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Por Robert Alvarado (@robertveraz)

“Si gana Chávez habrá una dictadura, no habrá derecho de expresión, y las cárceles se abrirán para los que no estén de acuerdo con ese gobierno.” Carlos Andrés Pérez, ex presidente de la República.

La vida es un círculo o, como decía Hegel, y con él, muchos más, la historia es circular. A veces, por la dinámica histórica, no por coincidencia, suelen repetirse, de retruque, ciertas circunstancias contra quienes pudieron haber propiciado situaciones similares con antelación. Recuerdo que hace 18 años el comandante Chávez ordenó, el 28 de diciembre de 2006, que no renovaría la concesión de Rctv, la cual terminaría el día 27 de mayo de 2007. Chávez sostuvo que la negativa a la renovación era por la posición tomada por Rctv durante el golpe de Estado de 2002. O sea, un pase de factura. En ese círculo que es la vida, en otro 27 de mayo, esta vez de 2025, dejaron sin efecto la licencia que permitía a Chevron operar en Venezuela. Expiró ese día, tras la decisión del gobierno de Donald Trump de no renovarla. Dicen por ahí, lo que es igual, no es trampa. Lo recuerdo ante la narrativa oficial contraria a esa medida.

Esta medida, que sacó a Chevron de un juego truculento, marca el fin de la autorización que desde 2022 permitía a la petrolera estadounidense mantener operaciones limitadas con la estatal venezolana Pdvsa, bajo la Licencia General 41. Un pase de factura que hizo Trump, cónsono con sus promesas electorales en la campaña en 2023, desde entonces ha sido enfático en señalar que “no se comprará una sola gota de petróleo a Venezuela”. Algo que tiene a más de uno preocupado, dentro y fuera del gobierno, incluso la sociedad venezolana toda, más que preocupada, está atenta a las consecuencias de este cese de operaciones de Chevron, que pudiese traducirse en una situación de carestía similar a la que tuvo su culmen el año 2017.

La licencia expiró y a Chevron le podemos aplicar lo escrito por José Luis Perales en su canción «Un velero llamado Libertad»: “Y se marchó…” Eso hizo Chevron, dejando tras de sí un sinsabor en el ambiente difícil de asimilar para tirios y troyanos, porque el problema no es que se haya ido, el problema es que viene ahora después de esa partida que se trató de evitar a toda costa, pues sus operaciones representabas aproximadamente 20% de la producción petrolera y exportación de crudo. Es deir, de entrada, la partida de Chevron implica una merma de ingresos para el Estado que a todos nos debería preocupar, como en efecto creo está sucediendo, por las consecuencias previsibles de ese menoscabo financiero.

Por encimita, la partida de esta empresa petrolera significará una caída del producto interno bruto, de la producción petrolera y de las exportaciones del país, así como presión en el mercado cambiario y más inflación. Pero también, Chevron dejará de cobrar lo que le adeuda Pdvsa, su socio en cuatro empresas mixtas, creadas para incrementar y mantener estable la producción petrolera. Al mismo tiempo aumentó la oferta de divisas en el mercado cambiario para atender parte de la demanda. No obstante, el país presenta problemas macroeconómicos, los cuales, a juicio de expertos consultados, continuarán con o sin Chevron. ¿Por qué? Porque según analistas, a pesar del aporte de Chevron y de otras petroleras extranjeras como Eni, Repsol y Maurel & Prom, que también operan bajo licencia de EEUU, la política macroeconómica del gobierno perdió su efectividad. Es por ello que las estimaciones para 2025 se centran en una reducción del PIB de entre 2% y 8%, en una tasa de inflación anual de tres dígitos y una devaluación difícil de detener. Como decía el ex presidente Luis Herrera, a comprar alpargatas, porque lo que viene es joropo.

Revocatoria o mantenimiento de operaciones mínimas son las opciones del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sobre la licencia a la petrolera Chevron para operar en Venezuela, que venció el 27 de mayo. Es evidente que la suerte de Venezuela dependerá de la medida que tome el presidente Donald Trump. Sin embargo, sucede en un momento en el que la economía nacional muestra signos de deterioro en la actividad productiva pública y privada, así como una alta inflación y devaluación.

Según el analista petrolero Luis Pacheco, quien cuenta con más de 35 años de experiencia en la industria energética, incluidos 17 años en Pdvsa, dice: Lo que suceda con la licencia de Chevron no cambiará lo que hasta ahora se evidencia en la economía venezolana. “El problema de Venezuela no son las licencias. El problema es que no hay confianza en los inversionistas, sienten que no hay garantías. El negocio petrolero es de miles y miles de dólares al año y nadie va a invertir si no tiene un socio confiable y si las condiciones no permiten el desarrollo normal de la actividad. El país no cuenta con inversiones ni productividad y se convirtió en una “economía comercial” o importadora. Tenemos que ver las otras señales de la economía, más allá del petróleo. El país está tan deteriorado que su destino depende de una empresa estadounidense”.

Chevron se benefició de una licencia concedida por el anterior presidente demócrata Joe Biden en 2022, cuando impulsaba un diálogo entre el gobierno y la oposición y la celebración de elecciones presidenciales del 28 de Julio, pero como no se cumplió lo previsto en el orden democrático, Trump ordenó, cual apaga y vámonos, que Chevron se saliera del país. “Y se marchó…” Y como son las cosas, Trump ordenó la salida de Chevron el día 27 mayo, lo cual evoca un canción de Laura Pausini: “Se fue: Se fue, se fue/ /Y la razón no la sé/ /Se fue, se fue/ /Y la razón no la sé/ Se fue, se fue/”. Se fue Chevron y ahora…

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