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En una Río de Janerio blindada, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, recibió este lunes a los líderes de la cumbre del G20, quienes asisten a la cita anual del foro que reúne a las mayores economías del planeta.

Con poco más de una hora de retraso respecto a lo establecido, comenzó la primera sesión de trabajo de la cumbre, dedicada a la discusión de la Alianza para luchar contra el hambre y la pobreza, bandera de la presidencia brasileña, además de los inevitables temas de la agenda globla: clima, guerra y Trump.

En medio de estrictas medidas de seguridad, comenzaron a llegar, uno a uno, al Museo de Arte Moderno de Río, los jefes de Estado y de Gobierno del G20, así como de países invitados, que este año reunirá a líderes de 55 naciones y organizaciones.

Los primeros mandatarios en arribar al evento fueron los primeros ministros de Singapur, Laurence Wong; Vietnam, Pham Minh Chinh y Noruega, Jonas Gahr Støre, que estuvieron precedidos por el secretario general de la ONU, António Guterres, y el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga.

También dieron presente el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y los presidentes de Chile, Gabriel Boric; y de Paraguay, Santiago Peña.

Se sumaron Joe Biden (Estados Unidos), Xi Jinping (China), Claudia Sheinbaum (México), Javier Milei (Argentina), Narendra Modi (India), Emmanuel Macron (Francia) y Olaf Scholz (Alemania). Y se esperaba a los presidentes de Colombia, Gustavo Petro; y de Bolivia, Luis Arce.

Uno de los grandes ausentes en la cita será el presidente ruso Vladimir Putin, quien decidió no asistir a la invitación extendida por Lula «para no perjudicar el trabajo» del foro, debido a la orden de captura que pesa sobre él por su responsabilidad en la guerra en Ucrania.

El G20 está compuesto por Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía, además de la Unión Europea y la Unión Africana.

Clima, guerra y Trump

La cumbre se centrará en tres ejes principales: disminuir el hambre y la pobreza, la reforma de la gobernanza global y la transición energética, en una agenda global que parece estar partida en tres ejes: la guerra (en Gaza) y Ucrania, el clima y el regreso de Donald Trump a la Casa Blana, en enero.

Joe Biden, de hecho, se refirió a las dos guerras en sus primeras palabras en el foro. «Estados Unidos apoya la soberanía y la integridad territorial de Ucrania y todos los que están en esta mesa también deberían hacerlo», afirmó.

Debemos «aumentar la presión sobre Hamas para que alcance un alto el fuego en Gaza». «Seguiremos presionando para acelerar un acuerdo de alto el fuego que garantice la seguridad de Israel, devuelva a los rehenes a casa y ponga fin al sufrimiento del pueblo y los niños palestinos», subrayó Biden.

«Pido a todos los presentes que aumenten la presión sobre Hamás, que actualmente rechaza este acuerdo», siguió.

«Israel tiene derecho a defenderse después de la peor masacre de judíos desde el Holocausto. Pero cómo se defiende… es muy importante», afirmó luego.

Los líderes del G20 abren la cumbre bajo presión para lograr un acuerdo en la COP29, en un contexto mundial de fuertes divisiones por las guerras y la próxima vuelta de Trump.

Ya antes de la apertura de la cita en el Museo de Arte Moderno, con vistas sobre la bahía de Rio, no se auguraba un consenso fácil sobre los temas dominantes.

El texto final del G20 «ya está cerrado, pero algunos países quieren abrir algunos puntos sobre las guerras y el clima«, explicó este lunes una fuente diplomática brasileña.

Los dirigentes de las principales economías, que representan el 85% del PBI mundial y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero, buscarán avanzar en particular en el financiamiento de la lucha contra el cambio climático.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, les pidió el domingo que muestren «liderazgo» y hagan «concesiones» para permitir «un resultado positivo en la COP29«, la conferencia sobre el clima de Bakú, donde las negociaciones llevan una semana estancadas.

«El fracaso no es una opción», dijo Guterres, mientras el mundo se dirige a batir este año otro récord de temperatura global.

Brasil reafirmó el sábado que los países emergentes se niegan a contribuir al financiamiento climático, pero espera que un avance en el G20 ayude a destrabar el diálogo en Bakú, de acuerdo con otra fuente diplomática brasileña.

En esta cumbre anual que se celebra nuevamente con la ausencia del presidente ruso Vladimir Putin – en su lugar acudió su canciller, Serguei Lavrov -, la guerra de Ucrania y también la de Oriente Medio serán ineludibles.

Después de que Ucrania sufrió el fin de semana uno de los mayores ataques rusos de los últimos meses, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, autorizó a Kiev a usar misiles estadounidenses de largo alcance contra objetivos militares en Rusia, según dijo a la AFP un alto funcionario en Washington.

La iniciativa de Lula

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, anfitrión de la cita, avisó sin embargo que su país no quiere concentrar los debates en las guerras.

«Hice énfasis en no traer la guerra para el G20», dijo el domingo al canal Globonews el mandatario izquierdista, un aliado de Occidente que a la vez mantiene una buena relación con Putin.

«Porque si no, no vamos a discutir otras cosas que son importantes para un pueblo que no está en guerra, que es el pueblo pobre, los invisibles del mundo«, añadió.

Lula lanzó este lunes su Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, que reunirá a naciones e instituciones internacionales para liberar recursos contra este mal.

Esta iniciativa, afirmó Lula, comienza en Río «pero tiene un destino global».

El proyecto -que pretende erradicar el hambre y la pobreza en el mundo de aquí a 2030– busca desarrollar y financiar políticas para combatir la desnutrición con modelos diferentes para cada región del mundo.

El acuerdo ya ha recibido las firmas de 81 países de los cinco continentes, la Unión Europea y la Unión Africana, nueve instituciones financieras globales y 31 ONG de todo el mundo.

También espera avanzar sobre otra idea impulsada por la presidencia brasileña del G20: un impuesto global a los «súperricos», que ya consiguió el visto bueno de los ministros de Finanzas para «cooperar» sobre este asunto.

Sobre la cumbre pende una incógnita en cuanto a la posición de Argentina. Javier Milei se opone a lo que llama una «agenda ‘woke'» del multilateralismo y ha retirado a su delegación de las negociaciones climáticas en Bakú.

Buenos Aires ha hecho algunas objeciones y no tiene por qué «necesariamente» firmar el texto, indicó el domingo a la AFP el jefe de la delegación de ese país, Federico Pinedo, sin detallar los puntos en discordia.

Esta será la primera cumbre del G20 de Milei. El argentino es un gran aliado de Trump, a quien visitó la semana pasada en Florida.

Será en cambio la última de Biden, antes de ceder el poder al republicano en enero.

El estadounidense realizó el domingo una visita histórica a la Amazonía para reforzar el compromiso de Estados Unidos contra el calentamiento y lanzar un desafío a Trump, que promete revertir sus políticas medioambientales.

«Algunos pueden intentar negar o retrasar la revolución de la energía limpia que está en marcha en Estados Unidos. Pero nadie, nadie puede revertirla«, dijo el demócrata.

Biden se había reunido el sábado en Lima con el presidente chino, Xi Jinping, otro de los protagonistas de la cumbre del G20 y actor clave en la reconfiguración del tablero político mundial con la llegada de Trump.

Tras la cita de dos días, Xi se reunirá con Lula en Brasilia en un encuentro que pretende reforzar los lazos entre estos dos gigantes del llamado Sur global.

«Entramos en un escenario global mucho más imprevisible, pero también con mucho más espacio para que los países del Sur (…) articulen sus propias visiones», subraya Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas de Brasil.

EFE y AFP