El 10 de enero de 2025 se perfila como una fecha crucial en la historia política de Venezuela. Este día, según la Constitución, debe tomar posesión el presidente electo para un nuevo mandato de seis años. Sin embargo, la situación actual del país sugiere que este evento estará marcado por la controversia y la incertidumbre.
Por un lado, el presidente Nicolás Maduro, quien ha gobernado desde 2013, fue declarado ganador de las elecciones del 28 de julio de 2024 por el Consejo Nacional Electoral (CNE), una institución estrechamente vinculada a su gobierno. Maduro asegura que tomará posesión el 10 de enero, respaldado por una mayoría chavista en el Parlamento y una base de apoyo popular que, aunque disminuida, sigue siendo significativa.
Por otro lado, la oposición, liderada por Edmundo González Urrutia, sostiene que las elecciones fueron fraudulentas y que los resultados oficiales no reflejan la voluntad del pueblo venezolano. González Urrutia, exiliado en España, ha prometido regresar a Venezuela el 10 de enero para asumir la presidencia, basándose en las actas de votación que, según él, demuestran su victoria.
La comunidad internacional también juega un papel importante en esta dinámica. Muchos países, incluidos Estados Unidos y varias naciones europeas y latinoamericanas, han expresado su rechazo a los resultados electorales y su apoyo a la oposición. Esta falta de reconocimiento internacional podría debilitar aún más la posición de Maduro y aumentar la presión interna y externa sobre su gobierno.
Maduro ha expresado su disposición a trabajar con Trump de inmediato en un acuerdo centrado en cuestiones migratorias, incluida la autorización de vuelos de deportación de venezolanos, según otra persona en contacto con el gobierno de Maduro. Pero Maduro ha argumentado que, a cambio, necesita las herramientas para arreglar la economía de su país, incluidas más exportaciones de petróleo, para aliviar las presiones económicas que han llevado a los venezolanos a huir.
No está claro hasta qué punto estas opiniones han sido comunicadas directamente a Trump. Una persona cercana al equipo de transición de Trump, que aceptó discutir con The Washington Post sus puntos de vista sobre Venezuela bajo condición de anonimato, desestimó cualquier oferta de Maduro y en su lugar habló de lo que Trump exigirá a Caracas.
El 10 de enero, por lo tanto, no solo marcará el inicio de un nuevo mandato presidencial, sino que también podría desencadenar una serie de eventos que definirán el futuro político de Venezuela. La posibilidad de enfrentamientos entre seguidores de ambos bandos, la intervención de fuerzas internacionales y la respuesta de las instituciones nacionales son factores que podrían influir en el desenlace de esta jornada
En resumen, el 10 de enero de 2025 será un día de alta tensión y expectativas en Venezuela. La nación se encuentra en una encrucijada, y los eventos de este día podrían tener repercusiones duraderas en el camino que se construye y que ha Sido entorpecido por bloqueos de todo tipo e injerencia internacional debilitando todo lo establecido en nuestra constitución y su preámbulo.
www.norteasur.net