Mientras el presidente Trump se prepara para reactivar los aranceles esta semana, algunos de los mayores exportadores del mundo piensan en un futuro menos dependiente del comercio con EE. UU.
Los socios comerciales de Estados Unidos se preparan para que el presidente Donald Trump pronto imponga nuevos aranceles sobre todo tipo de productos, desde juguetes infantiles hasta soya. Sin embargo, en vez de apresurarse a cerrar acuerdos comerciales con Estados Unidos, las mayores economías en desarrollo del mundo tienen otros planes.
En una reunión de dos días celebrada en Río de Janeiro, los miembros del grupo BRICS, que incluye a Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y otros países, prometieron estrechar lazos y estudiaron formas de reducir la burocracia para facilitar el comercio entre ellos.
Sin nombrar a Estados Unidos ni a Trump, la alianza criticó las barreras al comercio internacional y defendió el derecho de sus países miembros, que representan más del 40 por ciento del producto interno bruto mundial, a tomar represalias contra lo que los funcionarios calificaron como aranceles injustos.
“Expresamos nuestra honda preocupación por el aumento de las medidas arancelarias y no arancelarias unilaterales, que distorsionan el comercio”, dijo el grupo en una declaración conjunta, en la que pedía unas reglas comerciales “justas” e “integradoras”, acordes con las normas internacionales establecidas por la Organización Mundial del Comercio.
El esfuerzo por aumentar el comercio dentro del grupo BRICS muestra cómo los aranceles de Trump están redibujando las relaciones económicas mundiales e impulsando a los socios comerciales de Estados Unidos hacia otros mercados.
También se produce cuando el miércoles expira la pausa de 90 días en los aranceles que Trump impuso a la mayoría de los socios comerciales de Estados Unidos. A pesar de sus ambiciosos planes de negociar decenas de acuerdos comerciales que beneficien a Estados Unidos, Trump solo ha alcanzado hasta ahora dos acuerdos, con el Reino Unido y Vietnam, aunque funcionarios de su gobierno han dicho que esta semana anunciará más acuerdos comerciales.
Aunque el grupo BRICS evitó señalar directamente a Trump, su mensaje no pasó desapercibido. El domingo, el presidente estadounidense amenazó con imponer un arancel adicional del 10 por ciento a los países que se alineen con lo que calificó de políticas “antiestadounidenses” de las naciones del BRICS.
“No habrá excepciones”, dijo Trump en un mensaje en la red social Truth Social.
El lunes, el presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de la cumbre, le respondió a Trump. “No queremos un emperador, somos países soberanos”, declaró Lula a la prensa. “Si él cree que puede imponer impuestos, los países también tienen derecho a hacerlo”.
Sin embargo, los analistas afirman que las tensiones comerciales ensombrecieron la cumbre porque algunas naciones con estrechos vínculos con Estados Unidos temían enemistarse con Trump y provocar su ira.
Pero Lula desestimó el impacto de las amenazas de Trump de imponer aranceles adicionales. “Nadie tocó el tema”, dijo. “No le dimos ninguna importancia”.

China y Rusia respondieron con más cautela a las advertencias de Trump contra la alianza BRICS.
El Ministerio de Asuntos Exteriores chino dijo que el BRICS “no es un bloque para la confrontación, ni tiene como objetivo ningún país”, mientras que un portavoz del presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la colaboración dentro de la alianza “no está dirigida contra terceros países”.
Fundado en 2009, el BRICS pretende aumentar la influencia económica y geopolítica de las economías emergentes del mundo. Desde entonces, el grupo se ha ampliado para incluir a Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán y Emiratos Árabes Unidos como miembros de pleno derecho, y está forjando alianzas con otros países.
Aunque el BRICS ha servido durante años como una alianza sobre todo simbólica para los países del llamado sur global, recientemente ha intentado forjar una cooperación más concreta entre sus miembros.
Una propuesta reciente es la creación de una bolsa de cereales como contrapeso a las plataformas de materias primas estadounidenses y europeas. El objetivo de la bolsa, propuesta inicialmente por Rusia y que podría ampliarse a otros productos agrícolas, es reducir la dependencia del dólar estadounidense y aumentar el comercio entre los países BRICS.
Otros proyectos que se están considerando incluyen un sistema alternativo de pagos internacionales que permitiría a los miembros comerciar utilizando monedas locales. También le daría a miembros como Rusia una forma de eludir las sanciones impuestas por Occidente como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania.
El papel dominante de China y Rusia en el grupo, junto con la incorporación de Irán y otros miembros, ha impulsado la preocupación de que los BRICS puedan estar transformándose en una plataforma antioccidental.
Lula rechazó esas afirmaciones, subrayando que el grupo BRICS era una manera de equilibrar un orden mundial que durante mucho tiempo le ha otorgado un poder desmesurado a Estados Unidos y otros países occidentales.
“Es un grupo de países que quieren crear otra forma de organizar el mundo”, dijo Lula. “Por eso, el BRICS está generando malestar”.