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Robert Alvarado

“Celebraré la Navidad de todo corazón y procuraré hacer lo mismo durante todo el año. Viviré en el pasado, en el presente y en el futuro”. Charles Dickens

Cuando escribo estas líneas, la Navidad se hizo presente entre nosotros. “Vino el Niño”, se escucha decir a más de un muchachito ostentando su “Niño Jesús”, que este año, a diferencia de otros, cosa rara, vino acompañado de profusión de fuegos artificiales. Y esta es una fiesta que anuncia su llegada en Venezuela al escucharse las gaitas zulianas. Nada más escucharlas, todos, aunque dejen las cosas para última hora, empiezan a prepararse para las fiestas navideñas, combinando los preparativos con rituales litúrgicos, gastronomía y música, en la que también entran los aguinaldos propios de unas misas que revivieron este año como más fervor. Entre las tradiciones más representativas están las hallacas, el pan de jamón, el pernil o lechón asado por acá en el llano, la ensalada de gallina, y postres como dulce de lechosa; las bebidas típicas incluyen el ponche crema.

Por mucho que las familias y comunidades se hayan unido en la celebración navideña, siendo más palpable la alegría, el entusiasmo y regocijo este año, en el ambiente se percibe un sin sabor, un dejo de tristeza, de nostalgia por tantos venezolanos que se fueron del país producto de la crisis política, de la crisis humanitaria compleja que estamos viviendo. Claro, dentro de esta situación de dispersión migratoria, existe algo bueno, quienes migraron se llevaron sus tradiciones, como paso la post guerra europea cuando italianos, españoles, alemanes, judíos, portugueses, franceses entre otros vieron a Venezuela a refugiarse. De igual manera, hoy los venezolanos que emigran a otros países, nuestras costumbres viajan con ellos. Las redes sociales están inundadas de testimonios de cómo en el extranjero, las reuniones, la comida y la música se mantienen como memoria identitaria o nacionalismo identitario, en medio de ese complejo proceso de adaptarse a contextos culturales, climáticos diferentes y a la disponibilidad de ingredientes. Así la diáspora ha creado una red de transmisión cultural que conserva rasgos tradicionales y, a la vez, incorpora influencias locales.

En esa amplia y diversa muestra de nuestra cultura por todo el mundo, muchos extranjeros ven y analizan la navidad venezolana, ven cómo la comida es uno de los ejes clave de la identidad navideña venezolana. Preparar hallacas reúne a generaciones y funciona como memoria colectiva: disponer la masa en la hoja de plátano, disponer los multisápidos ingredientes, envolver, cocinar, preferiblemente a leña, y compartir el plato se transforma en un acto de fidelidad cultural. La música y la liturgia (aguinaldos, parrandas, misas de aguinaldo) fortalecen la sensación de pertenencia y comunidad. En la diáspora, estos elementos suelen adaptarse a los horarios, lugares y comunidades disponibles, pero siguen siendo señales claras de origen. En contextos de migración venezolana, la conservación de tradiciones depende de redes comunitarias: parroquias venezolanas, asociaciones culturales, mercados latinos y redes sociales. Estas redes facilitan el intercambio de recetas, la organización de eventos y la difusión de costumbres navideñas y lo observamos con los Reality Show de Gastronomía donde el venezolano ajusta recetas a climas distintos y equilibra la autenticidad con la practicidad diaria de la vida en el extranjero.

En el contexto de la diáspora venezolana en la zona de Norteamérica (EE. UU. y Canadá), en las comunidades fuertes en ciudades como Miami, Nueva York, Houston y Toronto, las hallacas y otros platos navideños se preparan en hogares y en encuentros comunitarios; las misas y parrandas de aguinaldo suelen organizarse en parroquias venezolanas o centros culturales, manteniendo  la tradición de la Noche Buena y el Año Nuevo, con hallacas que a veces se importan o se adaptan con sustituciones locales con los intercambios culturales, ferias latinas y colaboración con otras comunidades hispanas. Por supuesto, particularmente este año hay muchos venezolanos temerosos de organizar esas tradiciones en USA por problemas con la policía migratoria, ICE, pero conociendo al venezolano, buscó la forma de no dejar de lado esas tradiciones navideñas. 

Por la otra parte del continente americano por el Caribe insular y la América Latina cercana (Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú, Argentina, Panamá, República Dominicana) donde la cercanía geográfica ha facilitado encuentros y cohabitaciones de tradiciones, con las parrandas, los aguinaldos y la música zuliana se ha mantenido la tradición navideña venezolana, que ya está arraigada en gran parte de Latinoamérica, tanto así, que en los botaderos de basura se ven las hojas de hallacas… como me comentó un amigo. Si nos vamos para Europa (España, Portugal, Reino Unido, Italia), con presencia de venezolanos en ciudades grandes, las fiestas se celebran en casa, en asociaciones culturales y en eventos comunitarios y eso quiere decir que se sembró la cultura navideña venezolana, incluso ha traspasado fronteras llegando hasta África, Medio Oriente y otros lugares remotos. La Navidad venezolana llego para quedarse en todas esas latitudes, donde ya no extraña escuchar canciones como la de la rondallita: El burrito sabanero….

En conclusión, la Navidad venezolana en el mundo es al mismo tiempo presencia, preservación y transformación. La identidad se mantiene a través de la comida, la música y las celebraciones litúrgicas, mientras se adapta a contextos locales y a las distintas realidades que impone la migración y las redes comunitarias, contexto en el cual las plataformas digitales juegan un papel clave en la continuidad de estas tradiciones, permitiendo compartir recetas, organizar eventos y fortalecer el sentido de pertenencia transnacional, con lo cual la diáspora venezolana ha ofrecido una experiencia de interculturalidad: platillos tradicionales que se enriquecen con influencias regionales, y celebraciones que se abren a nuevas audiencias sin perder su sello originario con la continuidad de estas tradiciones, potenciándose iniciativas como ferias gastronómicas venezolanas en ciudades anfitrionas, talleres de cocina de hallacas y ponche crema, y programas de intercambio cultural entre comunidades venezolanas. Como buen venezolano ¡Feliz Navidad!

Cualquier información o sugerencia por robertveraz@hotmail.com  robertveraz@gmail.com         grsndz629@gmail.com   o bien por mí teléfono 0414-071-6704 y 04141574645. Además pueden leer esta columna en mí página Web: https://robertveraz4.webnode.es/  y sigan mis comentarios y opiniones por @robertveraz en twitter e Instagram. Pueden ver mis videos en YouTube: Tips de @robertveraz. ¡Hasta la próxima semana, Dios bendiga a Venezuela!