Una fuente estadounidense revela que Israel busca ayuda de la Administración de Donald Trump para llevar a cabo la limpieza étnica en la Franja de Gaza.
Durante su último viaje a Washington en la primera quincena de julio, el director de la agencia de espionaje israelí (Mossad), David Barnea, presionó a los funcionarios estadounidenses para que concedan incentivos a Libia, Indonesia y Etiopía a fin de que acepten a cientos de miles de palestinos desplazados como refugiados, publicó el portal Axios el sábado citando a fuentes familiarizadas con el asunto.
En su reunión con el enviado del presidente de EE.UU. para Asia Occidental, Steve Witkoff; Barnea anunció que países como Etiopía, Indonesia y Libia habían expresado su disposición a recibir un gran número de palestinos de Gaza.
“Barnea sugirió que EE.UU. ofrezca incentivos a esos países y ayude a Israel a convencerlos”, informó Axios.
Mientras tanto, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró que el objetivo de su gabinete a la hora de expulsar a gran parte o a toda la población de Gaza será “voluntario” para los palestinos.
Ante las alegaciones de Netanyahu, los expertos legales de todo el mundo han puesto en tela de juicio sus declaraciones, diciendo que tal medida constituiría una limpieza étnica y un claro crimen de guerra.
Según se informa, Estados Unidos había pedido a Netanyahu que encontrara países que aceptaran recibir a un gran número de palestinos desplazados de la Franja de Gaza.
Conforme a Axios, las alegaciones de las autoridades israelíes para desalojar a los palestinos han aumentado las preocupaciones de Egipto y muchos países occidentales. Sin embargo, el desplazamiento de los palestinos es lo que los socios de la coalición ultranacionalista de Netanyahu y muchos dentro de su propio partido han estado impulsando durante años.
El pasado febrero, Trump propuso tomar el control de Gaza, expulsar a los palestinos de su tierra natal y reasentarlos en otros países para reconstruir el enclave, devastado por 16 meses de guerra israelí.
Gaza cuenta con más de 2,3 millones de habitantes que durante los últimos 21 meses han sido desplazados por las fuerzas del régimen israelí en repetidas ocasiones.