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Nacido en el pintoresco pueblo llanero de Guanarito, estado Portuguesa, el 24 de noviembre de 1940, Don Dámaso Delgado creció inmerso en la rica tradición musical venezolana. Huérfano de padre a temprana edad, su madre, una mujer trabajadora y luchadora, inculcó en él los valores de la familia y el amor por la música llanera.

Guanarito, un semillero de talentos musicales, fue el escenario de su infancia. Rodeado de cuatro, maracas y arpas, Don Dámaso se enamoró del joropo y de la poesía popular. A pesar de las dificultades económicas, su espíritu artístico se fue forjando en las noches de parrandas y en los encuentros con otros músicos del pueblo.

A temprana edad, se trasladó a Guanare para continuar sus estudios y comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo artístico. Participó en grupos teatrales, escribió artículos para periódicos locales y fundó, junto a otros jóvenes talentosos, la agrupación musical Los Turpiales del Llano. Su pasión por la música lo llevó a estudiar canto por correspondencia y, posteriormente, a trasladarse a Caracas para dedicarse por completo a su carrera artística.

En la capital, Don Dámaso compartió escenario con grandes figuras de la música venezolana y grabó su obra maestra: «La Leyenda del Silbón». Este tema lo catapultó a la fama nacional y lo consolidó como uno de los más destacados compositores e intérpretes del país.

Sin embargo, en el apogeo de su carrera, sintió un llamado interior que lo llevó a dejar la música para dedicarse a la predicación del Evangelio. Desde entonces, ha recorrido el país llevando el mensaje de Dios a través de conciertos y conferencias. Ha sido reconocido con numerosos honores y condecoraciones, entre ellos el título de Patrimonio Cultural Viviente del estado Portuguesa.

Hoy, el llano amaneció en silencio, el pueblo venezolano y de la llanura infinita desde Apure, Barinas, Portuguesa, Cojedes y los rincones del Guárico despiden a una leyenda tras su partida física. Don Dámaso Delgado sigue siendo una figura emblemática de la cultura venezolana. Su legado musical y espiritual continúa inspirando a nuevas generaciones. Casado y padre de ocho hijos, su vida es un ejemplo de fe, perseverancia y amor por su tierra.

«… Hoy en día anda El Silbón no con el saco de huesos, sino anda recogiendo aplausos premios y reconocimientos, en todo este suelo patrio y hasta en suelos extranjeros, dándole a mi Guanarito pueblo gentil y sincero, el renombre que merece como símbolo llanero…»

(Extraído de SEMBLANZA POETICA, dedicada a Dámaso Delgado por Eugenio R. Molina)