Este siglo que vivimos ha estado plagado de estafas tanto políticas como empresariales. Las mafias corruptas han empleado la manipulación ideológica de manera perversa y se han destapado varios casos de corrupción y lavado de dinero que han deteriorado lo que conocemos como democracia, desembocando en cloacas ideológicas como el Socialismo del Siglo XXI: una ideología de extrema izquierda basada en populismo, fraudes constantes, demagogia y caos general, que ha generado las peores crisis institucionales en los países donde se ha implantado esta aberración. No solo robaron hasta dejar las arcas públicas en la quiebra, sino que también hirieron la confianza ciudadana al punto de que se han impuesto, en teoría y en práctica, ideologías procapitalistas de libre mercado en aquellos países afectados por esta plaga denominada SSXXI.
El Foro Económico Mundial realizó estudios intensos sobre el populismo en la región latinoamericana, y países como Venezuela, Argentina (bajo el kirchnerismo), Bolivia, Ecuador (bajo el correísmo) y Chile (bajo el bacheletismo) aprovecharon el auge de los commodities para usar la inclusión social como bandera y terminar implantando sistemas clientelares corruptos. Estas prácticas comunistas-socialistas dejan claro que la corrupción y el narcolavado no son fenómenos aislados, sino mecanismos creados para tejer entramados basados en discursos ideológicos con fines de control social.
Más allá de las estafas políticas y empresariales del sur global americano, también han resonado otros grandes escándalos que revelan la magnitud del problema de las estafas a nivel mundial. Desde el caso de Wirecard en Alemania hasta el Lava Jato en el Brasil del corrupto Lula da Silva, se han destapado redes de sobornos entre políticos y empresas relevantes que han mutado en una receta perfecta de robo y engaño, constituyendo un patrón recurrente en Latinoamérica. Las estafas políticas y empresariales del siglo XXI no solo son fraudes económicos, sino también atentados contra la libertad y, sobre todo, contra la confianza ciudadana, que es lo que verdaderamente le da firmeza a las democracias modernas.
A continuación, les presento algunos casos interesantes de estafas políticas y empresariales.
Caso Wirecard
Wirecard develó el fraude financiero alemán y su alto impacto global. Este caso fue uno de los mayores escándalos europeos de este siglo, dado que esta fintech, que funcionó como wallet, alcanzó un valor bursátil de 24.000 millones de dólares estadounidenses, siendo parte importante del índice DAX 30, un sello de confianza y renombre en el Estado germánico. Lamentablemente, en este caso de 2020 se demostró que la empresa infló sus balances en 2.200 millones de dólares en activos ficticios.
El cataclismo de Wirecard no solo dejó en evidencia a los auditores europeos, sino que también deterioró completamente la confianza en las fintechs, retrasando el avance de este sector y el desarrollo de las finanzas globales. La caída de la compañía mostró cómo la innovación tecnológica puede ser utilizada como fachada para fraudes masivos, afectando a miles de inversionistas y debilitando la credibilidad de los mercados internacionales.
Estafas políticas en América Latina bajo gobiernos o regímenes de izquierda
Entre los casos de estafas políticas, resonó mucho el caso de Odebrecht (empresa de Marcelo Bahía Odebrecht) y su red macabra de sobornos que salpicó a tirios y troyanos. Fue el caso de corrupción con mayor cobertura en la región latinoamericana hasta el momento, aunque todavía quedan episodios por develar. Odebrecht admitió haber desembolsado 788 millones de dólares en sobornos, comprando a políticos de más de doce países, incluyendo, por supuesto, a Venezuela. La finalidad de esta empresa fue afianzar contratos millonarios y consolidar su influencia en proyectos macro de infraestructura, que en su mayoría quedaron inconclusos. Este caso dejó en evidencia cómo el sector privado también puede comprar gobiernos enteros usando estrategias refinadas de clientelismo y corrupción que destrozan por completo la credibilidad pública.
También resalta el saqueo de PDVSA en Venezuela, empresa icónica de la economía latinoamericana que fue transformada de empresa de altura y meritocracia en una oclocracia bárbara, relacionada con el lavado de fondos ilícitos.
El saqueo vinculado a PDVSA-Cripto alcanzó dimensiones colosales. Según los primeros recuentos, el presunto desfalco asciende a 21.190 millones de dólares. La investigación reveló que buena parte de los pagos de exportaciones petroleras fueron desviados hacia operaciones con criptoactivos, un mecanismo que permitió ocultar y fragmentar los flujos financieros. La magnitud del escándalo provocó la renuncia del entonces ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, y la detención inicial de 43 personas, de acuerdo con reportes verificados.
