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En tiempos donde los pueblos buscan reencontrarse con sus raíces y reivindicar sus símbolos, Guanare se alza firme con la inauguración del nuevo monumento al Cacique Coromoto, en la redoma de Los Caminos. Pero este no es simplemente un acto de ornato urbano: es un grito desde lo profundo de la identidad venezolana, un gesto de reparación cultural, una reconciliación entre historia y esperanza.

Hace un año, la redoma fue escenario de una protesta que removió los cimientos simbólicos de la ciudad. La estatua anterior del cacique fue derribada, rebautizada como “Redoma de la Libertad”, en un acto de denuncia contra la corrupción y el abandono de valores colectivos. Algunos lo vieron como destrucción. Otros, como despertar.

Ante este hecho, el presidente Nicolás Maduro ordenó de inmediato su reconstrucción, y a mayor escala, como símbolo de resistencia cultural y espiritual. Su decisión fue respaldada por el gobernador Primitivo Cedeño y el alcalde Óscar Novoa, quienes supervisaron personalmente los trabajos de restauración.

Hoy, Guanare no se esconde. Reconstruye. Redefine. Reivindica. La nueva obra, imponente y luminosa, muestra al Cacique Coromoto junto a la Virgen de Coromoto. Su autora, la artista plástica guanareña Belén Girard, da vida a una pieza que une lo indígena con lo espiritual, lo telúrico con lo celestial. Es decir: nos une a todos.

 Los caminos que convergen en esta redoma ya no solo dirigen el tráfico. Dirigen el espíritu de un pueblo que decide volver a sus símbolos, reconstruir su narrativa y proteger lo que es suyo.

Este monumento no pertenece a una gestión ni a una época. Le pertenece al alma viva de Guanare, que late entre la fe, la memoria y el futuro.

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