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El núcleo del chavismo ha reaccionado con medidas de cohesión y movilización ante lo que califica como una amenaza externa procedente de Estados Unidos, según la investigación publicada por El País.

En las últimas jornadas, la cúpula oficial ha priorizado el control interno y la disciplina entre militares y cuadros del partido para evitar fracturas.

En paralelo, y con el objetivo declarado de preparar una respuesta ciudadana y militar, el presidente Nicolás Maduro lanzó la llamada Operación Independencia 200, que incluye jornadas de adiestramiento en cuarteles y ejercicios dirigidos a reservas, milicias y jóvenes alistados. Funcionarios del Gobierno han presentado estas maniobras como medidas defensivas ante un eventual ataque.

La retórica oficial ha sido reforzada por Diosdado Cabello, quien en apariciones públicas ha subrayado la necesidad de lealtad y ha utilizado consignas contundentes, se le ha visto con una gorra que lleva el lema “Dudar es traición”, como advertencia hacia posibles disidentes dentro del aparato. La estrategia busca, según analistas citados por la prensa, cerrar vías a una potencial ruptura interna.

El Gobierno venezolano ha denunciado además incidentes marinos que alimentan la narrativa de agresión: fuentes oficiales afirmaron que una operación estadounidense causó la destrucción de una embarcación, hecho que Caracas atribuye a acciones hostiles en la región.

Agencias internacionales han documentado tensiones y reportes sobre maniobras navales en aguas cercanas al país. Estas acusaciones han intensificado la percepción de amenaza y el llamado a la movilización.

Militares de alta jerarquía, encabezados por el ministro de Defensa, han mostrado públicamente disposición a confrontar cualquier agresión. En actos en instalaciones como Fuerte Tiuna, los mandos han insistido en la preparación máxima de la Fuerza Armada y en su voluntad de “defender la patria”, mientras se multiplican entrenamientos en zonas consideradas estratégicas para una posible respuesta anfibia o litoral.

Fuentes consultadas por los medios señalan que la estrategia oficial combina advertencias externas con mecanismos de control interno, investigaciones en unidades militares, movilización de milicias y discursos enfáticos, para mantener la cohesión del gobierno y disuadir cualquier tentativa de deserción o rebelión. Los observadores advierten que, aunque el discurso es beligerante, también cumple una función política: consolidar la base de apoyo frente a una crisis de legitimidad percibida.

En el terreno diplomático, la escalada ha provocado reacciones y llamadas a la calma desde actores regionales e internacionales, pero la administración de Caracas mantiene una línea firme: preparar a la población y a las fuerzas armadas ante lo que califica como riesgos crecientes en el Caribe. El futuro inmediato dependerá de la evolución de la presencia naval en la zona y de la capacidad de las partes para contener la confrontación.