Especial. –
El rancho de Prudencia Montilla, en el caserío Peña Arauquita, está a punto de colapsar. Con cada lluvia, las paredes de tierra ceden un poco más, amenazando con sepultar el hogar de esta madre y su hijo, quien tiene una condición especial. Las inundaciones arrasaron con todo, pero la mayor pérdida para esta familia es la esperanza de recibir una ayuda oficial que, a pesar de las promesas, nunca llegó.
Luego de las torrenciales lluvias y la crecida del río, varias familias de la zona quedaron en una situación crítica. Sus viviendas están severamente afectadas y las vías de acceso se volvieron intransitables. La señora Montilla relató con impotencia cómo lo perdió todo: enseres, animales, colchonetas. Poco después del desastre, personal de Protección Civil se acercó, tomó nota y elaboró un informe detallado. Sin embargo, la asistencia nunca se materializó.
«Ellos llenaron un supuesto informe y no fue posible que nos dejaran aunque fuera una colchoneta para mi hijo, que es de condición especial», expresó Montilla, con una mezcla de frustración y desesperación.
En un llamado directo a las autoridades, instó al gobernador Primitivo Cedeño y al alcalde Oscar Novoa a visitar el territorio. «Quiero hacerle un llamado al ciudadano gobernador y al señor alcalde, a instarlos a visitar este territorio que pertenece a Guanare y que se encuentra en total abandono», clamó.
El abandono se extiende a otras necesidades básicas. La comunidad carece de servicio eléctrico a pesar de haber hecho múltiples solicitudes, y el único acceso al sector es un peligroso puente improvisado. Por ello, la construcción de una pasarela se ha convertido en una necesidad urgente para garantizar la seguridad de los habitantes.
Mientras el caserío Peña Arauquita sigue incomunicado y sin servicios, sus habitantes se aferran a la esperanza de que las autoridades, a quienes insisten en recordarle que pertenecen a Guanare, finalmente escuchen su clamor.

