ALIRIMAR PARRA. INVESTIGADORA CULTURAL
“El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados aborígenes…” Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
Quise citar para este artículo el inicio de nuestro Preámbulo Constitucional para dedicarlo al ancestro que solo es referido en compañía de la más bella creatura de la humanidad: La Excelsa Madre de Dios, María Santísima: “El Chonei Mareigua Coromoto”. El Cacique Coromoto, era el más aguerrido y bravío de los caciques venezolanos, ninguna tribu se acercaba a su territorio. El Hermano Nectario María muy sutilmente llamaba a su clan: “Una de las tribus más rebeldes”. De hecho Cuando Nicolás de Federmann y Felipe de Hutten (Welsers) no pudieron expedicionar las tierras del Temerí (hoy estado Portuguesa) internándose por la vía del Tocuyo, teniendo que salir huyendo, por el ataque de la tribu prehispánica Wonnabonarg que luego fue conocido con el nombre de Los Cospes, título dado por los portugueses en época de la conquista, pues era imposible acercarse al territorio (algunos historiadores los llamaban “Los Coromotos”). Este nombre “Los Cospes” en un diccionario sencillo portugués significa: “el que devasta con el hacha o la piedra”, acotando que el fundador de Guanare fue el capitán portugués Juan Fernández de León.
El Cacique Coromoto pertenecía a la gran familia arawak, lingüísticamente Caquetía, etnia gayones, clan Wonnabonarg y mientras los Areras, Hamaritarj, Sassaritatj, kussj, Aytahaima Vivian relativamente cerca, en la inhóspita selva de Portuguesa o Temerí, Los Wonnabonarg vivían aislados en la zona más intrincada de la época, por ser los más aguerridos, sus flechas las más mortales de todas las tribus, antropófagos, por ello se deduce la falta de hallazgos de osamentas que demuestren su existencia en Guanare, solo documentos y restos arqueológicos que pueden ser analizados por expertos forenses o criminalistas de un cuerpo de investigaciones con rango constitucional art. 332 para demostrar el valor de Guanare como esencia cultural del pueblo venezolano y el valor de la Fe Católica en la Memoria Histórica de la Nación. El croquis realizado por el alemán Nicolás de Federman en el año 1530 (y presentado por el historiador Raúl de Pascuali en su obra: “Caminos de Caranaca”) al no poder internarse en las inhóspitas selvas de Guanare permite hacerse hipótesis y recrear por reconstrucción de hechos en lectura cartográfica y documentologia cómo era la fuerza de Los Cospes. Gracias a esta bravura, los indígenas venezolanos contaban la Leyenda de la Laguna de Caranaca y los Cerrillos con la intención de que los conquistadores cayeran en manos de esta tribu, porque decían allí se detiene el viento, es decir se detiene la vida, eso significa Coromoto en caquetío: “lugar donde se detiene el viento” y para los indígenas el viento es la vida. Coro: “viento” (vida) y la primera ciudad fundada del país (oficialmente) Santa Ana de Coro, toma el onomástico de la celebración del día de Santa Ana, y el topónimo indígena Coro: “viento”. Este nombre de la primera ciudad fundada denota el valor que dieron nuestros pueblos originarios a este topónimo. De hecho hay una historia no recreada aun, y es del Gran Cacique Manaure, el primer aborigen venezolano que aceptó la fe católica y cuando los alemanes Felipe de Hutten y Nicolás de Federman no reconocieron los tratados comerciales entre Juan de Ampies y el Cacique Manaure (el Cacique diplomático) comenzando a matar a los indígenas en la búsqueda de Caranaca y El Dorado, Manaure en grito de resistencia buscó las selvas inhóspitas de Portuguesa por la vía del Tocuyo, donde había hecho rutas comerciales para llegar a los pueblos de la hoy Colombia, pero muere en manos de los Welser y Juan de Carvajal manda a matar a Felipe de Hutten, huyendo Nicolás de Federmann. Años más tarde se comprobó que Nicolás de Federmann y Felipe de Hutten eran impostores, que solo iniciaron la más cruel barbarie en tierras venezolanas. Aun así también fue fusilado Juan de Carvajal al hacer justicia por el Gran Cacique Manaure y los cientos de indígenas asesinados. Manaure trató de llegar a la Tribu más aguerrida de Venezuela; nadie, ni violenta ni pacíficamente llegaba a los Wonnabonarg, Coromotos o Cospes, eran aguerridos y sus ritos pertenecían a la gran familia arawak y/o caquetía. Reivindicar la historia del Cacique Coromoto por reconstrucción de los hechos, luego de hacer una revisión documental y análisis de objetos que se presume pertenecían a los indígenas de la zona, es hacer justicia de la historia, y consolidar la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto como Esencia de la Venezolanidad que exalta el valor de la mujer y a quien nuestro Libertador Simón Bolívar amaba con vehemencia para convertirla oficialmente como Patrimonio de la Nación que es vital, y así diligenciar todo lo relacionado para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por su valor universal y que científicamente se comprueba en su arraigo en toda la nación a través de las estadísticas.
