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Por: Toribio Azuaje

“No sólo hay que indignarse hace falta también comprometerse”. Stéphane Hessel

Qué puede escribirse el primer día del año nuevo, que no sea un llamado a la vida, una convocatoria a la esperanza, una canción al compromiso, un canto a la lucha que nos aguarda al doblar la hoja del libro para no perder el hilo en la lectura.

Tomamos la primera hoja del cuaderno para iniciar los trescientos sesenta y cinco tropezones, que nos aguardan en el frente de lucha que hemos escogido como guía.

Qué podemos decir cuando comienza el año, que no sea un llamado a la sensatez y la prudencia. Un grito de alerta ante tanta mediocridad que oscurece el camino, levantando nubes y tolvaneras de estupideces, sabiamente construidas con el afán desmedido de una vida egoísta y miserable. Este canto no es otra cosa, que un urgente llamado a la humildad, la honestidad, la sabiduría y el retorno a la vida sencilla.

Qué otra cosa podemos decir en estos tiempos en que la patria reclama mas valor y coraje para seguir la construcción de los espacios necesarios para todos. Qué podemos decir que no sea un llamado a la unidad, a la creación pura y sincera, a la lucha contra el egoísmo y la envidia que se adueña de todo el escenario.

A mis compañeros del café, les convoco a que nos dejemos de “pingueras” mezquinas, y construyamos juntos los caminos de lucha y de organización que tanto necesita nuestra gente. No hacerlo sería una traición más que sumariamos, a las miles traiciones acuñadas con el color de la sonrisa cínica y sanguinaria de quienes gozan y disfrutan nuestras distracciones y errores cometidos.

El mundo será lo que su gente quiera que este sea. La dispersión nos entrega a la fauces enemigas y entonces el amor será una mera palabra inalcanzable y manoseada.

La tristeza no puede ser la compañera. Tantos sueños nos acompañan siempre, dejemos que esos sueños surjan desde lo más sublime de los corazones que bombean el entusiasmo necesario  para tantas tareas y tanta adversidad que hay que sortear.

A los campesinos y agricultores, a las aguerridas mujeres campesinas que representan lo más hermoso y loable de esta lucha incansable, a los jóvenes campesinos, que son nuestra esperanza hecha sangre y fortaleza, serán los herederos de todo un mundo que hay por recorrer. Recordemos que somos uno solo, sea cual sea nuestra ocupación o nuestras costumbres. Los cinco dedos de la mano usados uno a uno no tienen fuerza alguna, pero si juntamos el puño, los cincos dedos adquieren la fuerza letal que les otorga la unidad, esa unidad es capaz se derribar cualquier obstáculo. El enemigo es uno solo, y este si tiene claridad en su tarea divisionista para hacernos sus esclavos eternos.

Si los pobres andamos distraídos y divididos, los ricos y tiranos no corren ningún riesgo. Si nuestra lucha se desvanece entre tantos caminos incorrectos construidos con astucia por otros, para distanciarnos, no lograremos salir del lodazal.

En este año que comienza, les doy más que esperanzadores llamados, un sublime compromiso que se extiende a pesar de las fuerzas menguadas por el tiempo implacable.

Y lo más difícil, queridos compañeros; Este año será un año electoral, la lucha  electorera copará todos los escenarios, y en ese huracán tenemos que movernos. Quienes tienen legítimos  compromisos de este tipo, sepan diferenciar los roles, no obstruyan el crecimiento de la organización. No nos dejemos arropar por este vendaval que irremediablemente nos salpica a todos. Hagamos lo que debemos y tenemos que hacer.

Hagamos del campo venezolano lo que realmente es; El centro de la vida de la patria, de donde surge todo lo que necesita nuestra gente.

Solo necesitamos entender, que actuando juntos, desde lo local, desde el mas pequeño espacio, puede surgir la fuerza liberadora que cambiará la historia de los tiempos.