COMPARTIR

El Centro Carter es para muchos venezolanos un organismo que avaló victorias de Chávez. Nada más.

Para aquellos cautivos de expectativas sobreestimadas de cambio, resultó en un puntapié doloroso, incluso la calificaron de ser una institución que apoyaba la continuidad del chavismo.

Pero hay que leer sus informes.

Son documentos redactados de forma precisa y equilibrada.

Exponen los puntos de vista de opositores y oficialistas, narran con claridad los abusos de recursos del Estado y el ventajismo.

Cuentan los hechos irregulares en las colas, en los centros electorales y hasta miden el sentimiento de los venezolanos con respecto a la calidad de los procesos electorales.

Ponen especial atención en los acuerdos y reconocimientos de ambas partes con entrevistas en persona con dirigentes y líderes clave. Combinan una ingente documentación y la contrastan con una recopilación exhaustiva de testimonios de ciudadanos varios.

Y claro, desarrollan sus investigaciones más profundas con una diplomacia audaz.

El tema es que el consumo actual de noticias se centra más en titulares que en leerse con detenimiento un informe de 70 páginas para entender la posición del Centro Carter.

Durante sus años de actuación en Venezuela, en especial, este 2024, ha demostrado que juega del lado de la democracia transparente.

Así como en 2012 sus delegados se movían para estar presentes en las auditorías y observar in situ los acuerdos de reconocimiento de Hugo Chávez como ganador, hoy denuncia que las elecciones del 28 de julio no han cumplido con los estándares de la democracia.

Han denunciado al Gobierno de Nicolás Maduro y ahora son agentes no gratos para Miraflores.

Su última jugada va de hacer valer su reputación como institución de impacto global en observaciones de procesos electorales y ha publicado las actas que dan como ganador a Edmundo González Urrutia.

Nunca antes, en sus participaciones en elecciones venezolanas, habían presentado una documentación probatoria de un resultado que ha sido negado por el Consejo Nacional Electoral y por el Tribunal Supremo de Justicia.

Pero tal parece que han hecho una excepción que ha tenido de inmediato repercusiones internacionales contra Maduro.

La Unión Europea dice que ahora hay más fundamentos para desconocer a Maduro como Presidente.

Esto lo ha hecho público ante la Organización de Estados Americanos (OEA) hace unas horas.

Este recuento que presentamos hoy en Versión Final narra cómo ha sido su proceder y parte de sus posiciones en las elecciones presidenciales más importantes de los últimos años en Venezuela.

2012 y un Chávez reconocido

El convulso 2012 resultó en uno de los shocks políticos más importantes para Venezuela. Un Chávez agotado y enfermo por el cáncer hacía campaña. La gente lo sabía y este se había confesado con el país.

Henrique Capriles, del partido Primero Justicia, sumaba grandes apoyos que imprimían expectativas de un cambio en puertas. Los venezolanos salieron por centenares de miles a las calles para apoyar a ambos candidatos.

El Centro Carter, la organización norteamericana fundada por el expresidente Jimmy Carter, un bloque de observación electoral con amplia trayectoria en el mundo, enviaba a sus delegados a Venezuela desde el día 3 de octubre para emprender sus operaciones de reuniones con dirigentes de oposición y oficialismo y redactar su informe detallado sobre las presidenciales del 7 de octubre.

Los delegados de la organización fueron bien recibidos e hicieron su trabajo sin bloqueo alguno.

Su informe final se publicaba el 28 de noviembre de 2012.

Rescatamos varios párrafos de aquel texto:

“Los resultados se tabularon rápidamente después del cierre del último centro de votación, fueron aceptados públicamente por ambos candidatos y reconocidos por la ciudadanía sin el menor contratiempo”.

Criticaron el ventajismo del uso de recursos del Estado, pero también narraron un episodio importante para evaluar la transparencia del CNE antes de esas elecciones.

Los técnicos de partidos políticos y otros grupos de observación sumaron unas 16 auditorías al sistema de votación.

“Constituyó el proceso más abierto hasta la fecha”.

Y también agregaría a lo largo del texto del informe, frases como las siguientes:

“En general, los partidos coincidieron en señalar que el 7 de octubre el sistema de votación funcionó de manera satisfactoria”.

“Tanto el comando Venezuela como los grupos nacionales de observadores realizaron conteos rápidos que confirmaron el cálculo oficial del CNE. Basándose en sus propias estimaciones, el comando Venezuela (campaña de Capriles) ya conocía los resultados alrededor de las 7:00 pm.”

