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Por: Toribio Azuaje

“Amar a la vida a través del trabajo, es intimar con el más recóndito secreto de la vida”.

Khalil Gibran

Esto ya es una tradición en el pueblo que se ha venido consolidando a lo largo del tiempo, el mercado campesino de Biscucuy se llena de gente cada sábado, muchos son los que llegan con los productos del campo a ofrecerlos a los compradores que recorren los distintos puestos, buscando buenos precios y diversos productos. Gallinas criollas, frutas, hortalizas, granos, pollos, cochinos, codornices, huevos frescos, cuajadas de leche de vaca o de cabra, plantas medicinales, pan criollo, arepas de maíz pelado, flores y el café que en Biscucuy sería un pecado si llegara a faltar. Son muchas las cosas que podemos conseguir cada sábado en el mercado; dice Erlin, lo que hace falta es plata para comprar, y es verdad, ya no hay la misma capacidad de compra de otrora, los salarios se esfumaron, fueron arrebatados por una suerte de política económica que nadie entiende, sin embargo el mercado campesino sigue siendo una opción que la gente no deja de explorar a la hora de estirar el presupuesto y comprar lo que alcance para el consumo familiar.

Esta vez, me llamó la atención un niño de apenas once años  que llega muy de mañana al mercado, carga consigo una jaula llena con sus animalitos. Recorre las calles del mercado ofreciendo los gazapos de curí. Octimio se decidió a comprarle un casar para iniciar un criadero a fin de lograr la proteína necesaria para el consumo familiar. Compa, en mi familia somos siete, implica que son 21 golpes que tengo que bregar todos los días para satisfacer las tres comidas de la familia. Ya Mario del Pilar me había increpado hace unos días, consultando si conocía dónde poder adquirir unos curí; ahí los tenéis,  Mario anda desesperado en busca de un pie de cría de esta especie animal. Esta es una buena opción para abastecer la despensa de la proteína animal en estos tiempos de grandes dificultades económicas. Según él, la crisis será aún más fuerte este próximo año.

El mercado municipal “Lino Pimentel”, al estilo del famoso “Tiskachi” en Boconó, nos recibe cada sábado y los trabajadores nos ofrecen un mundo de opciones para llevar a casa. Allí seguramente te toparás con el niño de los curí, quien resultó ser todo un cuadro de humildad, muy amable, decente y conversador. Cuando la ética del trabajo es inculcada desde temprana edad, surgen seres excepcionales.

Al rato, en la  mañana nos despedimos ese sábado, Octimio con su casar de conejillos de india y yo con mis diez pollitos criollos para diversificar el patio en “Mi Jaragual”. toribioazuaje@gmail.com