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Por Robert Alvarado (@robertveraz)

«Emigrar es dejar todo para encontrarlo todo de nuevo», «El mundo es grande, y cada país ofrece una nueva oportunidad», y «No me fui, me llevé mi esencia a otro lugar»… Anónimo

Cuando escucho palabras como “Migrante, emigrante e inmigrante”, son formas válidas y correctas para decir lo mismo: persona que deja un lugar para establecerse en otro. Independientemente, estos términos poco varían en su significación literal. Migrante: Se refiere a la persona que migra, a aquel sujeto que abandona el lugar en el que habita y que llega a otra parte, para radicarse y constituir su hogar en el. Emigrante: Se refiere a la persona que emigra, a aquella que se traslada del lugar donde tiene establecido su hogar (pueblo, ciudad, país), para establecerse en otro. Inmigrante: Se refiere a una persona que deja su país natal y se va para otro, para radicarse en él. Estos conceptos invadieron nuestro espectro comunicacional, porque de esta Tierra de gracia se ha regado un gran número de ciudadanos por todo el globo terráqueo.

Una Venezuela que se encuentra sumida en una profunda crisis política, económica y social, según expertos en economía política venezolana. “Crisis humanitaria o emergencia humanitaria compleja”, según organismos internacionales. La falta de búsqueda de consensos y la imposición de una visión política han llevado a Venezuela a enfrentar esas graves consecuencias. La crisis económica ha generado altos niveles de inflación, escasez de alimentos y medicinas, así como un deterioro generalizado de las condiciones de vida de la población. Además, la crisis política ha generado tensiones y divisiones en la sociedad, dificultando la construcción de una comunidad política sólida y cohesionada. A efectos de contextualizar esta situación en la realidad venezolana actual, obrar literarias de connotados escritores venezolanos evocan situaciones similares en épocas pasadas, bajo criterios asimilables a los expuestos por autores como Miguel Otero Silva, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, quienes sabían de lo que hablaban, porque al menos uno de ellos vivió exilio forzado, al igual que los venezolanos que igualmente emigraron con la esperanza de un refugio, muchos con un sueño americano, traducido simplemente en vivir en paz y armonía, y que ahora quieren truncándosele señalándoles de delincuentes, causal para deportarlos sin derecho a la defensa.

Hemos visto venezolanos deportados desde USA al Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), una cárcel de máxima seguridad en El Salvador. En este contexto de arbitrariedades, una de las pocas cosas buenas, es que Bukele le haya propuesto a Maduro un canje, así como los propuestos y materializados por el mandatario venezolano en no pocas ocasiones: repatriar a los 252 venezolanos a cambio de la libertad de la misma cantidad de presos políticos que se encuentran en prisiones venezolanas, entre ellos. Propuesta rechazada de inmediato, como era de esperar, mientras continúa la narrativa oficial en defensa de los derechos humanos, cuando los venezolanos, que se fueron por sentirse en situaciones de riesgo, ahora están en USA expuestos una persecución en caliente, pues si algún agente de emigración lo ve sospechoso, se hace acreedor de un proceso expedito de deportación. Puntualizó, “en caliente” indica que la deportación se realiza de forma urgente y sin retraso, como una continuación inmediata de la comisión del delito, todos por existir la presunción falsa e interesada de que integren la organización delictiva Tren de Aragua, por el simple hecho de ser emigrante o inmigrante, como usted lo quiera ver.

Situación agravada por apelarse a la Ley de Enemigos Extranjeros para justificar las deportaciones, una sin razón, por ser una ley para ser usadas en contextos de post guerras, y estaríamos hablando de delincuencia organizada, materia con una ley específica a nivel internacional, regida por la Convención de Palermo. De ahí las contradicciones y aparente resistencia en órganos del poder judicial en EEUU, y que nos lleva a afirmar que no todo puede estar perdido para el venezolano que está en esa nación. Un tribunal federal de apelaciones pausó el intento del gobierno de Trump de terminar el parole humanitario para migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela (programa CHNV, por las siglas de los países), manteniendo por ahora las protecciones contra la deportación para más de 500.000 paisanos. El caso es un desafío de grupos de defensa de inmigrantes, quienes argumentaron que el abrupto cambio de política interrumpió ilegalmente las vidas de cientos de miles de beneficiarios del parole. Esta orden fue dictada por un panel compuesto por dos designados por el expresidente Joe Biden y un tercer juez designado por el expresidente Barack Obama. Esta decisión, en apariencia justa, involucraría elementos políticos, que a modo de disparadores, frenaron la eliminación del parole humanitario.

La demanda, presentada por inmigrantes y sus patrocinadores con sede en EE.UU., impugnó el intento del Gobierno de Trump de poner fin a los programas de parole CHNV, argumentando que la maniobra violó el requisito de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de decisiones caso por caso e interrumpió las vidas de cientos de miles que habían ingresado legalmente a Estados Unidos. Ahora la administración Trump debe cumplir su parte del trato. En su orden de 41 páginas presentadas en el tribunal federal de Boston, con apoyó al derecho legal de los migrantes a presentar su demanda impugnando el plan de revocación de la administración. Si bien [los funcionarios de la administración Trump] tienen razón en que la discreción de la secretaría en esta área de acciones es amplia, su conclusión de que las de la secretaría están totalmente protegidas de la revisión judicial es incorrecta.

Muchos venezolanos que están en EEUU me preguntan que deben hacer, lo primero, tengan paciencia. Segundo, no caigan en provocación. Digo esto, reflexionando con base el libro de Santiago, Capítulo 1 y Versículo 3, que dice: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada”. Por eso titulé este artículo: Venezuela está en las manos de Dios… ante el fenómeno de la emigración venezolana, que resquebraja el tejido social, afectando tanto a los que se van como a los que se quedan en esta Tierra de gracia, Realidad ante la cual, una actitud razonable sería ponerse en las manos del altísimo.

Cualquier información o sugerencia por robertveraz@hotmail.com robertveraz@gmail.com grsndz629@gmail.com   o bien por mí teléfono 0414-071-6704 y 04141574645. Además pueden leer esta columna en mí página Web: https://robertveraz4.webnode.es/  y sigan mis comentarios y opiniones por @robertveraz en twitter e Instagram. Pueden ver mis videos en YouTube: Tips de @robertveraz. ¡Hasta la próxima semana, Dios bendiga a Venezuela!