Recrear la historia entorno a este guerreo: “El Cacique Coromoto” solo puede hacerse a través del Arte Sacro por estar ligado a la historia de la iglesia y tendríamos que seguir la orientación de los sacerdotes católicos (uno de los principios del Arte Sacro) para exaltarlo y por supuesto el Arte Popular por formar parte de la cultura ancestral de nuestros pueblos originarios, reconociéndose ambos Arte Sacro y Popular como Patrimonio cultural. Hay pocos referentes de este Cacique, por ello se requiere del arte para darle vida y valor histórico, pero también de la investigación científica porque la historia es real y hay que certificarla. Poco se habló del Cacique y se requiere de los elementos artísticos para esculpir verdaderos rasgos etnográficos y etnológicos de una de las tribus de las que menos se pudo escribir porque los conquistadores incluyendo los misioneros no pudieron acceder a su territorio. Hilvanando la historia, 34 años después se hace misericordia con la intervención de la Santísima Virgen al Cacique Coromoto, con un valor místico culturalmente porque era la única tribu a la que nadie pudo llegar. De acuerdo al estudio etnológico, Coromoto y Manaure de la misma familia caquetía eran chamanes y dominaban la fuerza de la naturaleza; por ello cuando el Cacique Coromoto ve a la Bella Señora en su corazón la amó e hizo lo que Ella le encomendaba, pero al verse convertido en vasallo del rey, un pequeño peldaño arriba de esclavo, decidió irse a la selva, respetando a los que decidieron quedarse para ser catequizados. Estas quizás fueron las palabras del Cacique en su corazón al devolverse a la selva: “Lleva a mi tribu al cielo pero a mi déjame seguir siendo lo que soy”, Coromoto era el más aguerrido de los indígenas, y hasta el más diplomático y negociador de la historia aborigen venezolana el Gran Cacique Manaure buscó su tribu para defender el derecho sagrado de los hombres a la libertad.
Coromoto solo salió ante el conquistador por intervención divina y se cree que la más Santa de las mujeres lo tomó como el más puro de los corazones, La Siempre Virgen María decidió por primera vez en la historia tomar el nombre del vidente. A María de Coromoto en oración se le pide por la conversión de los corazones más duros y por los hombres y mujeres que hacen grandes sacrificios en el silencio y la más bella jaculatoria: “Renovad la fe en toda la extensión de nuestra Patria y del mundo entero”. Solo Ella, la Bella Señora de los Cielos pudo entrar al corazón de Coromoto, el más bravío de los Caciques de Abhya Yala (tierra que reverdece) hoy América. La misma Madre de Dios se internó en la más inhóspita de las selvas, hablando el lenguaje del Cacique para tocar el corazón de quien solo defendía con la fuerza del viento huracanado a su tribu de la barbarie. Que viva nuestro ancestro y el Valle del Espíritu Santo de San Juan de Guanaguanare (Wonnabonarg, lugar entre aguas o lugar de gaviotas) orgullosos de ser dignos hijos del Chonei Mareigua Coromoto.