Por José Luis Centeno S.
Determinación, cohesión y firmeza, fundamentales para trascender la desesperanza.
Hasta el 10 de enero de 2025, las expectativas de cambio político en Venezuela lucían prometedoras. Al llegar esa fecha, no se produjeron avances significativos y la incertidumbre afloró. En este contexto, el 20 de enero, con la toma de posesión de Trump, surgió como un posible catalizador para este cambio, pero las decisiones de su administración, que generan emociones encontradas, obrarían en contra.
En este sentido, la situación cada día tiende a tornarse más incierta respecto a la posibilidad de cambio, y la esperanza se vuelve más difícil de mantener debido a los riesgos latentes en decisiones como la eliminación del TPS para venezolanos bajo la administración Trump. Sería parte del juego. ¿Cuál juego?
Al respecto, la novela “Gran marcha hacia el abismo” de Carlos Blanco ofrece una visión crítica de cómo el poder puede transformar los ideales en realidades oscuras, lo que se asemeja a la experiencia venezolana, donde las esperanzas de cambio chocan con la dura realidad política.
La narrativa de Blanco invita a reflexionar sobre las mutaciones de los soñadores en medio de circunstancias políticas adversas, quienes, en su búsqueda de alternativas para superar esa situación, se ven envueltos en un juego de poder marcado por las contradicciones y la desilusión.
La obra en referencia, también arroja luces sobre cómo las buenas intenciones pueden corromperse al enfrentarse a la complejidad del poder y las adversidades políticas. Por ejemplo, supuestos líderes de la oposición, primero apasionados con las aspiraciones de cambio, que han terminado envueltos en prácticas contrarias.
Para revertir la tendencia sugerida por la obra de Blanco, que nos pudiese hacer pensar, a vuelo de pájaro, que estamos al borde del abismo ante la actual pérdida de esperanza e incertidumbre, es crucial implementar acciones que fortalezcan la cohesión y la determinación de la sociedad venezolana.
Por ejemplo, es importante que tanto la oposición como la comunidad internacional reevalúen sus estrategias para el cambio político en Venezuela. Esto incluye nuevas formas de diálogo y negociación, incluso con el catire Trump, con la Comunidad Económica Europea, que puedan conducir a una transición política.
Ahora bien, la falta de unidad y coherencia en la oposición, junto con la persistente maniobra gubernamental, plantean desafíos para cualquier intento de cambio político. En contraste, la resistencia pacífica y la presión internacional (no solo de EEUU) coordinada, siguen siendo herramientas cruciales para mantener viva la llama de la esperanza y presionar al régimen en orden a una transición.
Lo anterior requiere un enfoque estratégico que combine unidad, innovación y un compromiso con las necesidades de la sociedad venezolana. Al implementar esas estrategias, se puede avanzar hacia un futuro más esperanzador y superar las barreras que han impedido el cambio hasta ahora.
Cierto, la sociedad venezolana enfrenta un futuro incierto, pero la determinación y la unidad pueden ser los catalizadores necesarios para romper el ciclo de autoritarismo y desilusión que ha marcado nuestra historia reciente.