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​El Arte de Dignificar el Acto Público y Recuperar la Confianza Institucional

(I) ENTREGA:
​Por Rogelio Adalberto Pérez Jiménez
Especialista en Ceremonial y Protocolo
Presidente de ANPROCEP. Miembro de la Organización Internacional de Ceremonial y Protocolo (OICP).
​INTRODUCCIÓN: El Costo de la Improvisación
​¿Cuántas veces hemos presenciado actos públicos que, por desorden o improvisación, terminan pareciendo una burla a la solemnidad? Hemos llegado a reírnos de un error de protocolo, sin darnos cuenta de lo que realmente cuesta esa improvisación: credibilidad institucional.
​Esta columna nace de la necesidad urgente de recuperar el sentido profundo del ceremonial y el protocolo en nuestra vida institucional. Durante años, hemos visto cómo los actos públicos se desordenan, se improvisan o se vacían de significado. Pero el ceremonial no es un lujo: es una herramienta de unidad, respeto y pedagogía ciudadana.
​Desde este espacio, cada lunes, compartiremos reflexiones, propuestas y enseñanzas para dignificar el acto, la palabra y el símbolo. Porque aprender de ceremonial y protocolo es aprender a honrar lo que somos.
​La Isla del Desorden y el Espejo de la Cultura
​En la “Isla del Desorden”, como algunos llaman a nuestra realidad institucional, los actos protocolares se han convertido en escenarios de improvisación y olvido del sentido profundo que deberían tener: honrar, ordenar y representar con dignidad a nuestras instituciones y comunidades.
​El ceremonial no es una formalidad vacía. Es el arte de dar forma visible al respeto, a la memoria y a la jerarquía simbólica. Cuando se improvisa un acto, se desdibuja el mensaje, se pierde solemnidad y se fractura la confianza.
​Es crucial entender la diferencia: el Protocolo es el conjunto de normas escritas y la Etiqueta es la conducta personal, mientras que el Ceremonial es el arte de orquestar ambos, dándoles forma visible, ritmo y dignidad.
​¿Qué hemos perdido?
​La planificación ceremonial: Tiempos, roles, símbolos y palabras deben estar definidos con antelación.
​El respeto por la investidura: No se trata de personas, sino de los cargos que representan a todos.
​La coherencia estética y discursiva: Un acto debe tener unidad visual, sonora y emocional.
​La inclusión de valores: Cada ceremonia debería transmitir gratitud, memoria, propósito.
​Ceremonial como Acto de Sanación
​En tiempos de fragmentación, el ceremonial puede ser un puente. Un acto bien hecho honra a los presentes y a los ausentes, da sentido a los logros y consuela en las pérdidas. Es una oportunidad de unidad, de pedagogía emocional y de legado.
​¿Qué debemos recuperar?
​Un manual de protocolo nacional y comunitario, adaptado a nuestras realidades, pero firme en principios.
​La formación de promotores ceremoniales, capaces de orquestar actos con sensibilidad y rigor.
​Guiones editoriales y oraciones institucionales, que eleven el lenguaje y conecten con el alma colectiva.
​Registro y evaluación de actos públicos, para aprender y mejorar.
​PRÓXIMA ENTREGA: El Primer Paso para el Orden
​La próxima semana, daremos el primer paso concreto para abandonar la «Isla del Desorden.» Abordaremos la Ley Suprema del orden institucional: La Precedencia.
​Desvelaremos cómo saber quién va primero y por qué no es una cuestión de ego, sino la garantía de respeto a la investidura que todos representamos.
​Los espero el próximo lunes. Dejemos de improvisar, comencemos a honrar.

ADALBERTO PÉREZ