EL CAIRO, Egipto (AP) — Una brigada de tanques israelí se hizo el martes con el control del lado gazatí del paso fronterizo de Rafah con Egipto, dijeron las autoridades, avanzando en su ofensiva sobre la ciudad del sur del enclave palestino aunque las negociaciones para un alto el fuego con Hamás siguen al límite.
La medida se produjo tras horas de tensiones en la guerra que libran Israel y Hamás, en las que el grupo insurgente dijo en la víspera que aceptaba la propuesta de alto el fuego mediada por Egipto y Qatar. Israel, por su parte, insistió en que ese acuerdo no satisfacía sus principales demandas.
La iniciativa diplomática de alto nivel y las maniobras militares dieron un atisbo de esperanza, aunque pequeño, para cerrar un pacto que pudiese al menos pausar los siete meses de guerra que han arrasado la Franja.
La incursión nocturna no parecía ser la ofensiva total sobre Rafah que había preparado Israel, pero por el momento se desconoce si se ampliará. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió el lunes al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en contra de lanzar una ofensiva sobre la ciudad del sur de Gaza, elevando la presión para alcanzar un alto el fuego.
Los grupos de ayuda humanitaria sostienen que un ataque sería catastrófico para los alrededor de 1,4 millones de palestinos que se refugian allí de la campaña israelí en el resto del territorio.
La 401ra Brigada de Israel entró al cruce de Rafah en la madrugada del martes, dijo el ejército, y tomó el “control operativo” del crucial paso. Las imágenes distribuidas por el ejército mostraban a un tanque entrando al paso. Los detalles del video coincidían con las características conocidas del lugar.
El ejército también llevó a cabo una serie de ataques y bombardeos sobre Rafah durante la noche en los que murieron al menos 23 palestinos, incluyendo seis mujeres y cinco menores, según los registros hospitalarios
El paso de Rafah es la principal vía de entrada de ayuda humanitaria al sitiado territorio y de salida para quienes pueden huir a Egipto. Tanto el de Rafah como el de Kerem Shalom, el otro gran punto de entrada de ayuda desde Israel a la Franja, llevan cerrados dos días. Aunque hay cruces más pequeños operativos, el cierre de éstos es un duro revés para los esfuerzos de mantener el flujo de alimentos, fármacos y otros suministros que mantienen a los gazatíes con vida.
Jens Laerke, vocero de la oficina de humanitarios de Naciones Unidas, advirtió que un asalto sobre Rafah podría interrumpir el frágil operativo de ayuda. Todo el combustible que entra a la Franja lo hace por Rafah, y cualquier interrupción frenará las labores humanitarias.
“Llevará esta crisis a niveles de necesidad sin precedentes, incluyendo la posibilidad muy real de una hambruna”, apuntó.
El ejército de Israel dijo que capturó el paso tras recibir información de inteligencia de que estaba “siendo utilizado con fines terroristas”, pero no ofreció pruebas que respaldaran de inmediato esa afirmación, aunque sostuvo que la zona próxima al cruce había sido utilizada para lanzar un ataque con mortero que mató a cuatro de sus soldados e hirió a otros cerca del paso de Kerem Shalom el domingo.
Según el ejército, las tropas terrestres y los ataques aéreos alcanzaron supuestas posiciones de Hamás en Rafah.
Wael Abu Omar, vocero de la autoridad palestina responsable de los cruces, reconoció que las fuerzas israelíes habían tomado el paso y cerraron las instalaciones por el momento. Los ataques aéreos alcanzaban las inmediaciones del cruce desde el lunes, agregó.
Un vocero del Ministerio de Exteriores de Egipto declinó realizar comentarios sobre el avance israelí.
Egipto había advertido previamente que la toma de Rafah — que se supone que forma parte de una zona fronteriza desmilitarizada — o cualquier ataque que provoque una huida de palestinos a través de la frontera podría poner en peligro el acuerdo de paz de 1979 con Israel, que ha sido uno de los pilares de la seguridad regional.
Los planes de Israel para atacar Rafah han hecho temer un drástico incremento en la muertes civiles en la campaña terrestre y aérea israelí, que en los últimos siete meses se ha cobrado la vida de más de 34.700 palestinos, según las autoridades sanitarias del enclave. La operación ha arrasado grandes zonas del territorio y el norte de Gaza ha entrado en una “hambrina total”, según apuntó la directora del Programa Mundial de Alimentos, Cindy McCain, el domingo.
La operación en Rafah ha agravado también las diferencias entre Netanyahu y Biden acerca del desarrollo de la guerra. Netanyahu afirma que la ofensiva sobre la ciudad — que según Israel es el último gran bastión de Hamás en el territorio — es clave para su objetivo de destruir al grupo tras su ataque transfronterizo del 7 de octubre.
En esa incursión sin precedentes de Hamás, los insurgentes mataron a unas 1.200 personas, en su mayoría civiles, y tomaron a alrededor de 250 más como rehenes. Los críticos israelíes dicen que Netanyahu está preocupado por la supervivencia de su gobierno, ya que los socios más conservadores de su coalición podrían echarse atrás si firma un acuerdo que evite el ataque a Rafah.
Un funcionario egipcio y un diplomático occidental señalaron que el borrador aceptado por Hamás contenía pequeños cambios en la redacción con respecto a la versión sugerida previamente por Estados Unidos, que Israel había aprobado. Las modificaciones se hicieron en consulta con el director de la CIA, William Burns, quien dio su visto bueno al borrador antes de enviarlo al grupo insurgente, dijeron las fuentes, que pidieron no ser identificadas para hablar de discusiones internas.
La Casa Blanca dijo que Burns estaba discutiendo la respuesta de Hamás con los israelíes y con otros líderes regionales.
Según una copia difundida por Hamás tras aceptar la propuesta, el documento contempla la liberación escalonada de los rehenes junto con la retirada gradual de las tropas israelíes de todo el enclave, y el proceso terminaría con una “calma sostenible”, que se define como un “cese permanente de las operaciones militares y hostiles”.
En la primera fase del alto el fuego, que duraría 42 días, Hamás liberaría a 33 rehenes — entre los que habría mujeres, menores, ancianos y enfermos — a cambio de la puesta en libertad de cientos de palestinos presos en cárceles israelíes, y el ejército se retiraría parcialmente de algunas partes de la Franja. A continuación, las partes negociarían los términos de la siguiente fase, que incluiría la liberación de los demás civiles y soldados capturados por los insurgentes, y la retirada de las fuerzas israelíes del resto de Gaza.
Hamás ha exigido el final de la guerra y la retirada total de Israel a cambio de la liberación de todos los rehenes. En público, los líderes israelíes han rechazado repetidamente esas condiciones y se han comprometido a continuar con su campaña hasta la destrucción del grupo.