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Jesús Sotillo Bolívar. Profesor UCV

Cuando Juanito, ya de vacaciones, hojeaba las páginas del cuento infantil, notó que la figura del “Grinch”, como por encanto, había desaparecido de la historia, repasó y repasó la narración, de su autor Theodor Seuss, página por página  y no logró dar con él.  Pensó, habrá salido a amargarle la vida a los lugareños de “Villa Quien”, porque esto era lo que hacía en época de navidad.

Preocupado, al regresar su papá del trabajo, lo interpeló, diciéndole, mira papá estoy leyendo el cuento que me regalaste, pero no aparece el Grinch. El papá le dijo, esa una copia mal impresa, la devolveré y en la tarde te traigo la original completa.

Pero, el niño no estaba equivocado, en realidad  “El Grinch”, aprovechó que abrieron el libro, salto y cambio de escenario. Aburrido de las heladas montañas que rodeaban a “Villa Quien”, brincó y cayó nada menos que en territorio zuliano, pasó rasante por el Lago y se detuvo en Maracaibo.

Al poner pie en tierras marabina, se dio cuenta que todo era diferente, no oyó las notas del coro infantil de “Villa Quien”, cuando interpretaban You’re a Mean One, Mr. Grinch, sino,  un ritmo, por el, poco conocido, pero pegajoso, era el de la Gaita Maracucha, sonaba a la sazón, La Cabra Mocha.

De mal aspecto, siempre con el seño fruncido, malhumorado como de costumbre, misántropo y de un pelaje verde, dijo, tengo que cambiar y se disfrazó de Empresario Camaronero. Así podía pasar desapercibido, por tantas granjas camaroneras que existen en tierra zuliana.

Como toda su vida se había dedicado a Odiar la Navidad, no tardo encontrar en Venezuela, resentidos, que se habían propuesto aguarle las fiestas a nuestra gente, porque aquí ya olía a Navidad y las familias se preparaban para buscar los ingredientes de las hayacas, los huevos chimbos, la Mandoca y los besitos de Coco. Todo, precisamente, lo que el odiaba, porque olía a Navidad.

Pero como dice el dicho, el Grinch, poco ducho en el ambiente venezolano, desconociendo el terreno que pisaba, pisó en falso, y ahora al descubierto, le aplican el refrán: “Picardía Sale”.

Resulta, que el Grinch,  en  poco tiempo había podido crear una red de empresas y enganchado a otros de su calaña, preparaban una operación sorpresa: NO A LA NAVIDAD. Es decir convertir a Venezuela en una “Villa Quien” cualquiera.

La operación se planificó para partir desde el Zulia hacia Caracas y otros sitios de Venezuela, no en un trineo destartalado, sino, que habían logrado recabar suficientes euros, para apertrecharse y  generar un clima de violencia, que pudiera si era posible, derretir la nieve navideña, causar caos en el país, como paso previo a la zanahoria que están ofreciendo ahora, desde Estados Unidos y España, la asunción  de un títere a la presidencia en enero 2024.

Los protagonistas de este cuento cambiaron, se agregaron otros, parecía un argumento para una nueva película “El Grinch II”,  Además del peludo personaje, ya conocido, se le agregaba, un espanto venezolano “La Sayona”,  Un empresario camaronero, que se le olvido el dicho “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, El Súper agente 86, que le pidió prestado los cuernos  al Reno de San Nicolás para camuflarse y los hermanos Karamazov . No podían faltar en el argumento, las de siempre, las verduras del sancocho, la innombrables, pero que esta oportunidad las vamos a mencionar:   LA CIA Y LA DEA.

El Grinch, ahora, con su ceño fruncido, con su corazón más encogido de dos tallas, y el rabo entre las piernas tendrá que regresar a las montañas que rodean a “Villa Quien”, a joder bien lejos. Allá quizás pueda tener un final feliz como el del cuento, rescatando su espíritu navideño y así Juanito, podrá  terminar la historia en su versión original. 

 Pero el que trato de homologarlo en Venezuela, el que trato de hacernos infelices, el que trató de robarnos la navidad, ahora, no será protagonista de un cuento, sino, actor de una tragedia.  Tendrá que rendirle cuentas a la justicia porque aquí “CAMARON QUE SE DUERME SE LO LLEVA LA CORRIENTE” y se lo comen “al ajillo”.