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Iván Colmenares

En criollo lo decimos de otra manera, pero el régimen está invadido en todas sus instancias por el terror. El propio Presidente es el ejemplo más evidente de esta sensación que los invade, agravada por la enorme paliza electoral del 28 de julio, donde casi el 80 por ciento de los venezolanos, demostraron un contundente desprecio a una revolución, que comenzó como una esperanza ante la debacle de la dirección de los partidos democráticos venezolanos, cosa que no debemos olvidar porque de aquellos vientos, vinieron estos lodos, que culminó en estafa, acelerada por la gerencia incapaz y corrupta de la élite partidista-militar, que le entregó los poderes de mando y seguridad, a una agonizante dictadura cubana que ha sobrevivido gracias al cordón umbilical que fortalecieron a raíz de la muerte de Hugo Chávez. 

Por cierto, a veces me pregunto si el Comandante hubiese manejado esta década fatal con el mismo desatino e irresponsabilidad de su sucesor. Chávez en 1992 perdió, cambió y ganó. En 1998 abandonó el abstencionismo y ganó. En el 2002, renunció, regresó y ganó. Su capacidad de comunicación con los sectores populares y el dominio absoluto del rebaño, militares y PSUV, le permitía conducir con mano de hierro el proceso. 

Las detenciones masivas ante las protestas, que dada la aceptación de la aplastante derrota por el golpe de estado con las “instituciones”, si a ese circo se le puede llamar así, y el secuestro de parte del liderazgo político, el cambio de los anillos de seguridad, el despido de funcionarios como amedrentamiento, las marchas portátiles, la payasada del congreso antifascista con gastos pagos con el dinero de los venezolanos de no sé cuántos centenares de delegados, el encierro de los “autodeclarados” ganadores, indican de qué lado está el culillo.

Es cierto que aquí también lo tenemos. Las últimas convocatorias lo demuestran. Aunque en este lado, las inoportunas crisis, declaraciones o debates que hay como dijo alguien en los sospechosos de siempre, nos llenan de incertidumbre, también es cierto que, en esta hora de crisis, es urgente un liderazgo colectivo y María Corina, lo debe entender, porque sólo no se puede. Así como la victoria fue una enorme unidad construida desde abajo, con el aporte de muchos factores, hoy la urgencia es un compacto grupo de trabajo que conduzca con firmeza y claridad, en las infaustas horas que vivimos. El régimen lo entendió clarito. Los que andaban con MCM en sus giras y en el famoso camioncito, fueron capturados y aún son perseguidos, los que no. Desmanteló, aunque sea como imagen, la capacidad unitaria de la hoy Premio Vaclac Havel. Recuerdo que Felipe Mujica, en su visita a Portuguesa, como detalle importante, señalaba esa enorme falla. Percibía que no había un núcleo dirigencial colectivo, pero como las victorias tienen mil padres, nadie le paró. 

Me remito a dos detalles regionales, para hablar del culillo, representado al máximo en el último gobernante, Dios mediante, rojo, que va a tener Portuguesa. La pelea a cuchillos desatada a lo interno en el PSUV, indica que hasta el más pendejo de sus dirigentes entiende, que sí se queda fuera, se jode. La noche de los cuchillos largos, de Adolf Hitler, es una imagen permanente en sus filas, para esos que hablan de nazismo. Cada jefe de facción vigila, pone zancadillas, inventa trampas peligrosas para los estorbos. Y allí es mejor ser cola de ratón, que cabeza de león. He recordado siempre que empezaron con Luis Alfonso Dávila, Luis Miquilena, Rafael Ramírez, Elías Jaua, que era un toñeco de Chávez, hasta la “defenestración” de Tarek El Aissami. Cada quien cuida su pellejo, ante el estado general de sospecha que impone el G2 cubano. Pasa con los Cedeño contra Torrealba, que tuvo en la remoción de Amarilys Pérez de la Secretaría General de Gobierno, su esperada crisis, que pone en peligro el sueño de Rafael de ser Gobernador, porque hasta esa Alcaldía la quiere Cedeño para el jefe de su peculiar cortejo. 

Y la fiesta del cumpleaños. El sábado pasado el PSUV convocó marchas en los estados para contrarrestar el enjambre organizado por MCM. Lo oficialista, siempre fortalecido por la difusión, aunque la realidad son estruendosos fracasos. Cedeño convirtió la de Portuguesa es su fiesta de cumpleaños. Vallenato y autobuses parejos invadieron a Guanare, mientras en el Hospital, a quien le importa esa vaina sino a los familiares de los pacientes, el colapso lo hace inviable, caótico, dantesco.

El culillo de su soledad, porque no sabe en quién confiar, ya que la adulación no es lealtad, lo hace rodearse de unos 30 alabarderos jovencitos, quienes lo acompañan a todos lados, hasta en la más infame ratonera, donde quiera meterse. Al templete, “invitaron” hasta los jefes de calle, pero a la residencia y a Mesa Alta, fueron los privilegiados, los que le caen bien a la emperatriz. Comenzó la navidad decretada por Maduro, pero lo que parece por dentro, es el vía crucis de Semana Santa, muy pero muy, adelantado. Eso sí, sin Domingo de Resurrección.