Las fuerzas israelíes combatían el domingo contra milicianos palestinos en varias zonas de la Franja de Gaza, incluidos puntos del devastado norte que el ejército dijo haber despejado hace meses, y donde Hamás ha aprovechado un vacío de poder para reagruparse.
Israel ha descrito la ciudad sureña de Rafah como el último bastión de Hamás y afirma que debe invadirla para tener éxito en sus objetivos de desmantelar el grupo y recuperar a decenas de rehenes. La operación limitada en la ciudad se ha expandido en los últimos días, lo que obligó a 300.000 personas a huir.
Pero el resto del territorio devastado por la guerra parecía ofrecer amplias oportunidades a Hamás. Israel aún no ha presentado un plan detallado de gobierno de posguerra en Gaza y sólo ha dicho que mantendrá un control de seguridad indefinido sobre el enclave costero, donde viven unos 2,3 millones de palestinos.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha rechazado los planes de posguerra propuestos por Estados Unidos para que la Autoridad Palestina, que administra partes de la Cisjordania ocupada por Israel, gobierne Gaza con apoyo de países árabes y musulmanes. Esos planes dependen de los progresos hacia la creación de un estado palestino, algo a lo que el gobierno de Netanyahu se opone rotundamente.
Mientras los dos estrechos aliados siguen divididos, Gaza se ha quedado sin un gobierno funcional, lo que ha desmoronado el orden público y permitido que Hamás se reagrupe incluso en las zonas más afectadas.
Los palestinos reportaron intensos bombardeos israelíes durante la noche en el campo de refugiados urbano de Jabaliya y otras zonas del norte de la Franja de Gaza, que ha sufrido una destrucción generalizada y lleva meses prácticamente aislado por las fuerzas israelíes. Funcionarios de Naciones Unidas dicen que la zona sufre una “hambruna plena”.
Residentes de la zona dijeron que la artillería y los aviones israelíes habían golpeado el campo y la zona de Zeitoun, al este de Ciudad de Gaza, donde las tropas combaten con milicianos palestinos desde hace una semana. El ejército ha dicho a decenas de miles de personas que se vayan a zonas cercanas.
“Fue una noche muy difícil”, dijo Abdel-Kareem Radwan, palestino de 48 años de Jabaliya. Se oían explosiones intensas y constantes desde el mediodía del sábado, señaló. “Esto es una locura”.
Trabajadores de emergencias de la Defensa Civil Palestina dijeron que no habían podido atender múltiples peticiones de ayuda de las dos zonas y de Rafah, en el extremo sur del territorio. Las tropas israelíes combaten contra milicianos en la ciudad desde que el ejército tomó el cercano paso fronterizo con Egipto la semana pasada.
El contralmirante Daniel Hagari, máximo vocero del ejército israelí, dijo que las tropas peleaban en todas las zonas de Gaza, “en zonas donde aún no hemos operado y en lugares donde lo hemos hecho”.
Además de Jabaliya y Zeitoun, indicó, las tropas operaban en Beit Lahiya y Beit Hanoun, poblaciones cerca de la frontera norte de Gaza con Israel, que sufrieron intensos bombardeos en los primeros días de la guerra.
El ejército “va ahora a Jabaliya por segunda vez y a Zeitoun por tercera vez, y seguirá entrando y saliendo”, escribió el columnista Ben Caspit en el diario israelí Maariv, que expresaba la creciente frustración que sienten muchos israelíes por muchos israelíes tras más de siete meses de guerra.
“El régimen de Hamás no puede derrocarse sin preparar una alternativa a ese régimen”, escribió, poniendo como ejemplos las guerras estadounidenses en Irak y Afganistán. “Las únicas personas que pueden gobernar Gaza después de la guerra son gazatíes, con mucho apoyo y ayuda desde el exterior”.
Cinco soldados israelíes murieron en Zeitoun el viernes y milicianos palestinos lanzaron una ronda de 14 cohetes hacia la ciudad israelí de Beersheba esa noche. Otro cohete lanzado por la noche dañó una casa en la ciudad israelí de Ashkelon, indicó el ejército el domingo.
La agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, el principal proveedor de ayuda en Gaza, dijo que 300.000 personas han huido de Rafah desde que comenzó la operación allí. La mayoría se dirigían a la maltrecha ciudad cercana de Jan Yunis y a Mawasi, un abarrotado campamento de carpas en la costa donde ya viven unas 450.000 personas en condiciones precarias.
Rafah acogía a 1,3 millones de palestinos antes de la ofensiva israelí, la mayoría de las cuales habían llegado huyendo de otras partes del territorio.
Israel ha evacuado ahora el tercio oriental de Rafah, y Hagari dijo que docenas de milicianos habían muerto allí mientras “continuaban las operaciones dirigidas”. Naciones Unidas ha advertido que una invasión de plena escala en Rafah mermaría aún más las operaciones humanitarias y dispararía las muertes civiles.
Rafah está en la frontera con Egipto, cerca de los principales puntos de entrada de ayuda, que ya se han visto afectados. Las tropas israelíes han capturado el lado de Gaza del paso de Rafah, lo que ha forzado su cierre. Egipto se ha negado a coordinar con Israel la entrega de ayuda por el paso debido a la “inaceptable escalada israelí”, según la televisora estatal Al Qahera, que citó a un funcionario no identificado.
Un funcionario egipcio de alto nivel dijo a The Associated Press que El Cairo ha presentado protestas formales ante Israel, Estados Unidos y gobiernos europeos y afirmado que la ofensiva ha puesto en alto riesgo su tratado de paz con Israel, una piedra angular de la estabilidad regional.
El funcionario no estaba autorizado a informar a los medios y habló bajo condición de anonimato.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que no proporcionaría armas ofensiva a Israel para utilizarlas en Rafah. Su gobierno dijo el viernes que había pruebas “razonables” de que Israel había violado las protecciones del derecho internacional a los civiles, la declaración más firme de Washington sobre el tema hasta ahora.
Israel rechaza esas acusaciones, dice que intenta evitar el daño a los civiles y culpa a Hamás de la alta cifra de muertos porque combate en zonas densamente pobladas.
La guerra comenzó cuando Hamás y otros milicianos atacaron el sur de Israel el 7 de octubre y mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, además de tomar a 250 como rehenes. Aún retienen a unas 100 personas y los restos de más de 30.
La ofensiva israelí por tierra, mar y aire ha matado a más de 34.800 palestinos, en su mayoría mujeres y niños, según el Ministerio de Salud de Gaza, que no distingue entre civiles y combatientes en sus cifras. Israel dijo haber matado a más de 13.000 milicianos, sin proporcionar pruebas.
Krauss informó desde Jerusalén y Magdy desde El Cairo.