A escasos días de las elecciones regionales y legislativas del 25 de mayo, Venezuela se sumerge en una atmósfera de alta tensión. El gobierno de Nicolás Maduro intensifica sus denuncias sobre un presunto «plan conspirativo» y lleva a cabo detenciones, incluyendo ciudadanos extranjeros, mientras la oposición, con María Corina Machado al frente, llama a la abstención masiva, tachando el proceso de «farsa». La sombra de la baja participación y la creciente polarización oscurecen el panorama político venezolano.
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, ha anunciado la captura de más de 40 individuos, entre ellos un ciudadano español, un argentino y un búlgaro, acusados de participar en un supuesto complot para desestabilizar las elecciones.
La ONG Foro Penal eleva la cifra de presos políticos extranjeros a 79, dentro de un total de 900, generando alarma sobre el estado de los derechos humanos en el país.
La detención del Argentino Pablo González Carrasco, que acudió a un evento de ciberseguridad, añade tensión a las relaciones internacionales.
María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, cuya victoria en las elecciones presidenciales de julio de 2024 no ha sido reconocida por el gobierno, califican las elecciones regionales de «asignación de cargos» y «farsa».
Ambos líderes opositores instan a la población a abstenerse de votar, llamando a dejar las calles y los centros de votación vacíos como forma de protesta.
Las encuestas de Delphos pronostican una participación electoral muy baja, estimada entre el 15% y el 20% de los 21 millones de votantes registrados.
Un sector minoritario de la oposición, liderado por Henrique Capriles, participa en los comicios, aunque con expectativas limitadas de obtener resultados significativos.
Analistas como Manuel Isidro Molina, consideran que las elecciones son una simulación, para legitimar el presunto fraude de las elecciones presidenciales.
Existe la opinión de que las acusaciones de conspiración son una estrategia del gobierno para desviar la atención de la baja participación y afianzar su base de apoyo.
El 25 de mayo se presenta como una jornada decisiva para Venezuela. La respuesta de la población al llamado a la abstención y la legitimidad de los resultados electorales determinarán el rumbo de la crisis política. La comunidad internacional mantiene la atención sobre este proceso, en un ambiente de gran incertidumbre.