PORTO ALEGRE, Brasil (AP) — El alcalde de una importante ciudad en el sur de Brasil pidió el martes a los residentes racionar el agua dado que un 80% de la población no tiene agua corriente, una semana después de inundaciones masivas que dejaron al menos 90 muertos y más de 130 desaparecidos.
Continuaban los esfuerzos para rescatar a las personas varadas por las inundaciones en el estado sureño de Rio Grande do Sul, mientras se pronosticaban más lluvias en la región hasta la próxima semana. La capital, Porto Alegre, ha quedado prácticamente aislada, con el aeropuerto y la estación de autobuses cerrados y las carreteras principales bloqueadas debido a las inundaciones.
Las inundaciones en Brasil se encuentran entre los fenómenos climáticos extremos que se observan en todo el mundo.
El edificio de departamentos de la profesora de yoga Maria Vitória Jorge, en el centro de Porto Alegre, está inundado, y tendrá que desalojarlo. Tuvo que retirar unos 8.000 reales (1.600 dólares) de sus ahorros para alquilar un departamento para ella y sus padres en otra parte del estado.
“No puedo ducharme en casa, lavar los platos ni siquiera tener agua potable”, dijo Jorge, de 35 años, en su automóvil mientras se preparaba para viajar. Solamente tenía un galón de agua para el viaje de 200 kilómetros (125 millas) hasta la ciudad de Torres, que hasta ahora no se ha visto afectada por las inundaciones.
Cinco de las seis instalaciones de tratamiento de agua de la ciudad no están funcionando y el alcalde de Porto Alegre, Sebastião Melo, ordenó el lunes que el agua se utilice exclusivamente para “consumo esencial”. Los negocios también han tenido escasez de agua.
“Estamos viviendo un desastre natural sin precedentes y todos debemos ayudar”, dijo Melo a los periodistas. “La escasez es real y pasará algún tiempo hasta que vuelva a la normalidad”.
“Estoy llevando camiones cisterna a los campos de fútbol y la gente tendrá que ir allí a buscar agua embotellada. No puedo llevárselas casa por casa”, añadió el alcalde.
La necesidad más urgente es agua potable, pero también escasean alimentos y productos de higiene personal. Otros estados están movilizando camiones con donaciones con destino a Rio Grande do Sul.
El martes había largas colas y estantes vacíos en los supermercados de Porto Alegre. Algunas personas han intentado comprar agua embotellada desde el fin de semana y, cuando pudieron encontrarla, sus compras se limitaron a dos botellas de cinco litros (1,3 galones).
Los expertos en salud pública dicen que también existe un riesgo creciente de enfermedades ya que gran parte de la región permanece sumergida, y advierten que en particular los casos de dengue y leptospirosis —una enfermedad bacteriana— podrían aumentar drásticamente en unos días.
Al igual que Jorge, la profesora de yoga, la gente de Rio Grande do Sul que puede, se van por temor a la escasez y la propagación de enfermedades. Sin embargo, a muchos les resulta difícil salir de Porto Alegre, ya que las principales vías de acceso están inundadas. El aeropuerto de la ciudad y la principal terminal de autobuses están anegados y cerrados en el futuro previsible.
Cerca del aeropuerto, unas 100 personas de un barrio pobre cercano instalaron tiendas de campaña en la carretera, con la esperanza de regresar a sus chozas en pequeñas embarcaciones para intentar salvar algunas de sus pertenencias. Algunos asaban trozos de carne en parrillas improvisadas.
Las lluvias han cesado por ahora, pero un frente frío que se avecina traerá lluvias más intensas a partir del martes por la noche, principalmente en la parte sur del estado, según el Instituto Meteorológico Nacional. Las precipitaciones podrían superar los 150 milímetros (5,9 pulgadas) a primera hora del miércoles.
Anoche el gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, emitió una alerta para varias ciudades cercanas a la enorme laguna de Patos.
“El nivel del agua subirá y les afectará”, dijo en un video difundido en redes sociales. “Por favor, crean en las alertas y ayúdennos a salvar vidas. Reduzcamos el daño para que podamos estar juntos para reconstruir”.
La región metropolitana de Porto Alegre es una de las más grandes de Brasil y en ella viven unas 4 millones de personas.
Los daños causados por las lluvias ya han obligado a más de 150.000 personas a abandonar sus hogares. Otros 50.000 se han refugiado en escuelas, deportivos y otros refugios temporales.
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva visitó Rio Grande do Sul por segunda vez el domingo, acompañado por los ministros de Defensa, José Múcio; Finanzas, Fernando Haddad, y de Medio Ambiente, Marina Silva, entre otros.
Las autoridades dijeron el lunes que están preocupadas por los riesgos de hipotermia, ya que la temperatura debería bajar a 10 grados C (50 Fahrenheit) el miércoles. El martes, Melo pidió más donaciones de mantas.
Y no son solamente los residentes los que están en riesgo.
“Nuestro personal lleva cinco días mojado, temblando de frío, permaneciendo despierto toda la noche, en condiciones sanitarias deficientes, porque compartimos las mismas instalaciones con los desplazados”, dijo a los periodistas el general Hertz Pires do Nascimento, comandante del ejército de Brasil en la región sur.
Durante la misa en el Vaticano el domingo, el papa Francisco dijo que estaba orando por la población del estado.
La seguridad es otra preocupación. La secretaría de seguridad pública de Rio Grande do Sul dijo en un comunicado que la policía reforzará las operaciones para evitar saqueos y robos. La Guardia Nacional se movilizará al estado. Varios voluntarios que trabajaban en operaciones de rescate fueron asaltados cuando intentaban ayudar en la región metropolitana de Porto Alegre.
“Esta mañana incluso le robaron un barco a las personas que trabajaban en el rescate. Saquearon motos de agua y casas. Esto es deplorable y debe ser denunciado”, dijo el martes Paulo Pimenta, portavoz de Lula, en una conferencia de prensa.
Es probable que el desastre de las inundaciones también afecte el suministro de alimentos del país sudamericano. Rio Grande do Sul produce el 70% de un alimento básico brasileño: el arroz.
“Con las lluvias, creo que definitivamente hemos retrasado la cosecha en Rio Grande do Sul. Entonces, si es necesario equilibrar la producción, tendremos que importar arroz, importar frijoles”, dijo Lula a la radio pública de Brasil.
El martes, Adriano Hueck intentaba recuperar medicamentos almacenados en el almacén de un amigo, que está parcialmente inundado.
“Si podemos conservar una parte, todavía existe la posibilidad de que pueda ser útil en los hospitales”, dijo Hueck, de 53 años, y luego señaló hacia otra parte de la ciudad. “Mi casa está en algún lugar de allí. Ahora ni siquiera se puede ver el techo”.