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El pasado Lunes 15 de Enero vi detenidamente durante cinco horas y once minutos, el discurso de Nicolás Maduro en la Asamblea Nacional, con motivo de presentar su memoria y cuenta del año 2023.

Lo que más me impactó de verdad, fue el tema de las cuatro conspiraciones que habían sido desmembradas y que por cuestiones de seguridad nacional, pública y social, no las habían dado a conocer, pues la última de ellas, se llevaría a cabo en la madrugada de este primero de enero de 2024, que iniciaría por el estado Táchira, con el asesinato del gobernador Freddy Bernal; las cuatro conspiraciones a decir del Presidente, fueron vencidas en silencio, y, hay una buena cantidad de militares retirados y civiles detenidos convictos y confesos. Y, digo que me impactó, puesto que siempre apostándole a la buena fe y a la paz, llegué a suponer, que esos grupos se habían plegado al diálogo y los caminos democráticos a través, de la mesa de negociaciones y los acuerdos de Barbados; pero fíjense ustedes mis estimados lectores, que la cosa en política nunca es como la pintan.

Con razón Nicolás Maduro dijo en su discurso que era un hombre de Dios, pero, que estaba sentado conversando con el Diablo, es decir, con los siete demonios más poderosos: Lucifer, Mammon, Leviatán, Belcebú, Satanás, Asmodeo y Belfegor.

Más allá de esos siete Diablos, Nicolás Maduro, que sabe bastante bien la diacrónica y sincronía de la historia Venezolana y la geopolítica mundial, entendía, que conversar en política es hacerlo tranquilo, quieto, sosegado, juicioso, sesudo y con un razonamiento silencioso, pleno, seguro y sustantivo de lo que se habla; lo que no sabía Nicolás Maduro, es que dentro de las negociaciones, acuerdos, temas y objetivos que se estaban tratando, escondido se encontraba nada más y nada menos que el gran duque del infierno, el jefe de la trilogía del mal, que continuaba conspirando para asesinarlo a Él y a todos quienes pudiera llevarse al paraíso infernal, la prisión eterna donde están las almas sin penas alimentándose de candela. Soy un hombre de Dios repitió Nicolás en su discurso, recibiendo la bendición de todos los representantes de las distintas religiones y credos presentes en el recinto de la Asamblea Nacional.

Pues bien, continúan las conspiraciones por parte del Diablo para que Venezuela no tenga paz desarrollo, tranquilidad, continúen los bloqueos, sanciones, atentados y crímenes políticos; definitivamente, el Diablo no duerme, pero, como con agua bendita, un crucifijo, sahumerios y oraciones, como de costumbre será vencido, y el bien saldrá triunfante; y, de esa victoria del bien, sobre ese reducido grupo de Diablos, seguro al final, tendremos sueldos y salarios justos; pensiones dignas; educación y salud con desarrollo y Venezuela será ejemplo para el mundo de como el Diablo fue derrotado y desterrado para siempre. Vencer al diablo no es cualquier cosa, mis amables lectores.

Por cierto y ya para concluir, no hemos visto hasta ahora, ninguna declaración de los representantes de la plataforma democrática, desligandose de las cuatro conspiraciones, ni mucho menos condenando tales intenciones; que estará pasando ahí dentro de la plataforma, mis respetados lectores? Cuatro días sin un pronunciamiento claro, contundente y oportuno a favor de la paz y la democracia, es demasiado tiempo; tanto silencio aturde. Autor, Silvio Mora Ochoa.