefe de la Casa Blanca, el gobierno venezolano es quien se encargaría de los traslados. Esto implicaría una gran reducción de costos para Estados Unidos, pero también se da la paradoja de que autoriza a timonear semejante operativo a un gobierno al que formalmente no reconoce.
La visita y el acuerdo sorprendió a muchos venezolanos que esperaban que Trump continuara con la presión contra Maduro que el magnate había ejercido durante su primer mandato, con sanciones económicas y el aval a Juan Guaidó como presidente interino que finalmente fracasó en sus intenciones de llegar al poder.
El acuerdo sucedió a menos de un mes de que Maduro haya jurado el 10 de enero su tercer mandato de seis años, a pesar del cuestionamiento de los comicios que fueron denunciados por organismos internacionales y decenas de países, entre ellos Estados Unidos, no reconocen la victoria de Maduro.
Consultada la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, sobre si la visita a Venezuela de Grenell significaba un reconocimiento como presidente para Maduro, dijo “absolutamente no”. Leavitt insistió en que el objetivo de la visita de Grenell era lograr que Venezuela, que no tiene relaciones diplomáticas con Estados Unidos, acepte vuelos de deportación de migrantes indocumentados y conseguir la liberación de ciudadanos estadounidenses detenidos en el país.