Iván Colmenares
La salida de Wilmar Castro Soteldo no es un cambio más en el gabinete de Maduro. Después de haber resistido durante ocho años y ocho meses, las turbulencias de un gobierno ineficiente, incapaz, incoherente, donde ese tren ministerial es una colcha de retazos de las facciones oficialistas, se produce un punto de inflexión que da al traste con el último de los protagonistas de los golpes del 92, génesis de una esperanza que terminó en estafa.
Esa es la primera lectura de ese cambio. Ellos, no sé si los Rodríguez junto a Maduro y Cilia, han querido borrar del tiempo revolucionario, la figura de Chávez, que solo ha mantenido hipócritamente el capitán del mazo, porque infructuosamente para el hijo de El Furrial, es el vaso comunicante con las bases forjadas al calor del comandante de Sabaneta. Alfredo, como le dicen sus íntimos, tenía a Chávez como fuente de inspiración en los segmentos ideológicos de su programa dominical en el Canal 8 “Cultivando Patria”, a pesar de que con su jefe siempre tuvo diferencias en el debate, incluso en Yare, y porque creo que no tenía garantía de su eficiencia porque estuvo en el Plan Bolívar 2000, Ministerio de Turismo donde se hizo famoso con la ruta de las empanadas, presidencia de Avensa, Ministerio de Comercio y no duraba mucho, hasta que se coló como candidato a gobernador en Portuguesa, donde lo sorprendió la muerte del protagonista de esta revolución.
La primera hipótesis es entonces, execrar a los fundadores, quizás porque tengan aún la manía del debate, de rebatir ideas, de ser bombero en incendios internos. No en balde, WCS es uno de los pocos militares y altos funcionarios que no tiene sanciones, lo que puede producir piquiña en los jerarcas. Pero el mandato que le dio Maduro, en esa especie de novela del mundo al revés, que significa un presidente sin ningún respaldo popular, al nuevo Ministro de Agricultura es sin duda, un latigazo para Castro: hay que retomar las decisiones de los dos Congresos Campesinos y convocar un tercero y debe irse a los no sé cuántos territorios para fomentar la producción, tesis en la que no cree Wilmar, quien bien puso a funcionar su línea de una nueva oligarquía revolucionaria, por cierto, muchos de sus miembros con manos temblorosas, ante el cambio.
El cuento de qué va a otro destino, que no sea su casa, es un latiguillo madurista destinado a los estorbos. Aunque Wilmar le ha funcionado en estrechar lazos con sus aliados, en diversas áreas, un cargo diplomático pudiera estar en la mira del ahora exministro. Antes había comentado a algunos de sus amigos, que quería irse a Argentina, pero con Milei las cosas no pudieran ser fáciles y otros dicen, que quería descansar.
Pero como perro viejo late echado, Wilmar con esa alianza estratégica que construyó con la burguesía nacional, la tradicional y la que él empujó, no creo que se quede quieto. Para mí, si ellos se quedan con el gobierno, cosa que dudo bastante, porque la incapacidad, la falta de dinero, el cerco mundial, ante el fraude chambón cometido el 28 de julio, los problemas de sus potencias aliadas como China, Irán y Rusia no les da chance de ocuparse de la camarilla gobernante, por más cadenas y reuniones pequeñas que haga, el comandante aviador, que tejió bien sus alianzas, frente a las derrotas con Calles y con Cedeño, pudiera retomar el camino de la Gobernación de Portuguesa.
Si se quedan, insisto, que no permitan a quienes no acatemos la decisión absurda del TSJ, ser candidatos a algo, es la única forma de que pueda volver. Si la democracia es rescatada, es muy difícil que un rojo pueda entrar al Palacio de Gobierno en Guanare nuevamente.
En política no hay muertos ni jubilados. Es el oficio donde se puede resucitar varias veces. Por eso, la defenestración de Wilmar Castro, por re o por fa, puede ser el cierre del círculo o un abrir de la caja de Pandora para el PSUV y sus aliados. Lo cierto es que la tesis que yo creo que prevalece en el cambio ministerial, es una molestia en el zapato, un punto de inflexión en lo personal y en lo político, con quien anda arrecho por alguna vaina y lo dijo sin adornitos.
Algo huele mal en Dinamarca. Porque ese gabinete es peor que el anterior. Que Héctor Rodríguez, aquel que dijera que no se podía educar al pobre, porque se volvía escuálido, sea Ministro de Educación y que Ricardo Sánchez, ese chaquetero oportunista que se vivió a la Coordinadora Democrática y que ahora es un próspero empresario caprino, sea el de Educación Superior, ya dice mucho de lo poco que puede esperar un país de los estertores agónicos de esta revolución, de este gobierno que languidece.
Por cierto, la jugada maestra de Maduro a mi juicio es la designación de Diosdado en Relaciones Interiores. Antes Maduro era el único culpable de los crímenes de lesa humanidad. Porque, aunque Cabello era el jefe detrás del trono de los órganos de represión del régimen, no ostentaba cargo público. Ahora, por lo menos será otro más que deba responder ante la Corte Penal Internacional.