La inteligencia colectiva no es una utopía: es una capacidad real y mensurable que emerge cuando grupos diversos coordinan conocimientos, datos y herramientas para resolver problemas complejos. Este tipo de inteligencia se canaliza usando apps y plataformas de punta en donde se van recolectando opiniones, diagnósticos o aportes de fuentes variadas para así lograr avances en cualquier área, mayormente tecnológica, educacional, científica o incluso política.
Si buscamos casos relevantes de inteligencia colaborativa, el más conocido es el que se obtuvo con la creación de Wikipedia, la enciclopedia en línea más conocida y traducida en el mundo entero, aunque existen nuevos proyectos como Grokpedia de Elon Musk, que ha señalado que su enciclopedia será desarrollada con Grok IA para predecir lo más relevante que nos trae el futuro en 5, 10 años o más. Este tipo de proyectos positivos son una lanza de lucha contra las fake news y la alteración de la historia que está en este momento siendo alterada por proyectos woke.
Es justamente allí donde surge la maldad colectiva: fenómenos en los que la misma lógica de escala y coordinación produce daños a veces irreversibles. La desinformación viral, las campañas coordinadas de acoso, los movimientos políticos con ideologías aberrantes o la manipulación algorítmica de datos convierten estos nodos de cooperación en vectores de deformación, maquiavelismo y destrucción. Investigaciones académicas han demostrado que la información falsa puede difundirse con mayor rapidez y alcance que la veraz, y que actores, tanto estatales como privados, explotan cámaras de eco y economías de la atención para amplificar contenidos tóxicos. Cuando las comunidades digitales se organizan alrededor de incentivos perversos o cuando las plataformas priman la polarización, el resultado es que la colectividad no mejora; por el contrario, medra, se fragmenta y se deteriora, erosionando la confianza pública e incluso el avance de la humanidad.
Proyectos exitosos de inteligencia colectiva
Entre los proyectos más relevantes de inteligencia colectiva en donde la retroalimentación de data ha sido exitosa tenemos a Linux y Stack Overflow, comunidades globales de desarrolladores que colaboran en código abierto y curación colectiva de conocimiento técnico. Otros proyectos destacados son Zooniverse, Foldit y eBird, que llevados por ciudadanos comprometidos se ha podido clasificar galaxias, optimizar estructuras proteicas o se registran aves con la ayuda del Cornell Lab of Ornithology. También encontramos Waze y OpenStreetMap que mejoran los mapeos en tiempo real de manera que ya no es posible no estar perfectamente ubicados.
Ademas, en el ámbito de la resolución de problemas complejos, existen proyectos como Kaggle y Polymath Project que son espacios donde las comunidades compiten y colaboran para avanzar en data science y matemáticas.
Casos exitosos de maldad colectiva
La maldad colectiva adopta formas variadas: campañas de desinformación que erosionan la confianza, sabotaje digital que paraliza servicios, linchamientos en redes que destruyen reputaciones y estigmatización masiva que alimenta violencia. Estas manifestaciones también se retroalimentan ocasionando graves daños, así como la pérdida de confianza masiva que va habilitando un efecto dominó de maldad y abusos. En su escalamiento, pueden causar daños políticos, económicos y humanitarios, a veces irreversibles.
Entre los ejemplos más relevantes tenemos el Wokismo o progresismo, un movimiento impulsado por el resentimiento racial que se fue ampliando añadiendo luchas para imponer agendas en donde incluso han querido imponer hasta 112 géneros diferentes. Este tipo de movimientos impulsan la estigmatización y también expresiones que pueden traducirse en sanciones sociales desproporcionadas, cultura de cancelación o bullying físico, verbal y psicológico.
Otro caso de maldad colectiva “ad extremum” es el Foro de São Paulo. Nacido en 1990 como un espacio de coordinación entre partidos comunistas y de izquierda latinoamericanos, ha facilitado la coordinación estratégica para erosionar equilibrios democráticos y promover agendas que inducen clientelismo, populismo, corrupción hambreadora y polarización caótica. También llamado Grupo de Puebla, este movimiento es fundamentalmente financiado por carteles como el de Sinaloa, grupos terroristas y grupos fundamentalistas islámicos quienes, en unidad, solo tienen como objetivo generar guerras, anarquía, sociedades deterioradas por drogas como la droga zombie y también buscan la destrucción sistemática de los valores occidentales. Este movimiento ha utilizado tácticas de segmentación y microtargeting para amplificar mensajes en subpoblaciones clave. El resultado es una arquitectura de daño que parece descentralizada pero que, en muchos casos, sigue patrones organizativos detectables, como en los ataques DDoS coordinados por botnets o las campañas de acoso en masa y doxxing.
Anatomía de una crisis por maldad colectiva
Toda crisis de maldad colectiva sigue una anatomía clara. Comienza con una chispa o contenido emocional falso que se vuelve viral rápidamente, identificable por titulares sensacionalistas y mensajes polarizantes. La intervención eficaz aquí es etiquetar este contenido como fake news y verificar fuentes de manera exhaustiva, de lo contrario, se normaliza el falso relato.
Luego viene la aceleración, con la amplificación por influenciadores, redes organizadas o bots, señalada por picos inusuales de actividad y hashtags trending. Hay que cortar estos puntos de amplificación de raíz y colaborar con plataformas de inteligencia colectiva para limitar su alcance. La inacción ciudadana, lleva a una viralidad incontrolable que puede destruir por completo el tejido social.
Sigue la cristalización, con la adopción masiva por comunidades relevantes que legitiman la narrativa, donde líderes comunitarios (normalmente pagados) replican el mensaje. La intervención requiere involucrar a líderes de confianza y desplegar verificación comunitaria con plataformas colectivas ciudadanas que sean exitosas. Si no se actúa, el daño se hace ley, se adopta por millones de personas y puede tomar décadas revertir este tipo de transtornos sociales.
Finalmente, tenemos la espiral de daño, donde las acciones saltan al entorno digital causando perjuicio real: protestas, violencia y pérdidas económicas. Es crucial restituir los canales de verificación y tomar medidas legales. El riesgo de no hacerlo es un daño físico, económico y social persistente y una reconstrucción bastante costosa.
Conclusión
La inteligencia colectiva y la maldad colectiva comparten infraestructura social y técnica; la diferencia radica en el diseño, los incentivos y la gobernanza. Aprovechar el enorme potencial colectivo exige combinar transparencia algorítmica, gobernanza participativa y alfabetización informativa para convertir datos y colaboración en bienes públicos verificables. Las amenazas son reales y crecientes, pero mitigables si las respuestas son proactivas, multisectoriales y orientadas a derechos.
Lo importante es nunca dudar que la inteligencia colectiva lleva la delantera siempre y prevalecerá, aun y cuando sea muy pequeño el grupo de personas reflexivas y comprometidas que busquen cambiar el mundo, objetivo que, más temprano que tarde, se logra y se convierte en la fuerza silenciosa que prende la llama del cambio y transforma lo imposible en realidad.
Dayana Cristina Duzoglou Ledo
X: @dduzogloul
Estimados amigos, les hago llegar mi articulo de esta semana esperando les guste,
Mil bendiciones, gracias por leerme,
