La reciente publicación de los listados de candidatos a la Asamblea Nacional y al Consejo Legislativo del estado Portuguesa ha dejado al municipio Ospino en una posición preocupante: sin representación política directa. Esta ausencia no solo es un golpe simbólico, sino que también plantea interrogantes sobre el compromiso con las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos de Ospino.
La representación política es más que un asiento en una mesa; es la voz de una comunidad, el puente entre sus demandas y las decisiones que afectan su futuro. Sin un representante que abogue por Ospino, ¿quién garantizará que sus intereses sean escuchados y respetados?
Esta situación no es solo un reflejo de los conflictos internos de una generación que parece carecer de influencia en el poder regional, tanto en los partidos como en el gobernador del estado, quien es el jefe político del estado. Por primera vez en más de 200 años de historia republicana, Ospino queda fuera de los cuerpos deliberantes, rompiendo una tradición que se remonta a la independencia, cuando Gabriel Pérez de Pagola firmó el acta en representación de Ospino. Desde entonces, el municipio siempre ha tenido una voz en las decisiones políticas, desde la primera hasta la quinta república.
Y aquí surge una pregunta inevitable: ¿dónde están los líderes de Ospino? ¿Es que acaso su presencia se limita al ruido y no a la acción? La comunidad merece más que promesas vacías; merece líderes que trabajen por el bienestar colectivo y que representen con dignidad a su gente.
Es momento de que los ciudadanos de Ospino reflexionen sobre esta situación y exijan un cambio. La participación activa en los procesos políticos y la unión esenciales para evitar que este municipio quede relegado a un papel secundario en el panorama político regional.
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