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El Gobierno de Venezuela, ha tomado la decisión de cancelar la concesión de vuelos a varias aerolíneas internacionales, entre ellas Iberia (España), TAP (Portugal), Avianca, Latam (Colombia), Turkish Airlines (Turquía) y Gol (Brasil), tras la suspensión de sus vuelos hacia Venezuela.

Estas aerolíneas suspendieron sus operaciones en respuesta a las advertencias emitidas por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos, que alertó sobre los riesgos al sobrevolar el espacio aéreo venezolano debido a la situación política y de seguridad.

El Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (Inac) y el Ministerio de Transporte de Venezuela informaron que la revocatoria de las concesiones se debe a la postura adoptada por las aerolíneas de suspender sus vuelos “unilateralmente” sin consultar previamente con las autoridades venezolanas. La decisión fue calificada por el gobierno de Caracas como un acto de «sumarse al terrorismo de Estado promovido por EE.UU.»

En una intervención pública, el ministro Diosdado Cabello defendió la soberanía del país y afirmó que Venezuela tiene el derecho de decidir qué aerolíneas pueden operar en su territorio. En su programa semanal, Cabello expresó que las empresas aéreas tenían un plazo de 48 horas para reanudar sus vuelos, y que de no hacerlo, serían permanentemente excluidas del mercado venezolano.

Las aerolíneas que han dejado de operar en Venezuela tras las advertencias de la FAA incluyen a las mencionadas compañías internacionales, mientras que algunas aerolíneas regionales, como Copa, Wingo, Boliviana de Aviación y Satena, continúan sus vuelos hacia el país. Las aerolíneas venezolanas, como Avior y Conviasa, también siguen operando normalmente.

Por otro lado, las aerolíneas Laser y Estelar, que operan rutas a Madrid, anunciaron la suspensión temporal de sus vuelos debido a las alertas de seguridad emitidas por las autoridades españolas. A pesar de las tensiones, algunas aerolíneas locales continúan ofreciendo servicios tanto a nivel nacional como internacional.

Este conflicto se enmarca en un contexto de creciente tensión entre Venezuela y Estados Unidos, que mantiene un despliegue militar en el Caribe, cerca de las aguas venezolanas. Caracas considera estas acciones como una amenaza a su soberanía, mientras que Washington argumenta que su presencia está destinada a la lucha contra el narcotráfico en la región.