Aquel informe ocupó 70 páginas de una detallada observación electoral e incluso analizaba el impacto en la región de la nueva victoria de Hugo Chávez.

El Centro Carter informaba al mundo de una elección transparente, al menos en cuanto al sistema automatizado.

No había equivocaciones.

Inicia la era Maduro

Tras la muerte de Hugo Chávez (marzo, 2013), las elecciones presidenciales se convocaron rápidamente para el domingo 14 de abril de 2013.

Maduro, el designado de Chávez para sucederle, se enfrentaba de nuevo a un Capriles que continuaba en la cúspide como líder de oposición.

El término más recordado de aquella contienda pasó a ser “fraude”.

Maduro había ganado, según el CNE, con el 50.61% de los votos (7.587.579) y Capriles había obtenido el 49.12% (7.363.980).

Todo el proceso estuvo ensombrecido, esta vez no solo por los abusos en los recursos del Estado, sino por una serie de impugnaciones que llegaron incluso hasta el Tribunal Supremo de Justicia.

El informe final del Centro Carter, publicado el 18 de marzo de 2014, reza así en uno de sus párrafos:

«El presente informe se ocupa de las elecciones realizadas el 14 de abril de 2013 en Venezuela. El mismo incluye tanto la discusión de los antecedentes y las condiciones bajo las que se realizó la votación como el análisis de los controvertidos resultados

Tan solo en esta entrada del prólogo, Jennifer McCoy, Directora del Programa de las Américas de la organización, precisa el carácter polémico de los comicios.

Las auditorías que en 2012 habían sido transparentes para oficialismo y oposición ya no lo eran tanto.

Además, estaba el tema de las captahuellas que infundía desconcierto. El mecanismo biométrico debía evitar la duplicidad del voto, aunque se negaba por otra parte la depuración del sistema electoral.

Se activó la llamada Fase II de la verificación ciudadana para zanjar el tema, pero Capriles y su comando consideraron sin validez aquel recuento puesto que no se cruzó la data con los cuadernos manuales de votación ni otros materiales.

En el procedimiento solo se cotejaron comprobantes de papel con las actas de escrutinio electrónicas emitidas por las máquinas de votación. El ejercicio arrojó una coincidencia del 99.98%.

A diferencia de 2012, el Centro Carter ya no elogiaba al sistema electoral venezolano y su alta capacidad de automatización.

Ahora asomaba que la confianza en las elecciones se construía con base en reglas claras. Y entonces decía:

Cuando una o más de estas características se debilitan o se pierden, las elecciones se convierten en asuntos contenciosos y pueden alterar la armonía y la gobernabilidad nacional.

Las amplias auditorías al sistema postelectoral que hicieran los técnicos en 2012, ya no estaban.

La muerte de Chávez había cambiado por completo las reglas del juego.

2024 El Centro Carter desestima los resultados

El 30 de julio pasado, 2 días después de las presidenciales entre Nicolás Maduro, a la reelección, y Edmundo González Urrutia, el candidato de la Plataforma de la Unidad Democrática liderada por María Corina Machado, el Centro Carter emitía un explosivo comunicado, el más contundente que habría redactado contra el Gobierno de Miraflores.

La elección presidencial de Venezuela de 2024 no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral y no puede ser considerada como democrática. La declaración contenía solo dos páginas. Nada más.

Así, el Centro Carter pasaría a convertirse en enemigo del gobierno.

Sin medias tintas, Nicolás Maduro acusaba a la organización de “prestarse al Golpe de Estado en su contra”.

Y agregó:

“Todos los que vinieron del Centro Carter a Venezuela traían el informe ya escrito, lo tenemos desde hace un mes, tenemos el informe del Centro Carter ya escrito, lo que les faltaba era pincatico que le pusieron ahora, porque se desnaturalizaron, ya no es Jimmy Carter quien lo dirige, solo lleva su nombre, lamentablemente”.

Ahora la organización ha vuelto a levantar el polvorín.

El centro ha publicado ante la Organización de Estados Americanos (OEA) las actas electorales que dan como ganador a Edmundo González Urrutia con un 67 por ciento de los votos.

La medida abre una nueva fase de conflicto para Miraflores, puesto que tales registros solo habían sido expuestos por el equipo de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia y han sido motivo de persecución y procesamiento.

Tras la nueva publicación del Centro Carter, la Unión Europea ha reaccionado y Borrell dice que ahora hay más fundamentos para no reconocer a Nicolás Maduro.

El término fraude resurge con más fuerza en otros países y bloques y vuelve a tejerse la política de las sanciones y el desconocimiento de Maduro.