Según un nuevo estudio, hasta la mitad de la selva amazónica podría convertirse en pastizales o ecosistemas debilitados en las próximas décadas, a medida que el cambio climático, la deforestación y las graves sequías como la que sufre actualmente la región dañen enormes zonas más allá de su capacidad de recuperación.
Según los investigadores, esas tensiones en las partes más vulnerables de la selva tropical podrían acabar llevando a todo el ecosistema forestal, que alberga una décima parte de las especies terrestres del planeta, a una situación de estrés hídrico agudo y a superar un punto de inflexión que desencadenaría un colapso de toda la selva.
Aunque estudios anteriores han evaluado los efectos individuales del cambio climático y la deforestación en la selva tropical, este estudio revisado por expertos, publicado la semana pasada en la revista Nature, es la primera investigación importante que se centra en los efectos acumulativos de una serie de amenazas.
«Este estudio lo suma todo para mostrar cómo este punto de inflexión está más cerca de lo que estimaban otros estudios», afirmó Carlos Nobre, uno de los autores del estudio.
Nobre es un científico brasileño especializado en sistemas terrestres que estudia cómo la deforestación y el cambio climático podrían cambiar permanentemente los bosques.
En el estudio se superpusieron datos sobre la cubierta forestal, la temperatura y los patrones de precipitaciones, y luego se tuvieron en cuenta otras variables que podrían hacer más o menos frágiles diversas secciones de la selva, como la presencia de carreteras o protecciones legales, para trazar un mapa de los lugares en los que es más probable que la selva tropical se transforme.
Los perfiles regionales que surgieron mostraron que una décima parte de la Amazonia era muy vulnerable a transformarse en pastizales o ecosistemas degradados con menor cobertura arbórea.
Otro 47% de la selva tiene un potencial moderado de transformación, según descubrieron, incluidas zonas en su mayoría vírgenes que son más vulnerables a sequías extremas como la actual.
Estos cambios podrían llevar al bosque a un punto de inflexión que provocaría el colapso de todo el ecosistema forestal.
«No sabemos realmente cuándo vamos a alcanzarlo», dijo Bernardo Flores, investigador postdoctoral de la Universidad Federal de Santa Catarina y autor principal del estudio.
Pero, añadió, como demuestra la sequía que se instaló el año pasado, «nos estamos acercando más rápido de lo que pensábamos».
Lincoln Muniz Alves, climatólogo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil que no participó en el estudio, dijo que éste se sumaba a los conocimientos sobre la capacidad de resistencia de la selva a los desafíos que afronta.
«El estudio supone un avance en la comprensión del punto de inflexión», afirmó.
«En general, los trabajos científicos anteriores han explorado sobre todo el impacto de la deforestación».
Investigaciones recientes han demostrado que partes de la selva del sureste del Amazonas que han sufrido deforestación e incendios a gran escala ya han empezado a emitir más dióxido de carbono del que absorben, porque la selva ha sufrido daños más allá del punto de recuperación.
Efectos
El colapso total o parcial de la selva amazónica liberaría a la atmósfera el equivalente a varios años de emisiones globales, posiblemente hasta 20 años, ya que sus árboles, que almacenan grandes cantidades de carbono, son sustituidos por ecosistemas degradados.
Y como esos mismos árboles bombean enormes cantidades de agua a la atmósfera, su pérdida también podría alterar los regímenes pluviométricos y las temperaturas mundiales en formas que aún no se comprenden bien.
Los investigadores también calcularon los límites de lo que el bosque podría soportar en términos de diversas amenazas.
Según el estudio, el calentamiento global no debe superar los 1,5 grados centígrados, la deforestación debe mantenerse por debajo del 10% de la cubierta arbórea original y la estación seca anual no puede superar los cinco meses para que el bosque permanezca intacto.
Para ello, los gobiernos no sólo deben detener las emisiones de carbono y la deforestación, sino también restaurar al menos el 5% de la selva tropical, según el estudio.
«Si se superan esos umbrales, entonces la selva podría, en principio, colapsar o hacer la transición a ecosistemas diferentes», dijo Flores.
«Probablemente haya un punto de inflexión del sistema determinado por la interacción de estos diferentes factores de estrés».
Sin embargo, aún hay incógnitas.
Los investigadores no entienden del todo por qué algunos árboles mueren después de una sequía y otros no; los diferentes perfiles de biodiversidad entre regiones hacen que las conclusiones generales sean complicadas; y, sobre todo, los científicos aún no comprenden del todo las complejas interacciones de factores como la sequía, la deforestación y otras amenazas.
Marina Hirota, catedrática de la Universidad Federal de Santa Catarina y otra de las autoras del estudio, afirma que los gobiernos no deberían esperar a tener más información para actuar.
«A veces la ciencia tarda un poco más en informar de lo que realmente necesitamos», dijo Hirota.
«¿Vamos a esperar a ver qué pasa y a culpar a la incertidumbre por no hacer nada?».
c.2024 The New York Times Company