Las detenciones —por ajustes de cuentas entre los mismos corruptos— vinculadas al caso continuaron acumulándose en los meses siguientes. Entre marzo de 2023 y abril de 2024, el número de arrestos ascendió a 66 personas, incluyendo figuras de alto perfil como el propio El Aissami, el exministro de Finanzas Simón Zerpa y el empresario Samark López. En abril de 2024 se inició una segunda fase de la operación judicial, aunque persisten interrogantes sobre quiénes fueron excluidos de las investigaciones y cuál es el alcance real de las responsabilidades.
El caso PDVSA-Cripto se tradujo en un robo estimado de USD 21.190 millones. Ahora, si nos trasladamos a la PDVSA clásica, el robo se traduce en miles de millones de dólares, con pérdidas acumuladas de más de 500.000 millones de dólares entre 2004 y 2021. Se calcula que en 26 años de régimen chavista el desfalco alcanza unos 998.000 millones de dólares, aunque es una cifra difícil de cuantificar. El Gobierno del presidente Edmundo González Urrutia y nuestra líder y Nobel de la Paz María Corina Machado Parisca tienen el deber de hacer auditorías para que se conozcan las verdaderas cifras de la catástrofe socialista en Venezuela.
Argentina y los escándalos de corrupción kirchnerista
En Argentina, los Kirchner estuvieron envueltos en numerosos casos de corrupción. El caso de los “cuadernos de las coimas” dejó expuesta una red de sobornos que involucraba a empresarios y funcionarios, con montos superiores a los 20 millones de dólares en pagos ilegales. Testimonios de financistas como Ernesto Clarens confirmaron operaciones de lavado de dinero mediante contratos inflados y el cambio sistemático de pesos por dólares para ocultar fondos ilícitos. El uso de contratos inflados, adjudicaciones irregulares y lavado de dinero consolidó un entramado que aún hoy sigue siendo investigado en tribunales. Este caso, junto con Odebrecht y PDVSA, demuestra cómo los gobiernos de izquierda en América Latina han utilizado discursos de justicia social como fachada para prácticas corruptas que destrozan completamente la economía y el desarrollo de la región.
Otras estafas relevantes
En los países que llevaron como bandera el Socialismo del Siglo XXI, los fraudes inmobiliarios han sido el pan de cada día de corruptos sin ética ni vergüenza. Países del Foro de Sao Paulo como el México de López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo, la Venezuela chavomadurista, la Bolivia de Evo y la Argentina de los Kirchner anunciaron megaproyectos inmobiliarios, algunos concretados con dinero lavado y otros que jamás se materializaron, especialmente proyectos de infraestructura vial y vivienda social.
Estos megaproyectos fantasma son hoy el símbolo del fracaso de las políticas ineficaces del comunismo (que, como decía Fidel Castro, es socialismo) y son también la expresión palpable de la manipulación de masas, en donde se atrae a los pobres con la promesa de cubrir sus necesidades básicas, pero realmente se hacen negocios con el hambre y el “techo” de los menos privilegiados.
Reflexión final
Los casos que aquí analizo son solo unos pocos, comparados con los que se destaparán cuando Venezuela, México, Brasil y Chile regresen a la libertad gracias a líderes como Kast, nuestra Nobel de la Paz María Corina Machado, el presidente Edmundo González Urrutia, los Bolsonaro y el PAN (Partido Acción Nacional) en México. El socialismo-comunismo del Siglo XXI se ha disfrazado de justicia social para estafar a todo un continente. El populismo, por otro lado, cuando se convierte en fachada para el saqueo, deja a los pueblos atrapados en un círculo de dependencia, miseria y desesperanza.
Este siglo nos deja una lección que no debemos olvidar: el narcolavado y la corrupción son el muro de Berlín que impide ver el horizonte de la democracia, la prosperidad y la libertad de los pueblos.
Winston Churchill lo señaló sabiamente: “La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado”. Por lo tanto, debemos cuidar nuestras democracias (en Venezuela, cuando la recuperemos) y defenderlas a toda costa, con los ojos abiertos ante la manipulación de los miserables líderes socialistas que seguramente querrán volver a engatusarnos y lanzarnos a un abismo sin fondo: un espiral infinito de sangre, muerte y hambre. Un abismo donde los ciudadanos caminan con zapatos rotos por la incapacidad del sistema para conceder una vida decente y próspera, mientras devengan sueldos de neoesclavos bajo los controles malignos del socialismo-comunismo, siempre expresión del fracaso que distribuye la miseria de manera igualitaria.
Dayana Cristina Duzoglou Ledo
X: @dduzogloul
