Venezuela ha logrado exportar aproximadamente 100.000 sacos de café en lo que va de 2025, un indicativo del resurgimiento del sector caficultor en el país. Sin embargo, este avance se ve empañado por las denuncias de productores sobre los bajos precios que reciben por su quintal y las largas demoras en los pagos, una situación que contrasta drásticamente con los precios finales al consumidor y la dinámica del mercado internacional.
Vicente Pérez, director ejecutivo de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios (Fedeagro), reveló que, a pesar de que el precio internacional del café experimentó un repunte significativo desde noviembre del año pasado, alcanzando los 400 dólares por saco y manteniéndose en un buen precio actual de 300 dólares, los caficultores venezolanos solo reciben alrededor de 180 dólares por quintal. «En Colombia están pagando al productor cercano a los 300 dólares el quintal, pero el café molido allá vale alrededor de 12 dólares (el kilo en anaquel), aquí nos están pagando la mitad de esos 300 dólares y vale casi 17 dólares (el kilo en el anaquel)», explicó Pérez, calificando la situación de «sin sentido».
El representante de Fedeagro subrayó que esta disparidad significa que los productores venezolanos perciben menos ingresos que sus homólogos en Brasil y Colombia. Pérez atribuye esta problemática a una Gaceta Oficial emitida hace dos años, la cual establece que el precio a pagar al productor debe ser el precio internacional, pero que en la práctica no se cumple equitativamente.
Además de la brecha de precios, los productores venezolanos enfrentan extensos lapsos de pago, que se ubican en aproximadamente 120 días. Esta demora añade una carga financiera considerable a los caficultores, afectando su liquidez y capacidad de inversión.
Pérez también expresó preocupación por la «exageración» en los precios del café en los supermercados, sugiriendo que la mayor parte de la utilidad se concentra en la cadena de distribución. A esto se suma la disminución del consumo per cápita en Venezuela, que pasó de más de 3,2 kilos anuales a cerca de 1,8 kilos, y cuya recuperación se ve amenazada por las «cuestiones inflacionarias» recientes.
La situación plantea un desafío significativo para la sostenibilidad de la producción cafetera en Venezuela, a pesar de los esfuerzos por posicionar el rubro en mercados internacionales. La brecha entre el valor en origen y el precio final, sumada a los retos inflacionarios y los atrasos en los pagos, exige una revisión urgente de las políticas y mecanismos que regulan el sector para garantizar una distribución más justa de la riqueza y el estímulo a la producción nacional.